Omar Lara |
Omar Lara es un poeta
fundamental de Chile, como consta en la página. Fundó y dirigió el
grupo de poesía “TRILCE”. Decir “TRILCE” es decir poesía de
Chile y de Latinoamérica. El poeta estuvo por nuestro país para hablar
sobre la creación poética en un encuentro internacional de vates. Se
presentó la oportunidad de una entrevista rica en memorias, en lecturas,
en hondas expresiones, en recuerdos, y en esperanzas... —¿Tu poesía se va desprendiendo de la realidad, del entorno? —Pertenezco a la llamada generación del 60. Una generación coincidente con algunos poetas paraguayos, como Jacobo Rauskin. Es una generación que se definió en muchos lugares de Hispanoamérica. Eso está marcado por los tiempos en los que uno nace y ha publicado. Pero también está marcado por algunas características muy definidas de lo que era nuestro continente. Nosotros nacimos poéticamente en un tiempo de muchas inquietudes. Un tiempo de utopías, de luchas reivindicativas, las llamadas luchas de los pueblos hispanoamericanos por un mundo mejor que se desplazaba en términos muy reconocibles y de los cuales los poetas no estuvieron ausentes. Nosotros tenemos mártires poéticos; en el Perú está el poeta Javier Heraud, que murió en la guerrilla. Son muchos los escritores y los poetas que estuvieron presentes en ese tiempo de búsquedas. Y de alguna manera la poesía refleja eso, ¿no? Nuestro sentir se centraba en la búsqueda, la esperanza, la preocupación por un destino personal pero también colectivo de nuestros países. Y en cuanto a la poesía mía, yo creo que se desplaza en esa inquietud íntima; lo mío es una especie de autovigilancia, de autoconocimiento, de autobúsqueda, y por otra parte, una reflexión hacia el otro, hacia el mundo plural. Para mí, la poesía es una mirada; mirar el mundo, mirarme a mí, pero también mirar al otro ser que me acompaña en este destino de vida y también de poesía. |
—O sea que estás
definitivamente comprometido. —Yo diría que sí. Los tiempos cambian. Y los compromisos adquieren distintos rumbos. Pero esencialmente sigo pensando lo que pensaba cuando joven. Vivimos en un continente que necesita justicia y mejor convivencia. Claro: aquellas convergencias que antes existían son más difíciles de encontrar. Anteriormente había mucha esperanza y ahora hay mucha desesperanza. Muchas dudas. —¿Cómo fue tu primer encuentro con la poesía? —Yo era muy lector cuando niño. Vivía en el sur de Chile, en Nueva Imperial. Ahí nací, ahí crecí, ahí hice mis primeros estudios. El sur chileno es un sur muy lluvioso. Era malo para la pelota. No podría estar en el Mundial, por ejemplo. Era un chico más o menos reconcentrado. Tenía amigos a quienes les gustaba leer. Devorábamos todo lo que encontrábamos a nuestro paso. Era mucha tontería pues era un pueblo pequeño, sin librerías, sin bibliotecas, pero poco a poco fuimos accediendo a libros de mayor interés. Y luego llegamos a la lectura de la poesía. De la lectura intensa que hacíamos, jugábamos; nos dábamos libros de lectura y después nos comprometíamos a hablar de esos libros en nuestro lenguaje niño o joven. Y luego de eso, sin darnos cuenta, creo yo, pasamos a la escritura. De la lectura muy veraz, muy intensa, fuimos a la escritura, a poner por escrito en nuestro diálogo a aquellos autores a quienes leíamos. Llegamos a la poesía y a la lectura de poetas cercanos como Pablo Neruda. Inevitablemente había que leer a Neruda. Pablo Neruda era para nosotros una especie de mito o de héroe. Había sido perseguido. Había salido huyendo, atravesando la cordillera de los Andes, disfrazado de campesino. Era un personaje para nuestras mentes jóvenes. Su poesía, desde muchos ángulos, nos estremecía. Su poesía de amor, por ejemplo. O los poemas previos que había escrito, como Crepusculario, libro anterior a los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que escribió —prácticamente— en Temuco. Después llegó un poeta que nos impresionó mucho más, o por lo menos a mí: César Vallejo, el peruano. De ahí viene TRILCE ( un poco más tarde), y un diálogo permanente sobre su ser y su desventura. Y sus grandes luchas y esperanzas. |
—¿Será que la poesía
tiene fecha de vencimiento? Siempre se dice que sí, pero ella sigue... Y
a veces los poetas se leen entre ellos... |
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DOS POEMAS DE OMAR LARA En la laguna gata En
la laguna gata de mis pies Pende
el columpio arriba en su revés Hago
un nudo en la nada y ya no es Fotografía Ese
de la derecha, en cuclillas, debajo de la barbita de Lenin, Despertaba
en la noche y me encontraba en ella, |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 19 de junio 2010
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