Ángel Fierro Delfina Acosta |
Palabras virtuosas se llama el libro del poeta Ángel Fierro. Sus poemas nacieron para tener virtud. Eso es una verdad. Y también es una verdad, que el vate español, amansa, amolda sus palabras (todas ellas llenas de belleza y de larga cabalgata) a la verdad de la existencia que corre por su sangre y por la sangre del forastero. Sin
vacilar, sus poemas se manifiestan ciertos, y hermosos, pues en ellos
cobran vida el cuerpo y el espíritu de la verdadera poesía, la que
deseamos leer los lectores, la que reclama la crítica literaria.
Formulando amaneceres, lluvias, días que pasan lánguidamente, rosas,
besos, resplandores de unos márgenes terrenales, tristezas, creencia -a
pesar de todo- en el amor, dolor parejo en el alma, cierta ternura por lo
desconocido e incierto, sus versos se reúnen en torno a un todo poético.
Hay en su obra materia poética duradera. Es que Ángel Fierro, poeta clásico,
conoce el oficio de la escritura. Aborda la poesía como si se abordara a
sí mismo: con lucidez, escudriñando las más íntimas facetas humanas,
revolviendo el agua del pensamiento. |
Soneto Me cercaron lejano y apartado por un largo horizonte dividido. Algo quise decir, pero en olvido tenía el pensamiento amordazado. Me bajaron al llano desolado de un extenso trigal nunca florido, allí, donde el mirar queda perdido y el aire del oír desperdiciado. Me dejaron del sueño desvelado, por una oculta pena sacudido y al odio y a la guerra despertado; pero apenas llegué ya estaba huido: Alcé mi corazón enamorado y volé como el nido, como el nido. Ángel Fierro |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 18 de Marzo de 2007
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