Prensa libre
Delfina Acosta

Por la prensa pasa la vida misma del pueblo. Un periodista está al diario servicio del lector. No puede un periodista genuino quedarse callado ante los sucesos que ocurren en el Paraguay y en el resto del mundo.

Sí; los periodistas somos seres humanos; caemos en equivocaciones, pero prevalece en nuestro ánimo la voluntad de acercar las malas y las buenas noticias al lector, que cuando nos hojea, baraja sus conclusiones, comparando lo que decimos con la realidad.

Quienes hacemos prensa nos debemos a la imparcialidad. Y al pueblo.

¿Por qué callar, que la gente, desahuciada, va a buscar trabajo en otras latitudes? La mayor migración a lo largo de la historia del Paraguay se está dando en este tiempo. ¿Es un invento el éxodo paraguayo? No. Es una respuesta incuestionable a la incapacidad del Gobierno para generar fuentes laborales.

¿Por qué callar que demasiados gobernantes, en nombre del Partido Colorado, se enriquecen hasta el empacho, mientras muchas piltrafas humanas se rebuscan entre la basura?

El enriquecimiento ilícito de la cúpula oficialista empobrece la existencia de miles de compatriotas. Si nos desentendiéramos de esta evidencia, de esta abrumadora circunstancia, nos convertiríamos en cómplices del latrocinio sistemático, en hijos bastardos de la prensa.

La gente busca informarse. Nosotros, los periodistas, estamos al servicio de esa gente, así nos moleste, tantas veces, su ánimo indiferente, su injustificada apatía, causa de sus mismos males. ¡ Si los paraguayos salieran a las calles ! ¡Si se manifestaran, con banderas y tambores, contra los robos!

¿Por qué debe sentir temor a la prensa quien está lejos de toda sospecha, quien gana el pan honradamente, quien no hace sino cuanto le compete en un cargo público?

Aleluya porque la prensa ventila las desviaciones del dinero del pueblo a intereses privados.

Aleluya porque hacemos públicos los nombres de quienes antes de subir al poder tenían las billeteras flacas y hoy las tienen obesas.

Así como ocurren las cosas, el país está dando marcha atrás kilómetros por segundo. Si no hubiese tanto manoseo de la plata ajena, el progreso económico ya hubiera echado a andar hace rato en el Paraguay.

Hace muchísimos años, si el Gobierno pusiera en marcha un plan económico digno y un esmerado diseño educativo, el empleo no sería un sueño imposible para los jóvenes y la educación tendría luz propia.

Pero no, ocurre que los que toman la cosa pública y se la guardan para sí, no perdonan que publiquemos sus ilícitos. Nos tienen bronca pues no los dejamos robar en paz. Nos quieren haciendo la vista gorda y escribiendo sobre bueyes perdidos.

Hay tantos personajes (todos con marcas y señas), impopularmente famosos por su deshonroso paso por el Gobierno. Estos personajes gritan, deliran y se revuelcan de odio cuando sacamos a la luz su descarada manera de tocar la plata de usted, señor lector, fiel pagador de impuestos y otras cargas.

En fin, el caso es que no nos callaremos; somos profesionales de primera hora; no nos molesta que nos quieran coser la boca pues nos hemos vuelto impermeables a las amenazas. La prensa es libre. ¡ La prensa se debe al pueblo !

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 6 de diciembre de 2007

ABC COLOR

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