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Opinión

La libertad es el bien de América
por Delfina Acosta

Cuando Fidel Castro trajo la revolución a Cuba, convencido, seguramente, de su causa, el escritor cubano Reynaldo Arenas se sumó a la “revuelta”, al griterío popular, ilusionado como miles de habitantes de la isla con poner fin a la era de Batista.   

Pero Castro, al igual que todos los hombres que asumen un poder absoluto, terminó volviéndose en el verdugo del escritor, quien en su primera entrada a la prisión, donde (él lo sabía) sería torturado, consumió una enorme cantidad de alucinógenos para no terminar delatando a sus compañeros disidentes.   

El poder absoluto corrompe al hombre y lo devuelve a su condición primigenia de barro.   

Para mantenerse en el poder, un dictador –necesariamente– debe instalar un régimen de delatores.   
  
El autor de “Antes que anochezca”, una novela autobiográfica, escribía, escribía, haciendo uso de las lamparillas del sol. Y debía esconder sus manuscritos en los lugares más insólitos para no ir a parar a prisión pues estaba marcado por Fidel.   

Homosexual confeso, en una oportunidad declaró: Lo peor que te puede pasar en Cuba es ser escritor, homosexual y disidente.   

Contrajo sida, superó, valga la ironía, dos intentos de suicidio, pero ya en los últimos tiempos de su existencia, con el sentimiento llagado por los horrores que presenció en las prisiones, y los que él sufrió, en carne propia, decidió poner fin a su vida, en 1990, en un departamento de Nueva York. Escribió una carta como pasaporte a un mundo mejor:   

“Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la isla los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza. Cuba será libre. Yo ya lo soy.”   

Bien. Ahora tenemos un hombre que quiere hacer una nueva revolución. Se llama Hugo Chávez. Desde lejos me golpean las mentiras que dice a través de los medios televisivos. Se autoproclama el líder de Venezuela y quiere imponer la revolución bolivariana.   

Lo que hace, el muy bravucón, es violar abiertamente los derechos a la libertad de los miles de venezolanos que ven cómo el cerco avanza sobre sus vidas y les va quitando lo que levantaron con trabajo, dignidad y compromiso familiar.   

Hace poco recibí un mensaje electrónico de una amiga poetisa que vive en Venezuela.   

En los primeros tiempos de nuestra relación la notaba fresca, amigable con los poetas, pues me enviaba entrevistas que hacía a los vates y otras actividades dignas de encomio. Hoy ella está hecha un montón de hojas secas. “Te van sacando de a poco, sin orden, las cosas. Te despojan de tus ilusiones, tus creencias, tu derecho a la libertad que es mi principal creencia”, me escribía.   

Y no digo su nombre para no meterla en problemas.   
  
Ojalá que nunca sea aceptado como miembro del Mercosur, Venezuela. ¿Qué puede aportar?   

Los tiranos ya no tienen cabida sobre la faz de la Tierra.

La ocupación primera o preocupación de los Gobiernos de 2011 debe ser combatir desde todos los sitios posibles a los regímenes totalitarios.   

Se cumpliría el sueño de Reynaldo Arenas si la libertad del ser humano, del hombre, sea el primer mandamiento de esta América nuestra.

 

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 3 de enero de 2011

ABC COLOR

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