Estamos ante un libro de reciente publicación, que lleva el sello editorial de Arandurã. Pues bien, la autora de la obra hizo un viaje al año 1362, en el sentido formal de la palabra. Conoció modos y costumbres de vida de un país con creencias religiosas fuertes, apasionadamente enraizadas en la mente y en los sentimientos de hombres y mujeres de Irán. En Irán, la palabra guerra tiene casi connotación de cotidianidad. Una historia ya demasiado sabida, pero puntillosamente contada por Juana Inés Sörensen, es la permanencia de una cultura y tradición que descalifica casi a la mujer.
Hay que intentar comprender la natural conducta de sumisión de las mujeres en ese país donde los hombres encaran el “Jihad” con el único “afán de proteger y expandir la fe en la Tierra”. Por supuesto, el “Jihad”, pésimamente traducido al Occidente, aparece como la guerra santa contra los infieles. De esto saco la conclusión personal de que, en materia de religión, la confusión es la madre de todas las religiones. Y que el fanatismo es la misma peste.
