Kato Molinari, poemas para celebrar
Delfina Acosta

La autora es una poetisa argentina que juega con la imaginación, convirtiendo, obviamente, su diversión (usemos tal término) en relajamiento del lector. Me refiero a la diversión artística, desde luego. El libro que comento se llama Una hormiga/Un halcón y lleva el sello editorial de Ediciones Último Reino.

Cualquier ser viviente, cualquier roca sorprendida por ella en la planicie, cualquier flor echada a volar con la imprevista llegada de la tormenta es delicia para sus ojos, y motivo de celebración musical así como de fiesta poética para su alma.

Se entretiene con la ironía como lo haría el mismo poeta porteño Jorge Luis Borges.

Sus poesías, todas cultas, todas finamente elaboradas, no llegan hasta el fondo de los huesos de la humanidad, pero igualmente, la tragedia humana, el principio y el fin del amor, la complejidad de la existencia, encuentran en sus versos modelos de expresión dignos de crédito.

Partiendo de la base de que Kato Molinari usa un lenguaje muy particular (y también muy novedoso), el lector debe darse por enterado que al tocar su libro, al hojear las páginas de su texto poético, se tocará un mundo de ironía ejemplar. Es pues, según mis conclusiones, irónico el mundo en el que se desenvuelve esta poetisa argentina que se eleva con voz firme y madura en la poesía actual.

Breve reseña biográfica de Kato Molinari: Nació en Alta Gracia, Córdoba. Egresó de la UNC con el título de licenciada en Letras. Es traductora, narradora y poeta. Sus libros de poesía son Por boca de quién, Losada, 1972; Miradas y peregrinaciones, La lámpara errante, 1982; Noche de las cosas, mitad del mundo. Ediciones Midi le juste, 1986; Las simias, ediciones Ocruxaves, 1986; Umbral, 1989, y Un Jerónimo de duda, Alicia Gallegos editorial, 1996.

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Si no las vi fue porque no quise, ellas casi 
siempre estuvieron al alcance del alma, del 
corazón. De mi corazón fuera de borda. De 
mi tolerancia en preparación. De los asesinos 
que alenté con el mensaje unívoco de mis ojos. 

Ahora que las reconozco, el tiempo no me alcanza 
para agradecer errores y desdichas, errores y 
desdichas y pérdidas de tiempo, alojados ya en 
transitorios meandros de la memoria. 

Si no las vi fue porque mi corazón de utilería 
abría pero no cerraba (¿sístole? ¿diástole?). El 
de ahora es genuino y no está falseado. 

Kato Molinari

El viento se ha enojado conmigo


El viento se ha enojado conmigo. Dice que no tengo 
fortaleza suficiente para enfrentarlo 
a seiscientos metros sobre el nivel del mar. 

El viento es un capítulo aparte. Nadie como él 
para levantar faldas, para toquetear, 
para despertar aromas y olores. 

El viento no puede quedarse quieto 
en esta región desolada. 

El viento conduce a la comprensión de las marañas, 
de los nudos gordianos. 

Lleva un hacha en la mano y su brazo 
es un estigma, una úlcera, una llaga. 

El viento me despeina, me peina. 

Me inaugura. Las fosas nasales no logran 
eludirlo. 

El viento se ha enojado conmigo, bis.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 18 de mayo de 2008

ABC COLOR

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