Rauskin |
Jacobo A. Rauskin ha ganado el Premio Nacional de Literatura 2007. Es, según mi versión, o sea, mi verdad personal, el mejor poeta vivo del Paraguay. Tiene en su haber poemas cortos y largos. Esto hace a la parte física, por supuesto, de su producción literaria. |
En
la hondura de su pensamiento, se encuentra una fusión de erotismo,
cotidianeidad, y una visión cercana de la ciudad y sus alrededores, con
cierto tinte de provincialismo. Se ha dicho, con relación a la premiación
lo siguiente: “Después de Hérib Campos Cervera, Jacobo Rauskin es el
gran innovador de la poesía paraguaya contemporánea, que es luminosa, irónica
y social”. O sea que, nace con su obra, la nueva pintura poética del
Paraguay. |
La noche Cincuentón, pronto sexagenario, sin prisa, sin tugurio a modo de oficina, dejo hablar a los años en Arcadia. Al viento dejo hablar, dejo hablar a la noche donde quiera mi temblorosa estrella que algo también en mí se estremezca. La noche pide pan, pide vino. Pide más, pide un pedacito de muslo y sienes pétalos y pezones flores. Quiere el cielo y la tierra. Quiere constelaciones. Quiere la flor del sexo, la pide con la orquídea que sirve de rima y nexo. Y el amor la confunde como siempre. Y el amor la ilumina con un beso. HOJAS DE JEJUÍ 1 Y luego de la quema de las casas que ardieron como rastrojos, quedó la estirpe de un hombre a la intemperie. Sólo entonces se alejaron los soldados. Muchos años después, ni olvido ni memoria encuentro en el silencio de ese viejo sentado en un cajón que fue de frutas, sentado en medio de la verde nada que el rico llama campo y el pobre llama lote, con acierto. Ahí lo veo, más que dudoso propietario de otro nuevo lote demencial de los que ahora entrega el gobierno. El viejo nos dice buen día a un funcionario, a un periodista, a mí, que oficialmente no existo. En realidad, no es un saludo. Creo que el viejo quiere decirnos que el arado es el padre de la artrosis. Volver a la utopía para encontrarme con la historia. Volver a la utopía para oír el silencio de un hombre. 2 Yo no entiendo la historia que me toca vivir, pero entiendo a los ríos y me gusta ese lento, cansado y lento Jejuí. Un río hermoso para no tomar fotografías. Un río bueno para sacarse los zapatos y hacer prontamente las paces con encarnadas uñas y plantales callos; un río para mojar en él los pies; para entrar en él con un resto de jabón en la mano y bañarse al modo lugareño, bañando también al caballo y a los niños, bañando el atardecer sucio en el agua, bañándonos en el agua del río que somos, que fuimos y seremos. 3 El río y yo sabemos algo. Los dos sabemos que andar cansa. Los dos llegamos tarde al mismo rayito de luna. Los dos llegamos tarde al mismo sapo, al caballo que mira las aguas y no sabe que el río es una presencia poética como el sapo, el rayito de luna, como él mismo. Ese hermoso caballo inocentemente se mira en el dudoso espejo de la noche en el río. Jacobo Rauskin (Del libro premiado Espantadiablos) |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 4 de noviembre de 2007
Ir a índice de América |
Ir a índice de Acosta, Delfina |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |