Dos poetas en el tiempo |
Cuando tú preguntas a un chico que se inicia en la literatura, precisamente en el arte (o mal arte) de escribir versos, cuáles son los poetas de su preferencia, sin arquear la ceja, sin pensar siquiera dos veces, te suelta el nombre de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870). Fue el vate español que mejor encarnó, quizás, la imagen que se tenía, en otros tiempos, del poeta, pues su cuerpo no resistió los embates del trabajo y de las penurias, para perecer en una fría habitación. |
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Volverán
las oscuras golondrinas |
Al
terminar el acto, los aplausos caían como pétalos de rosas sobre aquella
“inspirada artista” que tan bien recreaba el amor incondicional del
hombre. |
Pasó
con su madre. ¡Qué rara belleza! |
Notará
el lector que casi todos las líneas llevan signo de admiración. Los
signos de admiración, que ahora ya perdieron casi uso en la poesía, eran
instalados en los versos de corte dramático, con el propósito deliberado
de poner una intención arrobadora en la obra. |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 20 de julio de 2008
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