La
fantasía
Pero también fantasea, como es lógico,
para armar esta historia novelada, que se
halla dividida en dos partes. La primera es
el reflejo de sus investigaciones, y lleva
el nombre de “Una cita con el destino”.
La segunda, llamada “La fuerza del amor
durante la guerra”, es fiel a los
episodios bélicos cronológicamente
descriptos, aunque la trama romántica
protagonizada por Francisco Solano López y
Elisa Alicia Lynch, responde a la inspiración
del autor.
Curupayty,
sentimientos y sufrimientos
Cito: “Todos los intentos de poner pie en
las trincheras de Curupayty habían
resultado estériles y costosísimos”. El
general José Eduvigis Díaz, el héroe de
la jornada, fue homenajeado con un gran
banquete. Cito: “Participaron del mismo, a
más de los jefes superiores del Ejército,
Elisa Lynch y el obispo Palacios. El
Mariscal hizo el elogio correspondiente con
estas palabras: "Vuestro nombre,
General, no morirá: vivirá eternamente en
el corazón de vuestros conciudadanos”.
No es una primicia, pero vale la pena
mencionar que el Comandante Paulino Alen,
intérprete fiel de los sentimientos patrióticos
del Mariscal, recibe de parte de Madame
Lynch, la admiración por saber colocar en
segundo lugar su amor por ella. En la pluma
del escritor Madame Lynch se expresa así:
“Lo sé, comandante Alen, por lealtad al
Mariscal López y por el afecto que también
él siente hacia usted. Por eso precisamente
mi gratitud, ya que cuando me sentía
agraviada, aislada o abandonada, no hubiera
tenido la fuerza suficiente para resistir
una palabra suya, pues aunque amo entrañablemente
a su Mariscal, una mujer resentida no puede
ser insensible a sus sentimientos y a su
ternura”.
El comandante Paulino Alen, cuando la guerra
se intensifica, y comprende, desesperado,
que sus soldados están destinados a morir
de hambre, decide autoeliminarse, aunque no
lo consigue. Lo reemplaza, por orden del
Mariscal, el coronel Martínez. Tiempo después,
Martínez capitula en Isla Poí,
contraviniendo las órdenes de resistir
hasta el último momento. A partir de
entonces, Juliana Ynsfrán, esposa del
coronel, es motivo de sospecha para el
Mariscal, pues, piensa él, que como esposa,
algo debía de saber de los planes de
claudicación de su marido. Juliana Ynsfrán
es llevada a San Fernando, lugar donde sangró
la época más trágica de la guerra. Sobre
tan triste y castigada mujer, el capitán
Matías Goiburú testifica que “... al
retirarse el ejército de San Fernando, la
referida señora fue conducida a pie,
marchando día y noche a la par de muchísimos
otros reos y desgraciados, que venían bajo
custodia, arreados como animales y con orden
expresa de lancear y bayonetear a todo aquel
que se cansara”.
La personalidad del
Mariscal López
Resulta muy interesante lo que escribe Salum
Flecha en la página 471, ocupándose de la
particular manera de ser del polémico
Mariscal López. Yo aún me hago esta
pregunta: ¿Por qué la gente lo seguía
sabiendo que iba a una muerte segura?
Cito: “Elisa Lynch sabía muy bien que
para Francisco Solano López lo más
importante era ocuparse de los sufrimientos
del pueblo, no así de la suerte de un
individuo en particular. Por eso lo comprendía
el pueblo y las masas populares se alzaban y
lo seguían abnegadamente hasta el
sacrificio supremo. En cambio, los que
desertaron y descarriaron pagaron con sus
vidas en San Fernando o Itá Ybaté, donde
le acosaban con igual intensidad los males físicos
que padecía por efecto de su mala
dentadura, produciéndole intensos dolores
que le obligaban a enjuagarse la boca con coñac
que luego escupía. Y como si eso no fuese
bastante para un hombre que no tenía tiempo
para ocuparse de sus propios dolores físicos,
sufría alternativamente también ataques de
profunda melancolía y accesos de fervor
religioso”.
En cuanto a Elisa Lynch, se sabe que debía
compartir su marido con Juana Pesoa, aunque
ella estaba, por su carácter fuerte y su
inteligencia, en un “rango superior”,
por así decirlo.
Junto al poeta
Alfred de Musset
Salum
Flecha entra en detalles más que minuciosos
al transcribir la lista de las joyas que
Madame Lynch, como otras señoras, ofrecen
para “solventar” los gastos cada vez más
elevados de la guerra.
Tremendo disparate fue la guerra para muchos
historiadores. Un acto heroico del pueblo
que seguía hasta el fin de sus días al
Mariscal, son las palabras de otros. La
realidad es que la guerra dejó al Paraguay
sumergido en la despoblación y en la
miseria.
Los restos mortales de Madame Lynch,
fallecida el 24 de junio de 1886, por
carencia de medios en un difícil episodio
de dolor y de miseria, fueron transportados
por los funcionarios de la comuna parisina a
una tumba vulgar, con un epitafio que dice
lo siguiente: “Aquí descansan los muertos
desconocidos”. La extranjera, la
concubina, la madre de los hijos del
Mariscal López, tenía cincuenta y un años
cuando le llegó la muerte, y sus restos
fueron a dar junto a los huesos de los
“cualquiera”. Pero ahí no acaba la
historia. Cito: “Pronto, sin embargo, sus
hijos le construyeron un magnífico sepulcro
en el cementerio de Pére -Lachaise, cerca
de la tumba de Alfred de Musset, el poeta
que más admiró en vida, rindiéndole un
postrer pero emotivo homenaje. Y la patria
del mariscal Francisco Solano López, no
tardó en reivindicar la memoria de ambos.
El primero reposa actualmente en el Panteón
Nacional de los Héroes de Asunción y Elisa
en un regio panteón en el Cementerio de la
Recoleta, erigido por el Gobierno, Pueblo y
Fuerzas Armadas de la Nación en 1970”.
Salum Flecha cierra su libro con este
razonamiento: “Lo más importante, sin
embargo, es que, con abstracción del tiempo
y del espacio, estarán ya por siempre en el
corazón y la mente de los paraguayos”.
Es probable que tenga razón.
El otro hombre
No se puede dejar de recordar la memoria del
General José Eduvigis Díaz, héroe de la
batalla de Curupayty.
Cito: “A las cuatro de aquella tarde
primaveral, el trompa Cándido Silva, que se
mantuvo cerca del general Díaz durante toda
la batalla, anunció con un toque de clarín
la certeza de la victoria ante el repliegue
definitivo del enemigo que se retiraba en
desorden”.
Escribe Antonio Salum Flecha:
El 7 de febrero, se extinguía la vida del
intrépido general Díaz. Momentos antes,
como ya tenía la certeza del viaje sin
retorno a emprender, ordenó a su ordenanza
Cuatí que le cambiase de ropas y le pusiese
su uniforme de General. Ordenó también que
la pierna embalsamada conservada en una caja
le fuese colocada como la tenía antes,
calzada con bota, para ser depositado con
las dos piernas en el cajón fúnebre.
**********
Corre
por mi cuenta: Haber perdido a un jefe con
la jerarquía y la moral del General Díaz,
fue un golpe fuerte para el Mariscal, el
pesar se disipó cuando supo que las damas
de la alta sociedad asuncena, se
desprendieron de sus joyas y de sus alhajas
en pro de la defensa nacional...
Breve reseña de A.
Salum Flecha
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, es
diplomático, político, periodista,
escritor y docente universitario. “Facetas
Públicas y Privadas en la Guerra de la
Triple Alianza”, es su primera historia
novelada que Intercontinental Editora
presenta a la opinión pública nacional e
internacional, fundamentalmente de los países
del MERCOSUR, aunque también involucra a
los Estados Unidos de América, Francia y
Gran Bretaña. |