Que no jure ese fulano |
Muchas personas, aun aquellas que son interpretadas por la opinión pública como seres humanos de entendimiento amplio y aguzado sentido común, me ponen inquieta, como cuando dicen, por ejemplo, que Nicanor Duarte Frutos tira una pesada carga al futuro Gobierno de Fernando Lugo. ¿Así nomás? Yo
quisiera precisar, con el permiso de todos: Nicanor Duarte Frutos deja una
mula pesada a los paraguayos. Ya saquearon todo el granero, ya se llevaron jirones de la bandera paraguaya, ya duplicaron las llaves de casi todas las gavetas, ya desalentaron a muchas generaciones de jóvenes, los sucesivos gobiernos del Partido Colorado, y para rematar el bochinche, como quien dice, Nicanor alentó con su falta de conducta y sus desatinos, el saqueo. Con cualquier discurso que le venga bien, el ex Tendota se está queriendo desentender de sus delitos públicos ante la sociedad. Un consejito aquí, una opinión allí, una crítica más allá de sus narices, se atreve a formular el fulano. ¡El muy fulano! Los paraguayos tenemos que hacernos sentir en estos momentos. Perdonar la idea de que Duarte Frutos jure como senador es no solamente una gran contrariedad, sino un hecho que va contra uno de los principales fines a los que apostamos para instalar un cambio radical dentro de la sociedad. En
la construcción del Paraguay distinto no puede haber silla para Nicanor.
Dar comodidad a quien nos incomodó es un contrasentido. ¿Qué ayuda
puede brindar al Estado, qué opinión o sugerencia puede tener el fulano
para infundir ánimo al país, si fue él, precisamente él, quien terminó
de hundir la moral y la economía? Si aceptamos que Nicanor jure como senador, estaremos aceptando nuestra ineptitud e incapacidad para generar hechos sociales que pongan en el tapete de la discusión los temas urgentes sobre los cuales los políticos deben discutir y sacar conclusiones. Si nos callamos, si nos mantenemos en el silencio, si nos dejamos llevar por la pasividad, no cumplimos con nuestros deberes cívicos. La gran mayoría de los paraguayos no quiere el juramento de ese farsante. Faltaba más. ¿Qué le hace un juramento a un hombre ambicioso y cínico? Es tan fácil jurar y pedir que Dios y la patria se aireen ante un juramento fallido. La historia política del Paraguay de los últimos tiempos se ha convertido, gracias a Nicanor Duarte Frutos, en la historia de vulgares saqueos, que nos ofenden a quienes trabajamos dentro del marco de la legalidad. Si hay justicia, el fulano debe estar preso. Y la plata que robó debe ser devuelta al pueblo. |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 2 de junio de 2008
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