Agustín Delgado |
He leído el libro Espíritu áspero, del poeta español Agustín Delgado. Antes de entrar en sus poemas, que conforman una antología, me detuve en el prólogo. Y el prólogo resultó ser un puntillosa anotación del autor sobre sus andanzas, pasión poética y “Claraboya”. A
quienes desconocen “Claraboya”, les diré que se trata de una revista
aparecida en el otoño de 1963, en España, durante el gobierno de
Francisco Franco. Integraban el consejo de redacción los poetas (jóvenes,
rebeldes, hambrientos de una poesía más relatada que exultada, y cercana
a la realidad) Luis Mateo Díez, Ángel Fierro, José Antonio Llamas y
Agustín Delgado. Esa revista marcó un hito. Buscó desde su inicio
situar en el centro de atención del lector a la generación de poetas
españoles que ha aparecido en escena en la segunda mitad de la década de
los cincuenta. Adherida a la revista estaba la intención de
“transformar el mundo” por las vías de la libertad de la conciencia
humana. Y tenga en cuenta el lector que “Claraboya” llegó a
diecinueve tiradas, a pesar del régimen opresivo de la estructura
franquista. |
Cuando en el siglo nueve un poeta en Calcidia escribió en las paredes de la cárcel la palabra libertad recordé aquella mañana en que estábamos solos, mirándonos, y el viento daba mucho más lejos allá donde las olas en las suaves colinas de Síbaris. Juré que ya nunca cuando una mano de hombre escribiera en las paredes la palabra libertad me sentiría solo y te miré a los ojos como si todavía fuera adolescente y juré que nadie perturbaría mi calma a pesar de las olas y de estos momentos en que quisiera tenerte entre mis brazos, por encima de todo. Agustín Delgado (Del libro Nueve rayas de tiza) |
Delfina
Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 5 de agosto de 2007
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