Era el ideal del Instituto Paraguayo dar relevancia al desarrollo de la
cultura intelectual y física y del espíritu de asociación.
En el citado material hallé poemas, uno perteneciente a Ignacio A. Pane.
Una poesía titulada “En el hogar” llevaba la firma del gran poeta
paraguayo Alejandro Guanes.
Otra letra que llamó mucho mi atención es la carta de agradecimiento
enviada por el escritor Rafael Obligado, quien fue acogido por la
intelectualidad paraguaya como miembro honorífico del Instituto
Paraguayo.
Muchas cartas polémicas, firmadas por personalidades de la época, que
giraban en torno a la Guerra del Paraguay y que aparecieron en el año
1869, en el diario “La Tribuna” de Buenos Aires, se habían agotado y
fueron publicadas entonces en la revista del Instituto Paraguayo.
Los escritores de las cartas polémicas eran personalidades de fina
cultura y conocedores de las ofensas sutiles.
Hallé en la revista del Instituto Paraguayo perlas de singular valor y
que vendrían a ser como un bloque de humor, necesario en todo texto de
circulación masiva.
He aquí el ejemplo:
SIN DELITO
“Preguntado un cachafaz
— ¿Por qué preso hasta la fecha?
Contesta sin más ni más
—‘Es por supuesta sospecha’
Nemo
Asunción, Noviembre 1° de 1896”.
Despertó mi interés la reedición de un pequeño libro escrito en la
memoria de Gumersindo Ayala Aquino. Hombre de naturaleza bohemia, él era
un consumado autor de poesías y frecuentador de bares. La autora de una
anécdota relacionada con el poeta de marras es Josefina Plá. Me estoy
refiriendo al texto “Jheñoivo Tavaguasu”: se trata de una valiosa
contribución de Gumersindo Ayala Aquino en el idioma autóctono. Guaraníticamente
pura, como lo señala Alejandro Brugada Guanes en el Proemio de la primera
edición, la obra compendia el sentido histórico de la fundación de
Asunción, al cumplirse el 432 aniversario de la fundación de la ciudad
capital.
Muchos textos más como “Ivagarape”, de José Martínez, impreso por
la editorial Minerva y un pequeño estudio de Juan E. O’Leary sobre la
batalla de Tuyutí, me acercó la señora Margarita Kallsen,
generosamente.
Le estoy muy agradecida.
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