EL OBSERVATORIO |
Las cosas cambian Delfina Acosta |
Las cosas cambian por voluntad propia y ajena. La gente está aprendiendo a expresarse con el corazón y con la inteligencia, lo que genera una liberación, un paso real de la enfermedad moral a la salud cívica. En fin, va para los lectores una muestra de cambio radical acontecido en la Argentina: Los hombres del campo se rebelaron ante el desacierto de Cristina Fernández de Kirchner, quien creyó que iba a imponer las retenciones móviles sin mayores complicaciones. Hubo cortes de rutas que duraron más de cien días, por parte de los ruralistas. El marido de Cristina, Néstor, quien es el que –realmente– toma las decisiones de peso en el país, organizó hace muy pocos días un acto político frente al Congreso; congregó a no más de noventa y cinco mil almas, o mejor dicho, simples kirchneristas; los ruralistas, a pleno pulmón y sin contar con los cómodos recursos del Estado, juntaron en un barrio de Palermo 225.000 hombres y mujeres, aproximadamente. Quedó así manifestado que el país, en su enorme mayoría, no estaba a favor de las retenciones. Y se explica que se esté en contra de las mismas, pues cuando al campo, recurso y amparo del futuro de un país, se agobia desde arriba con impuestos agresivos, el resultado a corto o largo plazo es la pobreza, el colapso de la economía y el resentimiento de la clase trabajadora. En resumidas cuentas, los Kirchner, en una pulseada en el Senado, alcanzaron el resultado de 36 contra 36, sin lograr imponer, fanatismo de por medio y mucha presión, el triunfo del oficialismo. Desafiando al miedo, Julio Cleto Cobos, vicepresidente de la nación, anunció que solamente estaba haciendo lo que su corazón le mandaba hacer, al votar en contra de las retenciones. Así
pues, con su voto, ganó el campo. Como debe ser. Un país tan rico en
tierra como la Argentina, no podía venir a caer en una zanja. El
empacamiento de Cristina Fernández de Kirchner se convirtió en un trago
amargo para la misma presidenta. Me alegra el entusiasmo de los jóvenes, pues están aprendiendo que no se puede meter en un baúl el pasado, y que el presente hay que mejorarlo con convicciones, unidad, coherencia y optimismo. Me
anima toda aquella persona que lucha día tras día por lo que cree justo
para sí y para los demás. ¡Tantas cosas dependen de nosotros! |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 22 de julio de 2008
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