Hablame de tus compromisos políticos, tu historia en este ámbito, tu
ideología:
Milité en derechos humanos durante toda la dictadura: llevo el orgullo de
haber sido secretario de Coca Lara Castro en la Comisión de Defensa de
los Derechos Humanos, línea en la que milité siempre (fui cofundador de
la Juventud Paraguaya por los Derechos Humanos, de la Comisión de
Solidaridad por los Pueblos Indígenas, la Asociación de Apoyo a las
Comunidades Indígenas del Paraguay y otras entidades). También milité
en movimientos políticos clandestinos (militancia que, unida a las otras,
promovió que estuviera preso cinco veces). Luego me afilié a País
Solidario, aunque abandoné la militancia en sus filas. Sigo trabajando
por los derechos culturales indígenas y me adscribo con entusiasmo a la
denuncia de toda forma de discriminación por razones raciales,
religiosas, de género, opción sexual, étnicas, lingüísticas y, en
general, culturales. Como te darás cuenta, desde el punto de vista ideológico
(asumiendo los equívocos que tiene este término), me defino desde una
posición de izquierda.
¿Qué estudios cursaste? ¿Cuál es tu carrera académica?
Durante mis estudios de Derecho, fui Secretario de Cultura del Centro de
Estudiantes… mis primeros pinitos en el tema. Luego de recibirme de
abogado, cursé la carrera de Filosofía en la Universidad Católica, y
después, casi espontáneamente, desemboqué en los cursos de Olga Blinder
y Livio Abramo, a quienes considero mis maestros, juntamente con Josefina
Plá, que me enseñó desde sus libros, sus conversaciones y sus
silencios. También en el Centro de Estudios Brasileros asistí a los
cursos de grabado de Edith Jiménez: esto me permitió entender mejor el
lenguaje de la materia en arte (pero supongo que fui un pésimo alumno
como grabador…). Tales estudios, conectados con los de filosofía, me
llevaron a la preocupación por la estética y, desde ella, a la crítica
de arte. En el Paraguay trabajo en la enseñanza sólo en el seminario de
Crítica Cultural que dicto en el Salazar. En Chile soy miembro del
claustro de profesores del Doctorado en Filosofía en el ámbito de la Estética.
Soy profesor honorario de la IUNA, en Buenos Aires, ciudad donde dicto
cursos de posgrado y seminarios. Pero también imparto cursos y
conferencias en diversas universidades de América y Europa.
¿Podrías dar algunos datos acerca de tu gestión, una radiografía rápida
de tu carrera?
Una de las veces que estuve preso, en 1976, Teresita Jariton, mi esposa
entonces, fundó la Galería Arte-Sanos, impulsada por Olga Blinder y
ayudada por Jesús Ruiz Nestosa y un grupo de artistas. Una vez recuperada
mi libertad, me incorporé a ese proyecto, en el que trabajé con ganas
durante casi veinte años alternándolo con la enseñanza y la escritura.
Cuando cayó la dictadura, asumí la Dirección de Cultura de Asunción
durante la Intendencia de Filizzola. Al terminar este cargo, en 1996,
decidí arriesgarme a vivir de lo que yo realmente quería: dedicarme a
escribir, dictar seminarios, cursos y conferencias y organizar curatorías
de exposiciones internacionales. Así de tranquilos transcurrían mis días
hasta que decidí aceptar la propuesta del Presidente para ocupar el
Ministerio de Cultura.
¿Cómo afectaría este cargo tu trabajo curatorial?
Hablé del tema con el Presidente cuando me propuso el cargo de ministro.
Este cargo reducirá mucho mis actividades curatoriales, pero no las
cancelará. Y no sólo porque corresponden ellas a una vocación mía
insoslayable, sino porque benefician la posición exterior del país. Por
una parte, tener un curador general del Paraguay (como el que ejerceré
ahora en la Trienal de Chile y en la Bienal de Curitiba, por ejemplo) nos
prestigia afuera; por otra, yo aprovecho los viajes para contactos
relacionados con mi futura cartera. Por ejemplo, en mis próximos viajes a
Chile y Australia, ya tengo marcadas entrevistas con las ministras de
Cultura de ambos países; cuando vaya a España trabajaré con las
autoridades de la Cooperación Española en proyectos que beneficiarán al
ministerio, etc.
¿Cómo pensás encarar la cultura en un país inmensamente pobre?
Buena cuestión. Paraguay es terriblemente pobre en cuestiones económicas,
pero es intensamente rico en producciones culturales, lo que vuelve más
conflictiva tu pregunta. Quizás los núcleos productores de cultura más
intensos se encuentren en comunidades indígenas, quienes son los más
pobres entre los pobres. Desespera ver a artistas indígenas que deben
abandonar sus comunidades para conchabarse en situaciones inhumanas. A título
de ilustración, un solo caso: procedente de la comunidad guaraní de
Santa Teresita, Chaco, un valioso flautista indígena, Pascual Toro, dejó
el mimby chiriguano para esgrimir el machete de los peones chaqueños. (No
sé si volvió a la comunidad: ojalá haya sido así). Esto es apenas un
ejemplo de un tipo de etnocidio que el Estado no puede tolerar ya.
¿Cuáles son tus prioridades, cuáles tus primeras acciones?
El primer paso es asegurar una base de recursos que haga posible el
trabajo. Tuve una larga conversación con Bruno Barrios, el ministro
actual; pues bien, la situación de la Secretaría Nacional de Cultura es
desoladora. A partir de la sanción de la Ley 3051, Cultura se desprendió
de Educación, pero lo hizo de manera precaria y apurada, de mala gana:
ese desprendimiento más correspondió a un proceso de expulsión violenta
y desprolija que a una conquista de autonomía bien diseñada. La Secretaría
de Cultura nació maltrecha e informe. Y se quedó sin nada. Yo había
criticado muchas veces la gestión de esa Secretaría, pero considerando
su situación, hoy repienso muchos de esos cuestionamientos. El ministro
Barrios carecía en absoluto de recursos operativos para desarrollar
proyectos (sólo tenía fondos para pagar los sueldos), su personal estaba
sobredimensionado y no contaba con el apoyo político de su presidente ni
con el de su partido, ni gozaba de la confianza de la comunidad cultural
ni de la buena la disposición del Parlamento. El resultado: hoy la
Secretaría no tiene nada. He pedido una reunión con parte del nuevo
gabinete para ver cómo podemos solucionar de inmediato cuestiones de
supervivencia elemental (Cultura dispone de local sólo hasta setiembre,
por ejemplo), medidas urgentes que permitan, por lo menos una base física
(en sentido literal) desde donde comenzar a trabajar y asegurar un
gabinete mínimo, así como recursos de emergencia. En verdad, cabría
declarar en situación de emergencia a la Secretaría. Estoy seguro de que
el nuevo Gobierno procurará condiciones dignas para que los asuntos
culturales del país puedan ser desarrollados. Es impensable una
democracia plena y un desarrollo sustentable sin bases culturales, ya se
sabe (y es impensable un ministerio sin base de ninguna clase). Para mí
es fundamental el apoyo y la participación de la comunidad cultural: en
el último tiempo emergió una sociedad que antes no aparecía bien
definida en sus contornos: gente interesada en discutir, contraponer
opiniones, buscar soluciones de conjunto, aportar. Esto es estimulante.
Bueno, a partir de una consolidación logística básica debo consolidar
equipos. Trataré de aprovechar al máximo los funcionarios que están
trabajando allí (entre los cuales hay muchos buenos cuadros) y potenciar
la formación y la capacitación técnica del personal.
Sólo sobre un suelo estable y seguro podrán despegarse los proyectos,
que tomarán lo mejor del Plan Nacional de Cultura (2007-2011); incorporarán
las sugerencias de la comunidad cultural expresadas a través de foros,
asambleas y reuniones y desarrollarán nuevos programas con el apoyo técnico
pertinente.
¿Podrías puntear algunas cuestiones fundamentales que impulsarías?
Tengo la intención de impulsar (para eso preciso primero los medios), la
dignificación de la gestión pública, la descentralización de la
cultura, la profesionalización de los artistas, intelectuales y gestores,
el apoyo a la producción cultural en general, la normatización del
guaraní (la defensa de su importancia cardinal), el desarrollo de un
modelo de cultura que no se base sólo en las artes, sino en la ciudadanía
cultural, la construcción del espacio público: la democratización de la
cultura, que supone no sólo (y no tanto) apoyar la difusión y el consumo
de cultura, sino promover todo el proceso, comenzando por la creación
misma. Hay que apoyar la producción social de cultura.
Creo que si yo logro en el primer tiempo asegurar un terreno firme estaría
logrando un buen comienzo, más no podría hacer por ahora.
¿Cuál sería tu política relativa al Fondec?
Gran parte de las buenas intenciones que acabo, un poco utópicamente, de
enumerar, precisa fondos operativos de promoción. Hasta ahora la única
fuente es el Fondec y no depende de la Secretaría de Cultura, sino del
Parlamento. Éste es un punto: según la Ley 3051 tendría que pasar, con
todos sus fondos conservados e incrementados, a Cultura. Otra cuestión es
que el Fondec debería apoyar la descentralización (hay intentos
interesantes en este punto iniciados por la administración actual) e
incorporar la promoción no sólo de las ediciones, sino de los trabajos
de investigación, ensayo y escritura. Y cuando hablo de escritura me
refiero tanto al nivel teórico como al literario. Los inventores de
ficciones descubren mapas oscuros del país que son fundamentales para
entender la cartografía del conjunto: son mapas no exactos, pero
posibles: aquellos que diagraman el sentido oculto. Imaginar realidades
paralelas permite entender mejor momentos diversos de la historia y la
memoria colectiva. Y permite anudar, aun brevemente, los sueños dispersos
que empujan diariamente la línea del horizonte.
¿Tenés pensado aprovechar la televisión?
Lo ideal para cualquier entidad estatal administradora de cultura es
contar con una televisión pública, una radio pública o, por lo menos,
espacios importantes dentro de los medios audiovisuales. Pero eso dependerá
también de futuros apoyos presupuestarios y voluntades políticas,
especialmente del Congreso.
Por último, ¿podrías referirte a tu producción como teórico y
promotor cultural?
Aparte de los cursos, conferencias y curatorías, ya mencionados, he
escrito aproximadamente diez libros sobre arte y cultura del Paraguay,
muchos artículos en publicaciones internacionales; he creado una colección
de más de dos mil piezas de arte indígena, que conforman el Museo de
Arte Indígena, y colaboro con la producción del Centro de Artes
Visuales/Museo del Barro junto a un equipo sin el cual me hubiera sido
imposible trabajar.
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