Escribe Hernán Codas J. en torno a aquello que posee condición de
doble, o sea aquello que se da, valga la reiteración, doblemente. Me
viene a la memoria el pensamiento de que los médicos son buenos
observadores de las rarezas que se dan en la cotidianidad. Dualidades y
Dobleces o sea..., editado por
Servilibro, fue escrito por un médico. Me refiero, de más está
decirlo, pero igual lo digo, a Hernán Codas J., médico cirujano.
Escribe sobre el doble apelativo: el nombre propio y el marcante.
Marcantes y nombres propios se observan comúnmente en el Paraguay. Mas
apunta el autor que famosos personajes de la historia tuvieron sus
respectivos apelativos, como Miguel Cervantes de Saavedra (El manco de
Lepanto). Mucha gracia me hizo que hiciera referencia a las dos horas
por las que nos “regimos”. Tenemos la hora “oficial” y la
“paraguaya”. La hora paraguaya, la dilatada, no es más que la que
muestra nuestra condición de seres irrespetuosos, pues no hay mayor
indecencia ni mala educación que llegar tarde a una cita.
Expresa el francés Nicolás Boileau Despréaux, sobre la llegada tardía
a una cita lo siguiente: “Procuro ser siempre muy puntual, pues he
observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en
la memoria de quien la espera”.
Tenemos dos estaciones: el verano y la estación del ferrocarril. Nada
puede ser más cierto. El calor agobiante del Paraguay lo conocemos bien
quienes sufrimos sus temperaturas que llegan a los extremos: 45 grados.
Uno, dos o cuatro días de frío son los que vivimos durante el
invierno, si así se lo puede llamar. Las hojas que caen, el asomo de
las flores amarillentas y algún repetido viento sur de las tardecitas
conforman pues la estación del ferrocarril.
En nuestro país existen dos bebidas: el mate y el tereré.
El primero se lo toma caliente y el segundo frío. Responde su consumo a
las temperaturas extremas y a la necesidad de tomar un descanso grupal y
hablar sobre el prójimo entre bromas y de veras.
Remontándonos a la historia, hallamos que Paraguay tiene dos ex
presidentes que han fallecido en nuestro suelo. Pudieron haber sido más.
O bien pudo haber sido que ningún ex presidente de otro país muriera
en nuestra patria. Pero, acogidos al derecho de asilo, han venido a
pasar sus últimos días en el Paraguay, el muy ilustre político y
escritor Domingo Faustino Sarmiento, quien realmente se autoexilió, y
Anastasio Somoza, quien se refugió cobardemente bajo la protección de
su colega de armas, el dictador Alfredo Stroessner.
Por aquellas situaciones que se dan bajo alzamientos que no son tales
sino simples acomodos o transferencias de poder, tenemos en el Paraguay
dos días de la revolución. Y es que el 2 y 3 de febrero de 1989, el país
sufrió un cambio: amaneció con un nuevo presidente, el General Andrés
Rodríguez, consuegro del presidente depuesto, el General Alfredo
Stroessner.
Consta en el libro que los paraguayos tenemos dos capitales, y ellas son
Asunción y Luque. La última, durante la invasión de las fuerzas
aliadas (Brasil, Argentina y Uruguay) hacia 1868, fue decretada como
capital el 26 de febrero de 1868. Dice el autor que no existe registro
sobre la designación, y, lo que es más, tampoco existe ninguna
derogación de tal decreto.
O sea que Luque sigue siendo capital del Paraguay.
Por aquello de que la política es la expresión más sucia del poder,
tenemos en Paraguay dos partidos políticos, el propio y el de la
conveniencia.
Analizando la conducta del ser humano, uno toma registro de su condición
para adaptarse a los tiempos políticos que corren con el fin de obtener
ventajas económicas. Rige con mayor fuerza, diría yo, el partido político
de la conveniencia.