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Motivos de la lluvia
Barcos de papel
Llueve...
bajo el azul del cielo
se presentó la aurora cubierta de cenizas.
Este óxido de sol implacable que cae,
al fundirse en el ebrio paisaje de la vida,
va engendrando en las almas
un humo de cansancio; una mortal fatiga,
un secreto deseo de entregar a las aguas
todo: ilusión, recuerdos, esperanzas, amor.
Tras el cristal de mi ventana
- que empañó la caricia de esta pequeña lluvia -
estoy en compañía de una pena profunda,
e intuyo que -al igual que este cielo-, manchado,
debo tener el alma sucia de niebla turbia.
Sol! Le falta sol al alma! Medito:
pero al verme tan solo,
¡tan vacío de esperanzas!
pienso que será en vano pedir restitución
de lo que ya está muerto.
... Y me doy otra vez a pensar en la lluvia;
miro cómo las aguas llevan en sus jorobas
mis ansias andariegas y mi sed de horizontes;
(esto es decir: se llevan mi juventud entera)
Constato que la ruta de esas cosas inútiles,
es igual al de aquellos barquitos de papel,
que colocan los niños -almirantes de ensueños-
sobre las aguas muertas de la lluvia obstinada.
Y digo para mí:
barquitos de papel y amor de juventud
tienen igual destino: encallan una vez,
y naufragan después para siempre jamás...
En Asunción del Paraguay, a 22/IV/1930 |