El autor de Noche de pesca y
otros cuentos conoce al dedillo el país, sus gentes, la moral de los
individuos que viven al margen de la ley, la decadencia física y
espiritual de los cientos de seres marginales que hurgan en las basuras. Y
con su conocimiento de esa realidad, que nos duele, sin lugar a dudas,
coloca en la vidriera literaria personajes de aquí, de allá, de los
barrios bajos de Asunción y de los más remotos lugares del país.
Los finales son fatales, en su mayoría. Un velo de misterio cubre ciertos
relatos suyos. El autor gusta jugar con su yo, transformándose, en
algunos cuentos, en una entidad doble. Esta apuesta sicológica es
abordada con mucha naturalidad por su escritura.
Fantasía, suspenso y un retrato casi desgarrador de la sociedad son los
elementos literarios con que Cardozo avanza en la literatura.
No se pueden dejar de mencionar, ni mucho menos, las fotografías de su
autoría con que los textos están ilustrados.
BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA: Nació en Asunción el 26 de junio de
1954. De profesión arquitecto, estudió en la Universidad Nacional de
Asunción (1980 - 1985), con presentación de tesis. Ejerce el periodismo
desde muy joven (La Tribuna, Última Hora, La Tarde) y actualmente escribe
en la sección Arte y Espectáculos del diario ABC Color de Asunción.
Formó parte del Taller de Poesía “Manuel Ortiz Guerrero”, desde 1977
hasta 1989, publicando tres libros colectivos a lo largo de esos años.
Tiene publicado un libro de poesía Poemas de fin de siglo. También
escribió el Diccionario de las Artes Visuales del Paraguay.
FRAGMENTO DEL CUENTO “VALE DE CANTINA”
Él sabía de las injusticias, pues de joven escuchó contar a los
ancianos; que fueron esclavizados por los españoles hace muchísimo
tiempo, que después vinieron los militares, luego los estancieros, los
cazadores, y ahora los menonitas. Sabía de las injusticias, pero ¿cómo
decirlo, cómo gritarlo?
Ñandu’i, un indio moro que trabajaba también en Filadelfia, desapareció
para siempre tras protestar por los excesos, una noche en que bebió de más
y atacó con una raja a un menó. Más tarde lo vinieron a buscar un
sargento de caballería y dos soldaditos. Por toda explicación dijeron
que se fugó hacia Bolivia. Nadie lo lloró y ni se habló del asunto
mucho tiempo.
En los sermones que a veces les daba Gerald, un colono ayudante del
pastor, en la mezcla de algunos dialectos que fue aprendiendo de tanto
tratar con ellos, les había prometido una vida mejor, mejor paga y
medicina. Pero el entusiasmo pasó en seguida.
Abrahan Jensen le había bautizado con el nombre de Isaac, nombre prestado
de la Biblia, al poco tiempo de haber llegado a la comunidad. Fue un acto
del que disfrutaron mucho los chiquillos rubitos. Era una novedad para
ellos que un indio llegase hasta el atrio de la iglesia”. |
