-¿Por qué escribe poesía?
Yo creo que es por una necesidad de captar, de aprehender el mundo y de
transformarlo en un signo más allá del significado. Escribo para fundir
la expresión con la comunicación. Quizás el servicio a la poesía está
comprendido en ese dicho de Hernández: “Para mí el mundo es pequeño y
pudiera ser mejor”. Hago poesía con la intención de mejorar el mundo,
sin excesiva soberbia, sin obsesivo orgullo, sin excesiva vanidad.
- Vive en Cuba...
Sí. Vivo en La Habana. Nací en Santiago de Cuba. Soy provinciano en
esencia. Terminé el Bachillerato en Santiago. Yendo y viniendo pasé a la
universidad de La Habana. A la mitad de mi primera carrera me fui a España
por razones circunstanciales y políticas. La universidad de la época de
la dictadura batista tenía un ritmo impreciso. Al regresar con el triunfo
de la revolución cubana, al hacer una familia (durante un tiempo estuve
en Europa, primero como estudiante, después como diplomático) me instalé
en La Habana. Sin embargo, sigo siendo criollo, un santiaguero abierto.
Tengo tres libros sobre Santiago: Primer libro de la Ciudad, Segundo libro
de la Ciudad, Tercer libro de la Ciudad.
- Noto que posee una mentalidad amplia. ¿Podría observar un poco su poesía
y decirme algo de ella?
- Para poder intentar entender eso que informa lo que yo quiero, creo que
la poesía es un núcleo que quiere integrar signos, dando tanto la
expresión como la comunicación, no separando una cosa de la otra, y sin
miedo al término, poder intentar otra vez, por voluntad, el mundo del
hablante y el mundo que nos rodea. Claro que es un proyecto ambicioso, que
no creo que se logre, pero si el intento se va renovando, es un acicate.
No se trata de escape ni de compromiso en el sentido panfletario o
propagandístico. Hay que estar alerta a todo lo que pasa en el interior
de la criatura y en el exterior. ¿Pero hay alguna diferencia, me
pregunto, entre el interior y el exterior de la criatura?
- ¿Hasta dónde interesa el hombre en la poesía?
- Es muy interesante lo que usted dice. Ante sus palabras recuerdo un
verso de uno de los grandes poetas cubanos del siglo XX. Me refiero a
Emilio Valladas, poeta excelente, que te pregunta: Pero el amor, ¿cómo
será? Dios mío. ¿Lo habré sabido? ¿Lo sabré yo nunca ? Pero el amor
no es esa cosa triste. Usted hablaba de la belleza. Rimbaud también ya señalaba
la belleza sentada en sus piernas. Yo tengo un librito que se llama
Quiebra de la perfección, porque no creo que lo perfecto exista, sino que
se aspira a ello. Que un poeta hable de su yo propio, que se regodee en su
espejo, no le quita que en un momento de amago, se comprometa pidiendo,
proclamando la necesidad de la libertad de su pueblo.
- Actualmente la poesía se me presenta muy estructurada, muy compleja. Yo
la querría más humana, más sencilla.
- Han dicho los estudiosos que se camina, se avanza en ciclos, pero hay un
momento en que la poesía adopta un lenguaje equivalente al habla directa.
Luego se separa y hay un cierto equilibrio, y luego se llega a la
diferenciación grande, casi absoluta, entre una cosa y otra.
- O sea que la poesía no se queda quieta...
- Claro; el uso y el abuso de las metáforas es constante. El tiempo dirá
la última palabra. O no dirá absolutamente nada.
- ¿Qué poetas le gustan?
- Son tantos nombres. Pero cómo podría vivir yo sin San Juan de la Cruz.
Cómo podría vivir sin Garcilaso, sin Góngora. Al acercarme aquí, a
nuestra América, que es también nuestro panteón lingüístico, sin
negar a España, cómo podría vivir sin José Martí, sin José Hernández.
Cómo puedo vivir poéticamente, culturalmente, hispana y americanamente,
sin Neruda. Y sin Jorge Luis Borges.
Reseña biográfica: Nació en Santiago de Cuba, en 1933. Estudios de
Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid; graduado de
Medicina en la Universidad de Salamanca y La Habana. Premio Nacional de
Literatura (1999). Miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua y
Miembro Correspondiente de la Real Academia Española. Caballero de las
Artes y Letras de Francia. Sus libros de poesía son: Silencio en voz de
muerte (1963), Apuntes para un pequeño viaje (1966), Primer libro de la
Ciudad (1967), Segundo libro de la Ciudad (1971), Quiebra de la perfección
(1983), Ceremonias y ceremoniales (1990), Consideraciones, algunas elegías
(1994) y Tercer libro de la Ciudad (1997). Ediciones Unión publicó Libro
de la Ciudad (2001), en el que se reunen los tres libros de esa serie. |