Cultura y políticos

No conversaron con los escritores paraguayos los presidenciables

Lino Oviedo, Pedro Fadul y Blanca Ovelar.

Delfina Acosta

Alegaron compromisos contraídos, las excusas de rigor. En fin, la cosa es que se ve sin linterna que no tienen interés en las significancias ligadas con la cultura.

Acaso Lino Oviedo conozca, de nombre, a Gabriel García Márquez, pero dudo yo que haya leído su obra de escarlata “El coronel no tiene quien le escriba”.

Nació para las armas, el General, como Don Quijote para las armaduras; el segundo leyó muchos libros de caballería, y el primero, de la caballería salió cabalgando para tiempos demasiados modernos, como jinete embozado.

Pedro Fadul no pudo asistir al panel y generó algún descontento. Pero yo le veo delgado, mejor dicho, flaco, en materia de cultura.

Blanca Ovelar, que pasó por el Ministerio de Educación y Cultura, y no hizo nada por la educación paraguaya, y no entiende de políticas culturales, no llegó a la cita, por razones partidarias.

El caso es que los presidenciables, a excepción de Fernando Lugo, toman en muy poco la proyección del escritor dentro de la sociedad.

No están enterados, a cabalidad, del aporte que hace el escritor en un ambiente donde pensar tiene mucho que ver en la relación entre el individuo y la expresión intelectual de los novelistas, narradores y poetas.

Por otro lado, ¿qué plan cultural han diseñado? Mucho me temo que no saben que el genuino progreso de un país, entendido como el crecimiento y la maduración de las mentes, germina mediante una rigurosa educación repartida a los niños y a los adolescentes.

Quien no graba con fuego en su ideario, el convencimiento de que la salud y la educación son los soportes del crecimiento de un pueblo, no tiene nada que hacer dentro de un partido político.

A Pedro Fadul, con la mejor onda, le recomiendo que lea aquella letrilla satírica del poeta español Francisco de Quevedo, que así comienza a andar: “Madre, yo al oro me humillo, /Él es mi amante y mi amado, /Pues de puro enamorado/ Anda continuo amarillo./ Que pues doblón o sencillo/ Hace todo cuanto quiero,/ Poderoso caballero/ Es don Dinero”.

A Lino Oviedo, con el mejor ánimo, le sugiero la lectura de “Don Quijote de la Mancha”. En tan andante libro de caballería irá a solazar su espíritu mientras pase la atención por los varios modos con que el caballero de la triste figura intentaba resolver entuertos. Alguna idea quijotesca prenderá en su cabeza para no salir muy mal parado de estos trances electorales.

A Blanca Ovelar, que –seguramente– es muy culta y ya ha leído muchos libros del pasado y del presente, le sugiero que disfrute relajados momentos hojeando nomás cualquier gracia literaria que se le aparezca en el camino. Después que escriba un libro. Algo así como lo que se le ocurra. Total, en el Paraguay prende con facilidad el éxito literario.

Y lo sabemos nosotros, los escritores, quienes somos itinerantes por excelencia, pues ni local propio tenemos. Lo sabemos nosotros, repito, dueños de libros que no pasan las fronteras, pues la política cultural no existe en la agenda del Gobierno.

La ignorancia camina en las calles. “Condorito” es best seller desde hace más de veinte años. Se debilita todo intento de hacer sobresalir la cultura paraguaya porque las autoridades no están interesadas en ella.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 17 de marzo de 2008

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