Humberto Garza |
Humberto Garza, un poeta
pleno, nació en 1948 en Montemorelos, Nuevo León (México) y radica
desde 1964 en Houston (Texas). Su poesía, llena de extremos líricos
marcados por el tormento íntimo, es una de las mejores de América, del
siglo éste que vivimos.
Sus poemas llegan como agua pura al lector, pues están hechos con la poesía de todos los tiempos, o sea, reúnen la exactitud de los clásicos como Lope de Vega, observador irónico del arte y de la sociedad profanados por la vulgaridad; la purulencia de los vates malditos como Charles Baudelaire, que hacía alusión a su persona usando un lenguaje prestado del diablo; el amor total de Pablo Neruda, quien nombró a la mujer con audacia y ardiente sensualidad. Sus canciones traviesas son de las mejores. |
La musicalidad y el ingenio le salen naturalmente, lo que hace posible que el lector se encienda -rápidamente- con sus poemas y que muchas generaciones de poetas tiendan a imitar su estilo. Creo que el poeta mexicano Humberto Garza representa fielmente un modo de poesía que ha de mantenerse a través del tiempo, pues en su lenguaje arde la voz fuerte, furibunda casi, del hombre que observa en derredor una sociedad compleja, artificial (muchas veces), indiferente, donde la expresión artística toma, en determinadas formas, un intento de suicidio. Hay que leer a Humberto Garza, pues su obra actúa como motivadora del talento que a veces no tiene respuestas para las muchas preguntas que nos acucian sobre la poesía, el hombre, el amor... |
QUEJA Ya no puedes dormir, estás vacío... y estás alcoholizado incluso en los días de primavera. Tienes llena de llagas la garganta, pero optimista afinas setentaisiete liras que tocarán mañana en la fiesta que ofrece la gramática. ¡Así tenía que ser... en eso tenías que terminar! Jefe de los aullidos... ¿Por qué abandonaste los fresnales y tranquilas almácigas que regabas con aguas provinciales? ¡Aguas donde nadaban bacterias con tus genes ancestrales! Barón de esquizofrenias... ¡Nos traicionaste a todos! Hoy culebrea tu lengua como un río lleno de recodos. Andas vagando a tientas, y tus versos se han vuelto terriblemente deleznables y fatídicamente desastrosos. Desde las copas altas yo te pedía un poema ¡El más bello del mundo! Y te dí el señorío de mi gran latifundio. ¿Por qué me defraudaste? ¿Por qué perdiste el rumbo? Abatiré tu altar de mármol con lluvia que emana de mis ojos... Sigue afinando liras con tus dedos temblones y tus ojos vidriosos... Humberto Garza |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 2 de noviembre de 2008
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