Pilar Ruiz Nestosa 
Tras los pasos del ayer

Delfina Acosta

Andante con variaciones se llama el libro de Pilar Ruiz Nestosa, publicado recientemente. El texto literario lleva el sello de Criterio Ediciones. La autora, con una fuerte vocación literaria, nos va contando, amena, graciosa, recreativamente, las cosas de antaño que le tocó vivir.

Hojeando las páginas del libro, uno va descubriendo una Asunción distinta. Bajo su pluma desfilan aquellas costumbres familiares: las interpretaciones musicales de Chopín, o de Schumann, en el piano, las veladas en el Club Náutico, las lecturas de algunos libros, los permitidos, como Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós. Posee una vasta cultura la autora; entonces, en su tiempo, las distracciones eran los libros de autores clásicos. Y en contar, y en contar, con pluma firme de escritora, ciertamente, ella nos cuenta lo que su madre le contaba también. Por ejemplo, que la progenitora de su madre, para que la hija fuera paquetona al cine, le instalaba en la cabeza unos falsos bucles sujetos a las orejas por unos finos alambres, cubriendo el sombrero todo ese andamiaje.

Aquellas eran las épocas en las que se guardaba luto, pero luto de veras, como cuando muere el hijo de la abuela Carmen, Jesús Nestosa, en la batalla de Belchite, Zaragoza.

Pilar Ruiz Nestosa no solamente nos muestra en este su primer libro que es poseedora del oficio, de la técnica y de la inspiración de una escritora, sino que sabe tomar apuntes precisos de las anécdotas y circunstancias de un hermoso ayer. La obra tiene pulso poético. Al llamado de su pluma van apareciendo personajes asuncenos, como el propietario de la casa Viladesau y el dueño de la confitería Vertúa. Crece, imponente, el mobiliario de los abuelos: “los muebles, en armonía con las dimensiones de aquellas salas y dormitorios, eran vigorosos y arrogantes. El cristalero, sostenido por torneadas columnas, se elevaba por encima del aparador con mesa de mármol y, orgulloso, rozaba el techo, quedando la fina cristalería fuera del alcance de niños o adultos de baja estatura”. Es visible la intención de dejar plasmado y etiquetado un pasado muy querido, muy caro a sus sentimientos, para que no lo lleve el viento, para que no lo arrastre el tiempo, con su indiferencia.

Su estilo, su diestro manejo de las situaciones afortunadas y desafortunadas, cooperan para que el libro se vaya leyendo con avidez. La obra tiene dirección literaria. Fotografías y recortes periodísticos, así como poesías, dan un sentido de completitud a Andante con variaciones. Esta es una historia novelada en capítulos. La tercera parte, correspondiente a “Diez años en el Chaco”, es una interpretación autobiográfica de su larga estadía en la zona chaqueña donde pudo conocer y amar la naturaleza. Pilar trae a la memoria el esforzado oficio de los troperos, quienes debían sobrellevar lluvias y peligros para hacer llegar el ganado vacuno a destino, las costumbres de los indígenas, los casos contados frente a los leños encendidos.

Evoca las privaciones y las necesidades que pasó, sin amarguras, pues su espíritu se manifiesta fuerte. En el libro emerge una escritura hecha y derecha, diseñada muy a propósito para los lectores exigentes.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 25 de Marzo de 2007

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