No tengo más rebozo que la escarcha.
Un pájaro se calla en el silencio
de la tristeza niña de la tarde.
Mi alma atardecida busca el fuego
de los caminos breves de tu mano
donde quedó la boca de mi beso.
Te quiero, me decías y en mis hombros
venías a morirte de silencio.
Noche sin astros. Se enredó mi voz
con un silbido, y al hincharse el viento
fue al río, fue a los campos, fue a las jaulas
de trinos rotos que se mueren presos.
¿Qué sombra mi figura así encorvó?
¿Qué rayo ha ensombrecido mis cabellos?
Llévate ya este amor por ti encendido
porque en lejanas celdas yo me quemo.
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