Rafaela Pinto
Eucaristía feroz
Delfina Acosta

Los elementos naturales de la poesía suelen ser el mar, la nieve, la flor en la rama, el ciervo escurridizo, los arrecifes, los valles, aquel paisaje atravesado por los remos del canoero que sube la corriente del río dorado y espejeante. Nada de esto encontrará el lector en los poemas de Rafaela Pinto, porque la escritora y poetisa toma como paisaje el hombre, el ser humano de anteayer, de ayer, de hoy, que se multiplica en su dolor, en sus angustias existenciales, en su espera de una voz divina, en su amor sin cura.

A mí me hace pensar en la vida, en las injusticias con que se bautizan las existencias de los desamparados, la obra de Rafaela.

Parecieran, por lo rotundo y aseverante, letras de tango, lo suyo. Feroz eucaristía se llama su texto. Ha sido publicado por el sello editorial Botella al Mar.

La eucaristía, en la Iglesia Católica, es el sacramento instituido por Jesucristo, mediante el cual, por las palabras que el sacerdote pronuncia, se transustancian el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo.


Así pues, todo se transustancia en un por qué y en un para qué y en una irreverencia infinita para la poetisa, quien observando la evidencia devastadora de la Nada eleva su lenguaje airado a los cuatro vientos; lenguaje que se va sumando al llamado del hombre a Dios, a los interrogantes de los monjes, al tedio de los oficinistas, al cansancio y la bronca de la gente que perdió la fe.

A mí me hace pensar en la vida, en las injusticias con que se bautizan las existencias de los desamparados, la obra de Rafaela.

Parecieran, por lo rotundo y aseverante, letras de tango, lo suyo. Feroz eucaristía se llama su texto. Ha sido publicado por el sello editorial Botella al Mar.

La eucaristía, en la Iglesia Católica, es el sacramento instituido por Jesucristo, mediante el cual, por las palabras que el sacerdote pronuncia, se transustancian el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo.


Así pues, todo se transustancia en un por qué y en un para qué y en una irreverencia infinita para la poetisa, quien observando la evidencia devastadora de la Nada eleva su lenguaje airado a los cuatro vientos; lenguaje que se va sumando al llamado del hombre a Dios, a los interrogantes de los monjes, al tedio de los oficinistas, al cansancio y la bronca de la gente que perdió la fe.

                   VESPERTINA

La casa estira sábanas de angustia
sobre los cuartos. Llueve, y es la lluvia
una esquela de luz amortiguada
que apenas humedece. Cuela el aire
su desazón urbana. En los contornos
de tu silueta pierdo hasta las últimas
ganas de ser. Escucho tus palabras.

—¿Es hora de comer? —No contradigo
ese tictac de tu reloj biológico.
—La mesa está tendida. —Los cubiertos
parecen instrumentos de tortura.
Te evado, no me buscas. Cae fláccida
la noche, y para abulia de escabrosos
bordes que cortan ecos. Me resguardo
de tu mirada ambigua. Sigo muerta.

Usando endecasílabos y octosílabos, Rafaela Pinto se desliza musicalmente por sus versos. Conoce el método de la versificación. El otro método, el de la ironía, lo domina.

El poema presentado es una fiel copia de ironía feroz. Esa manera suya de ironizar, aun el amor, nos dice que ella es una sobreviviente sui géneris. Por esa razón, porque sobrevive en este mundo donde los seres humanos se convierten en bestias feroces y víctimas de una sociedad dolorosa, es que yo celebro su canto irreverente, hermoso.
Las metáforas e imágenes son de lujo. Le viene bien la palabra a esta artista que nos acerca su eucaristía, convirtiéndose ella misma en el vino y en la carne de la poesía.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 29 de marzo de 2009

ABC COLOR

Ir a índice de América

Ir a índice de Acosta, Delfina

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio