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En
la ebriedad del bosque se titula el libro de cuatro poetas de distintas
partes del mundo que se conocieron a través de Internet y se embarcaron,
viendo la coincidencia de sus afinidades estéticas y rítmicas, en la
empresa de publicar un poemario.
¿Quiénes son ellos? Pues E. Dominique Jollivet, Felipe Fuentes García,
Óscar Distéfano Miers y Tania Correa Alegría.
La poetisa Dominique Jollivet, de origen francés y con la doble
nacionalidad francesa y española escribe versos muy buenos. Ellos pasan
previamente, o sea, antes de hacerse luz, palabras, versos, por
pensamientos que rondan la elegancia y la sutileza.
El amor es el tema con que una palabra suya se enamora de otra palabra.
Con cuánta tristeza pensada en la hora del crepúsculo van cayendo las
hojas de su poesía. Y esa poesía de su sangre, rica en imaginación, en
ritmo, se mantiene firme a través de un lenguaje delicado, preciso.
Esta es la poesía que viene de adentro y tiene la capacidad de
desenrollarse con elegancia a medida que el lector la busca. Soy una
convencida de que el lector tiene que buscar a la poesía. Ella no es explícita.
Un manto de sus mismas palabras la cubren.
Felipe Fuentes García, español, mira la cara de la poesía. Y le habla
de flores, de fuentes de agua, de árboles que soplan vientos temibles, de
un amor que se va, y de otro que retorna. Su lenguaje es sólido, rítmico,
y registra una gran variedad de términos.
Poesía amatoria, su obra surge con la fuerza misma de la humanidad.
En algunos momentos, llama la atención la tristeza de sus palabras.
Sonetos perfectos, los suyos. ¿A quién sino a un verdadero poeta se le
puede ocurrir escribir sonetos?
Felipe Fuentes es quien trae la palabra en sus diversas manifestaciones.
Poeta de oficio, como debe ser, el tono del talento resplandece en su
obra.
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