Tania Alegria |
Una
vez, conversando con el poeta y crítico paraguayo Hugo Rodríguez-Alcalá,
me dijo que el acto mismo de escribir poesía ya definía una actitud
surrealista en la persona. ¿Surrealismo? Sí. Para él, el poema debía tener ese estado de transparencia del agua, que deja ver, mediante su limpieza profunda, las diversas variedades de piedras, caracoles y flores que habitan en su interior. Sentía aversión contra el surrealismo. Le caían mal las palabras hinchadas, pintarrajeadas para el carnaval del barroquismo, que venían a disfrazar la carencia de ideas. En resumidas cuentas, a él le encantaban los poemas sencillos. Con seguridad, si el querido maestro viviera todavía, hubiera gustado muchísimo de los poemas de la escritora y poetisa Tania Alegria, porque sus palabras se levantan de su lecho con claridad y dicen la poesía que no cae en la herrumbre de los versos mal casados. Hay poetas y poetas. Tania es una de mis poetisas preferidas, pues tomando ella un poco del aire, del perfume de las adelfas, del crepúsculo, y de la sangre de un desengaño amoroso, va a la boca de la auténtica poesía, la que despierta nuestro más vivo interés. Así debería ser siempre la poesía. Pura, elemental, si es posible catedrática, limpia de adjetivos que en vez de sumar acaban restando calidad a la obra. No importa cuan delicados términos elija el poeta para realizar su hazaña. Si no sabe unir una palabra con otra, acaba haciendo una máscara dura, marmórea, estatuaria, que no deja ver el rostro de la belleza.
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Este domingo Este domingo sabe a muerte antigua. La tarde se extravió en el cementerio. Desde un sepulcro una memoria artera me hace señas con brazos de espantajo. Este domingo huele a brujería. En mi desván mental mora un diabillo con síndrome servil de penitencia que se alimenta de oración y amonio. Este domingo suena a perro herido. Lleva un puñal clavado en las costillas, una guitarra afónica en el pecho, un retazo de tango y un rencor. Este domingo suda pesadumbre. Voy de puntillas sorteando azares por no borrar del patio de la infancia una rayuela enferma de tristeza. Tania Alegria |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 10 de Abril de 2010
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