Jóvenes y política
Delfina Acosta

Un punto: Me siento triste porque se ha frustrado el rescate de los rehenes en poder de las FARC. La mayoría de los analistas del tema sospechan de la sinceridad del presidente de Colombia, Alvaro Uribe.

La opinión más puntual la dio el esposo de Ingrid Bentacourt, quien expresó que las veces que estaban cercanos a su liberación, el Gobierno colombiano echaba una cortina de humo sobre las negociaciones.

Otro punto: El coloradismo quiere perpetuarse en el poder. Sabemos que tiene todo el aparato estatal a su favor, y va a ser tarea fácil la perpetuidad, a menos que reaccionemos. Ante una situación de descaro, se impone la rebelión masiva.

Ya instó Luis Castiglioni a sus adherentes a salir a las calles. Ya judicializa las internas coloradas por fraude. En sus legítimos derechos está, me parece, ese señor.

Pero en nuestros más legítimos derechos estamos nosotros, pueblo, al exigir a los colorados que dejen de ambicionar la perpetuidad.

A veces me pongo a pensar: ¿Por qué los colorados oficialistas hacen y deshacen nuestras vidas, como se les antoja?

Pues porque somos miedosos y apáticos; no tenemos convicción en las venas. Preferimos agonizar en la pobreza y continuar siendo un país de escasas luces, antes que romper nuestras cadenas.

Qué cómodo se le hace todo al aparato estatal para eternizarse en el poder. Tiene a su favor los impuestos que usted y yo pagamos.

Impuestos que abonamos al santo botón, sin lugar a dudas, porque el dinero que damos para el mantenimiento de la ciudad no se traduce en hechos positivos.

Los baches siguen siendo un problema para la circulación de los automotores, los apagones de luz se dan con frecuencia, las calles de Asunción y de sus barrios están atestadas de basura, los caños de Essap se rompen y nos encontramos con enormes raudales de agua enmoheciendo caminos y hasta veredas.

En resumen, con nuestro dinero que mucho nos cuesta acumular, estamos sustentando no solo un lujoso nivel de vida de muchísimas personas ligadas al Poder, sino además ayudando a fortalecer el aparato estatal.

Pero yo le digo, como paraguaya, al pueblo, que ya es hora de dejar atrás la pasividad.

La juventud debe entender que su indiferencia ante la política no se justifica desde ningún punto de vista.

Los jóvenes necesitan hacer política. Desde la decencia radical y el patriotismo, deben interpretar la política como se entiende: Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

Los jóvenes pueden hacer, si se proponen, una lucha contra la pobreza, la educación pésima impartida en las aulas de estudio, la falta de justicia y la impunidad en el país.

A mí me da pena ver cómo los chicos dicen, cuando son entrevistados, que la política no les va ni les viene.

Ellos deben politizarse más que nunca, en estos tiempos en que los manipuladores de conciencia hacen papillas con sus vidas.

Se impone tomar decisiones. Y tomar decisiones es plantarse frente al oficialismo estatal. Es buscar votos para la alternancia. Es distinguir entre un sistema corrupto, que lleva sesenta años de infección purulenta y el cambio real que pretendemos los paraguayos.

Yo, particularmente, quiero creer en los jóvenes.

No los quiero ver atrapados dentro de un país mediocre. Arriba con el espíritu combativo.

¡¡¡Sangre en las venas, caramba !!!

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 8 de enero de 2008

ABC COLOR

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