Para
Gadea Saguier, la divinidad y la resurrección de Jesús son pura fábula.
Por un principio de inteligencia, duda mucho de la confiabilidad de la
Biblia.
Partiendo del principio de que Cristo es algo así como un opio de la
sociedad, y despojado, por ende, de todo prejuicio religioso, el autor de
Los hijos de la luz entra en el terreno de la masonería medieval, la
masonería moderna, los herméticos, los caballeros templarios y otras órdenes.
¿Quiénes son los hijos de la luz? Pues hay que leer el libro, señoras y
señores, para introducirse en el enorme, vasto mundo de los conocimientos
y las doctrinas expuestas en el texto, y acercarse a la verdad sobre los
hijos de la luz. Citas y referencias de sitios de Internet, que Gadea
Saguier nos propone en las muchas páginas del libro de marras, son de
valiosa ayuda para una mejor comprensión del estudio crítico.
La
horrible persecución
Con un hábil estilo narrativo, Christian nos cuenta que la Iglesia católica
cometió atrocidades. No solamente los masones cayeron en la garras y en
las persecuciones de los católicos, sino además los caballeros
templarios, que inicialmente fueron llamados los pobres caballeros de
Cristo. La orden de los caballeros fue fundada oficialmente en 1118; tenían
los caballeros la misión de prestar defensa de los llamados Santos
Lugares, que fueron después retornados a los sarracenos, hasta que en
1291, cayó el último bastión cristiano. Buscando una reconquista de los
lugares santos, libres del pago de impuestos y debiendo sólo obediencia
al Papa, los caballeros templarios, por esas cosas del fanatismo, la
envidia y la incompatibilidad de pensamientos, fueron encarcelados y
destinados a morir en la hoguera. Llama la atención la fuerza de voluntad
y el estoicismo con que estos caballeros defendían sus ideas, o, si
quiere, sus misterios, pues en esto de pensar, todo es muy misterioso,
finalmente.
El
Maestro
He aquí un hecho espeluznante: Un gran maestro, Jacobo de Molay, fue
tostado lentamente en la Ile de la Cité, a la sombra de la Catedral de
Notre Dame de París.
¿Qué significa Maestro? Maestro le llamaban los apóstoles a Jesús.
Maestro es la persona que es práctica en una materia y la maneja con
desenvoltura, según el diccionario. Llegar a ser maestro, en la orden de
los masones, implica, poco más o menos lo siguiente: saber observar las
virtudes que condecoran al ser humano sobre la faz de la Tierra y hacerlas
observar.
Jesús era el encargado de cuidar de sus apóstoles y los reprendía
cuando los hallaba en falta. La masonería “procura inculcar en sus
adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las
ciencias y de las artes. Tiende a extinguir los odios de raza, los
antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias e intereses,
uniendo a todos los hombres en bien de la humanidad. Impulsa a sus
miembros a transformarse en elementos útiles para la sociedad”. Dicho
en palabras más simples, la masonería busca, según mi versión, estar
al servicio del bien propio y del bien social. Guardar estos conocimientos
en tiempos pasados llevó a los masones a vivir en una suerte de
clandestinidad.
Hiram, maestro de maestros, fue el masón enviado por el rey de Tiro para
dirigir los trabajos del futuro Templo de Jerusalén. Hiram, según el
estudio de Christian Gadea Saguier, estuvo muy ligado a la construcción
del Templo; fue no sólo el artífice de una obra material, sino además
el jefe, caudillo, líder o maestro de la genealogía iluminada de los
masones. Murió asesinado Hiram. Así como Jesús fue crucificado. Esto
nos habla de que llevar adelante una idea que cause pasiones en los
hombres, o más abiertamente, en la humanidad, es motivo de apaleamientos,
cepos, crucifixiones, puñaladas, destierros, traiciones, conspiraciones y
fama.
Hermes, creador de la doctrina hermética, ha dejado otro legado: “Como
arriba es abajo”. O sea: Lo que hay en la tierra tiene una
correspondencia celestial.
Jesús, más inteligente que todos y, por eso, adorado en el mundo
occidental y también oriental como Hijo de Dios, construyó la idea de la
fe al trasladar la verdad en su persona.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida...”, dijo, y con esas palabras
cargó sobre sus espaldas el universo.
En fin, este libro nos lleva a pensar, como dijo Hamlet, por inspiración
de Shakespeare, en estas rotundas frases: “Hay más cosas en el cielo y
la tierra de las que tu filosofía cree”.
El libro nos invita a reflexionar, también, sobre la masonería instalada
en el siglo que vivimos. ¿Cómo está la masonería en España? Se dice
que la Segunda República que derribó al General Franco, fue nada más y
nada menos que la fuerza masónica. ¿Tiene, entonces, mucho poder político?
Según mi manera de interpretar las ideas y los hechos, sí. ¿Posee la
masonería, esa élite cada vez más abierta a cualquier clase de hombres
y mujeres, poderes relacionados con riquezas mal habidas? Pues sí.
El autor del libro escribe, ya al final casi del libro, sobre la masonería
en el Paraguay. Interesante, es, ciertamente, su versión.
Breve
reseña del autor
Christian Gadea Saguier inició sus trabajos e investigaciones en la
Masonería en 1996. En mayo de 2005 publicó “El misterio de los
Masones”.
Mantiene el blog Los Arquitectos (losarquitectos.blogspot.com) sobre
librepensamiento, laicismo, humanismo y diversos aspectos del pensamiento
masónico. El sitio recibe más de 10.000 visitas mensuales y se ha
constituido en un espacio destacado de Internet. Escribe para revistas masónicas
en América Latina y Europa. Es editor y director de la Editorial de la
Luz. |