En
el Uruguay, cuando ya el pueblo se sentía maniatado en sus derechos y
vejado por el Gobierno, surgió en 1971 el siempre recordado Frente
Amplio, que se “gestó en la lucha del pueblo contra la filosofía
fascistizante de la fuerza”. Frente Amplio aglutinaba a colorados,
blancos, marxistas, trabajadores y gentes de las más diversas ideologías
y creencias religiosas que buscaban un bien común: la caída de la cúpula
gobernante.
En
el Paraguay, las fuerzas populares van adquiriendo la semblanza del Frente
Amplio. La figura que congenia partidos y movimientos políticos a su
alrededor es Fernando Lugo. Eso está visto y no se puede desmentirlo,
aunque sí consultarlo.
El líder de la alianza posee la habilidad de revisar con inteligencia las
circunstancias políticas diarias y las de largo plazo. Por otra parte
genera credibilidad en un gran porcentaje del electorado pues no cae en
populismos (insultos y promesas al santo botón).
Exige
la renegociación del Tratado de Itaipú. Tiene un pasado transparente,
que inspira a los jóvenes paraguayos, hastiados de la podredumbre
oficialista.
Cuenta con la simpatía del pueblo, que ya ha entendido (claramente) que
sin oposición sólida y fuerte seguiremos teniendo por cinco años más
al seudo coloradismo en el Palacio de los López.
La Constitución dice que está legalmente habilitado para candidatarse a
la Presidencia de la República. Que el presidente Nicanor Duarte Frutos
no quiera asimilar la verdad, la ley de la Constitución, revela su
despropósito, su maquiavelismo y su terror de responder ante la historia
como el responsable de la caída del Partido Colorado.
Al Partido Colorado le va a venir bien pasar unos cinco años en la
llanura.
En el “exilio” tomará, a través de sus afiliados, lecciones de
patriotismo, de depuración, de autocrítica, de conciencia. Tal vez
aprenda en la llanura el arte de discutir.
Se supone (se sabe, mejor dicho ), que sesenta años de seudo coloradismo
ya es mucho. Las cosas sean dichas sin rodeos: ya es más que demasiado.
Suena como campanilla la realidad de que en seis décadas de falso
coloradismo el Paraguay entró en un estado de momificación económica y
política. Nunca un pueblo de América ha sufrido tanto como el nuestro.
He aquí un breve repaso: dictadura, secuestros, torturas en el
Departamento de Investigaciones, exilios, enriquecimientos ilícitos y, en
los últimos tiempos, corrupción desmedida, pérdida de los valores
morales, éxodo de los compatriotas que van a los países del Primer Mundo
a tentar mejor suerte económica. Ni qué hablar de la justicia de nuestro
país que se presta sistemáticamente a intereses (sobre todo económicos)
de los gobernantes. Así las cosas, no se puede respirar, no se puede
vivir. Por lógica, por decisión del pueblo, por la salud política, el
seudocoloradismo debe caer.
La gente ya hace, ya hizo una clara lectura de los hechos, y desconfía,
con mucha razón, de todos los políticos. Es bueno desconfiar. Por
confiar en políticos que solamente van tras el poder y el dinero, sin
tener propuestas para un pueblo hambriento, es que estamos como estamos.
Hace algún tiempo, las mentalidades de los campesinos eran muy
manejables. Ahora cambiaron las circunstancias. Los hombres y las mujeres
del campo creen que Fernado Lugo es una punta de lanza capaz de romper la
estructura corrupta del sistema gobernante.
Con aciertos y errores, propios de un ser humano, Lugo ha conseguido
levantar la verdadera oposición que el pueblo precisa para imponerse en
las justas electorales de 2008 y enviar a un saludable retiro al Partido
Colorado oficialista.
La voz del pueblo es la suprema ley. |