Un poeta atormentado fue, sin lugar a dudas, Leopoldo Lugones. Nacido en
la provincia de Córdoba (Argentina), en 1874, poseía un talento lleno de
luces, de fosforescencias, y un espíritu predispuesto a curiosear en las
ciencias ocultas. Lugones se declaraba discípulo de Rubén Darío.
Enfrentándose al universo, se sentó sobre su pensamiento trágico y
escribió aquel célebre cuento La lluvia de fuego. Un día, atravesado
por el dolor, se suicidó en “El Tigre”, en 1938.
Edgar Allan Poe también conoció el tormento de la genialidad. Nadie duda
de la exquisitez de sus poemas trágicos, pero sólo saben los duendes
fugitivos de Boston, cuánto opio y morfina necesitaba su cuerpo para
mantenerse fuera de discordia con la melancolía.
Nació en Boston en 1809. Su primera desgracia, y gloria a la vez, fue
haber nacido. Sin embargo, aquellos poemas de alta pureza literaria, y
aquellos cuentos suyos que lo han inmortalizado como maestro del género
del terror, hicieron la delicia de muchos miles de lectores.
El cinematógrafo y la televisión convirtieron en un mero y barato
producto comercial sus obras, donde las posibilidades de la vida terrorífica
respondían a su concepción del mundo.
El gato negro, un famoso cuento de su autoría, nos muestra el perfil de
aquel genio que fue Allan Poe.
Decía el maestro que “la poesía es una pura esencia sentimental e
imaginativa y de que esa esencia permanece pura y sin adulterar sólo
cuando se conserva completamente incorrupta por las ideas morales o
utilitarias que son naturales en los trabajos en prosa o en los procesos
de la razón”.
Murió cuando apenas contaba con 40 años de edad. Su vida atormentada, su
depresión severa, lo llevaban a buscar un poco de alivio para su alma
quebrantada en el alcohol y en las drogas.
Arthur Rimbaud ha sido un poeta atormentado. Nació en Francia en 1854 y
falleció en Marsella, en 1891.
Genio absoluto, en plena adolescencia, adiestró su pluma y la encaminó
hacia la redacción de obras poéticas y diálogos en latín. ¿A quién,
sino a él, se le ocurrieron títulos tan antojadizos para sus libros como
El barco ebrio y Una temporada en el infierno?
Tuvo una relación amorosa, marcada por el ajenjo, el hachís y el escándalo,
con el poeta Paul Verlaine. A los veinte años dejó de escribir. Se metió
en el laberinto de la vida. Optó por ser mercader.
Muchos dicen que se lo veía andar por algún lugar desconocido con la
mirada perdida. Es probable.
Ningún verdadero poeta abandona, porque sí, a la poesía. Ella te
persigue, como mosca endiablada, a donde vayas. Y te sorprende aún en el
amor en que intentas encontrar refugio. Víctima de un carcinoma, Rimbaud
falleció. Pero quedó su obra bella e iracunda.
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