PEN Club del Paraguay Catorce ediciones buenas
Delfina Acosta

Fue presentado al público lector la revista nº 14 del PEN Club del Paraguay. El texto literario, como ya es una tradición, lleva el sello editorial de Arandurã.

La presidencia del PEN Club del Paraguay, a partir de esta edición, está a cargo de la escritora Emi Kasamatsu.

El PEN Club surgió, en el año 1921, con la iniciativa integracionista de la escritora británica Catherine Amy Dawson, cuyo seudónimo era Sappho. En una época, la escritora Ana Iris Chaves de Ferreiro estuvo al frente de la entidad, que echó a andar en el Paraguay, allá por los años 50, de la mano del intelectual Julio César Chaves.

El texto encierra una propuesta conceptual y artística de hombres y mujeres que aportan desde su condición literaria la intención de la poesía, del ensayo y de la narración.

En esta edición, que es la nº 14, figuran los siguientes escritores, ensayistas y poetas: Delfina Acosta, María Eugenia Ayala, William Baécker, Gladys Carmagnola, Augusto Casola, Abelardo de Paula Gomes, Efraín Enríquez Gamón, Renée Ferrer, Víctor Jacinto Flecha, Aurelio González Canale, Luis María Martínez, Francisco B. Oliveira y Silva, Genaro Riera Hunter, Domingo Rivarola, Elsa Wiezell, Princesa Aquino Augsten, Manuel E. B. Argüello, Jeu Azarru, Margarita Prieto Yegros, Lucía Scoscería, Emi Kasamatsu y Beatriz González Oddone de Rodríguez-Alcalá.

PLEGARIA NOCTURNA

¡Buenas noches, dolor! Vengo de luto
como la noche y el ciprés austero:
traigo en los ojos todo mi sendero
que transito sorbiendo tu agrio fruto.

Un racimo de lágrimas calladas,
como perlas de náufrago, vertía,
apretando en mis manos, cada día,
tu rosario de ocasos y alboradas.

Te llegabas despacio hasta mi lecho,
con las primeras luces de la aurora,
llevándote el dulzor de cada hora,
y la paz que arraigara ya en mi pecho.

Hoy transida de ti, mi vida llora
sonriendo al borde de mi amor deshecho.

(1961)
Francisco Oliveira y Silva B.


EN EL PUNTO INFINITO

Enmudecer.

Mirarnos fijamente
hasta el punto infinito de los ojos
donde el tiempo eterniza
relámpagos de amor y soledades.

Saber callar.

Oficiar de ignorante, de insensible,
y, sin embargo, arder como una pira
nutrida de esperanzas y de olvidos.

Callar. Arder.

Morirse lentamente,
adivinar la cruz de abiertos brazos
para ser lo que fuimos en silencio:

ese sitio de amor
en el punto infinito de los ojos.

William Baécker

ACACIA

Uno de los arbustos
cerca del puente flotante
soy yo.

No temas.

No caeré al precipicio.

Hay un acorde
entre tú y yo.

Es bello pensar
que vendrás a salvarme.

Elsa Wiezell

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 30 de Diciembre de 2007

ABC COLOR

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