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Costa Rica: el sindicalismo bananero del Pacífico
Sur en la década del 60 |
I. Lucha obrera y organizaciones precedentes El surgimiento del enclave en el Pacífico sur nació, a diferencia del de la zona atlántica, cuando la United Fruit Co ( UFCo.) culmina una fase de concentración monopolista de tipo vertical; “de tal manera que en 1930 ya sólo quedaba otra compañía bananera importante en el mercado mundial” (Ellis, F. 1983: 43). A pesar de esto, los contratos leyes de 1930, 1934 y de 1938 solo difieren del contrato original, de 1884, en cuanto que la frutera no recibió gratuitamente tierras para la producción de banano; aunque3 sí todas las demás concesiones para el tendido de ferrocarriles, electricidad, carreteras y puertos. De igual manera, salvo la prórroga por 20 años al impuesto de exportación de dos centavos por racimo, quedó exonerada de todo otro tipo de cargas tributarias hasta el año 1988. (Ellis, F. 1983:61). La apropiación de tierras en el litoral del Pacífico, a partir de 1926, mediante las empresas subsidiarias de la UFCO., la Chiriquí Land Co. que compró 6.000 Has. en 1927 en el Valle del Coto y la Gulf of Dulce Land Co. que adquirió en el mismo año grandes concesiones del gobierno, fue el paso inicial para la apertura en el país de otra importante zona de producción capitalista. No obstante, el carácter monopolista de la UFCO impuso un tipo de relaciones productivas, comerciales y financieras con la economía nacional, articulándola aún más con el capitalismo mundial y en condiciones subordinadas al imperialismo norteamericano, con influencia directa en el comportamiento político de la clase dominante y en el carácter dependiente del Estado. (Carcanholo, R. 1966:48) Efectivamente, las nuevas contrataciones bananeras se producen en un momento de transición de la economía agroexportadora hacia el desarrollo de las relaciones burguesas en la producción nacional. En cuanto este proceso podría generar contradicciones con el “modelo oligárquico dependiente de desarrollo capitalista”, las contrataciones bananeras venían a apuntalar las posiciones de esta fracción burguesa debilitada por la depresión mundial; circunstancia que ayudaría a explicar las onerosas concesiones otorgadas al monopolio frutero en los contratos mencionados. Entre 1937 y 1939 la UFCo puso en producción las divisiones bananeras de Quepos, Golfito y Puerto González Víquez: cada división formada por 4 distritos y éstos por 8 fincas identificadas con nombres de árboles, animales, provincias del país o numerales. De ese modo generó el proceso el proceso de extensión de las formas mercantiles y capitalistas en gran parte de la región del Pacífico Sur; una modalidad de enclave que tuvo un efecto similar al del Atlántico, cincuenta años atrás, en cuanto a su incapacidad para impulsar el crecimiento del mercado interno. (Torres R., E. 1973: 98). En esa estructura económica produjo efectos, como la concentración de la propiedad agraria, la absorción de la producción bananera organizada por productores nacionales desde 1929, y el desplazamiento hacia zonas marginales de la población indígena Brunca, Cotos y Guaimyes. El enclave puso haber estimulado algunos ciclos agrícolas de subsistencia y de comercio local al ser un centro de intercambios, particularmente por el importante poblamiento previo al establecimiento de la frutera, la inmigración de trabajadores al lugar y la escasa producción bananera durante el período de la Segunda Guerra Mundial. El volumen de producción y exportación de banano cobrará importancia sobre todo a partir de 1945. (Carcanholo, R. 1978: 175). El inicio de operaciones de la Compañía se desarrolló con abundante empleo de fuerza de trabajo. “Se trata de un trabajador cuya oferta de trabajo es libre y cuyo exclusivo medio de pago es el salario en efectivo. Es una forma de organización agrícola que corresponde a un nivel superior de desarrollo capitalista con respecto al de la hacienda, y por ese carácter la plantación actúa como un agente de cambio social y cultural con efectos diferentes. Uno de ellos es la formación de nuevos grupos sociales: el obrero agrícola en las plantaciones y el trabajador industrial en los ferrocarriles, instalaciones fabriles y puertos”. (Torres, R. E. 1973: 106) Varios factores determinaron la formación del proletariado agrícola en el momento de la apertura de las plantaciones. La concentración de la propiedad agraria, el mejoramiento técnico de la producción y el monopolio del capital bancario privado en la economía de exportación actuaban en conjunto sobre un proceso disolvente de la propiedad pequeño campesina, que se acentuó durante la crisis de 1929-1933. La depresión desestimuló, igualmente las actividades agrarias y manufactureras con efectos sobre la ocupación, fenómeno que se agravó con la reducción de la actividad bananera en el Atlántico y su paulatino abandono luego de la firma de los contratos de 1930 y 1934. En tales condiciones, el inicio de los trabajos en la nueva zona bananera, se convirtió en un polo de atracción que fomentó la inmigración de población desde el interior del país. Así, la zona sur de la provincia de Puntarenas triplicó sus habitantes entre 1927 y 1950 (Fernández, M. y otros 1975:83) y ya en 1946 la UFCo empleaba a 14.856 obreros y trabajadores. (Carcanholo R., 1978; 182). Desde el punto de vista de la organización empresarial, las condiciones técnicas de producción, la explotación salarial y la división del trabajo estimularon la cohesión e interdependencia de los trabajadores y las luchas por la reivindicación del salario. “La masa de ganancia realizada por el monopolio fue mayor en la situación de enclave, por la debilidad y desorganización de la fuerza de trabajo asalariada (sobre todo inicialmente). Por el hecho de que el nivel de salarios fuera proporcionalmente el más alto del país, se ha perdido de vista la tasa de explotación a que fue sometida…Contribuyó sustancialmente a producir esos efectos, la existencia de un sector de mercado interno asentado en relaciones precapitalistas y mercantiles, cuya producción de alimentos y otros bienes primarios quedó articulada al sector de las plantaciones capitalistas, proveyendo así el mantenimiento y la reproducción de una fuerza de trabajo barata”. (Torres R., E. 1973: 173) Por otra parte, en el nivel ideológico el proletariado bananero del Pacífico se encontrará desde su formación misma, en condiciones más avanzadas para enfrentar la explotación. En junio de 1931 había sido fundado el Partido Comunista y desde su creación se vinculó a los trabajadores en una línea de masas que ayudó a la formación de un movimiento sindical clasista (Posas A., Mario: 1981:23) y al esclarecimiento del nivel político de la lucha de clases. La actividad del Partido con el proletariado del Atlántico en la huelga de agosto-setiembre de 1934 fortaleció la influencia de sus tesis políticas, sindicales y antiimperi9alistas entre los obreros bananeros. La experiencia de las luchas obreras contra el monopolio de la frutera en el Atlántico, se expresó directamente en los Artículos Nos. 2, 3 y 4 del contrato ley del 10 de diciembre de 1934. La UFCo se comprometió a instalar botiquines en los centros de trabajo, dar atención hospitalaria gratuita a los obreros, mantener precios no especulativos en los comisariatos y a acatar la prohibición de hacer descuentos en los vales con que se pagaban los salarios. (Cassey, J. 1979:57). En el mismo sentido actuó la intensa agitación sindical y social de toda esta década, la cual influyó en la aprobación de una legislación favorable a la fijación de salarios mínimos y su revisión periódica a través de las Comisiones Cantonales; la aceptación de hecho, del derecho de organización sindical, y la fusión del movimiento obrero con otros sectores sociales en las jornadas patrióticas y nacionalistas contra los contratos eléctricos, aéreos y bananeros. La inmigración de trabajadores desplazados por la compañía en el Atlántico hacia las nuevas zonas bananeras, ayudó a la configuración de una conciencia proletaria. De manera que, desde sus primeras luchas, los trabajadores forjaron un movimiento ligado a la historia obrera y popular, y a partir de 1930 se desarrolló según las condiciones particulares de la plantación bananera y el Pacífico Sur del país. En marzo, abril y mayo de 1939, Carmen Lyra publicó en el periódico Trabajo, con el pseudónimo Antares, el cuento “Hace un año que Juan Cortés abandonó Quepos”, un relato sobre las condiciones de explotación en las nuevas plantaciones. Asimismo, Fabián Dobles publicó en el mismo medio “El Gato con Zapatos”, otro cuento con similar intención social y política. En el período 1939-1949 se producen en la zona cuatro huelgas bananeras. Una, dirigida por los sindicatos afiliados a la Confederación Costarricense de Trabajadores “Rerum Novarum”, otra asesorada y conducida por la Confederación de trabajadores de Costa Rica, CTCR y dos por sindicatos independientes o no confederados. Las huelgas de 1943 y 1949 a afectaron a toda la división bananera. En el lapso 943-1948 la CTCR organizó 12 sindicatos ubicados en Quepos, Parrita, Puerto Cortés, Golfito y Puerto González Víquez; de manera que, históricamente el sindicalismo clasista arraigó en el proletariado de la plantación con carácter mayoritario, a pesar del divisionismo sindical institucionalizado en el Código de Trabajo desde 1943. Ilegalizada la CTCR en 1951, la CTRN conservo cierta hegemonía a través de la Federación de Trabajadores Bananeros (FETRABA), pero contrarrestada desde 1949 con el surgimiento de sindicatos Independientes de orientación clasista, coordinados por la Unión de Trabajadores “Carmen Lyra” y la Comisión Obrera Sindical. En el Pacífico bananero ambas organizaciones influyeron para la constitución en 1952 de la Federación de Obreros Bananeros y Anexos (FOBA). Entre 1953 y 1960 repuntó la agitación laboral y la organización sindical con el resultado de 4 huelgas generales y 16 interrupciones parciales, los cuales, al calor de la crisis de 1957-1959 y de la influencia de la Revolución Cubana impulsaron con altibajos y movimiento unitario de lucha entre ambas confederaciones. Esa actitud propició, después de la huelga por el aguinaldo de 1959-1960 la constitución de la Federación Única de Trabajadores Bananeros del Pacífico Sur (FUTRA) creada en febrero de 1960. (Abarca V., 1978: ) En resumen, los rasgos significativos del movimiento obrero bananero en el período 19940-1960 fueron los siguientes:
II. La primera convención colectiva de trabajo A. El movimiento sindical en el nuevo contexto monopolista Al crearse la FUTRA en febrero de 1960, se declaró como una federación sindical antiimperialista, antioligárquica y clasista y se mantuvo como el principal contrapeso al sindicalismo bananero “democrático”, tutelado por el Partido Liberación entre 1960 y 1964. El gobierno se propuso impedir su reconocimiento legal, acusándola, junto con las ligas campesinas, de ser organizaciones políticas a través de las cuales actuaba el Partido Vanguardia Popular. Ineficaces fueron los esfuerzos encaminados a lograr su reconocimiento jurídico, a pesar de la intervención favorable a ella del Comité Sindical de la OIT. A finales de 1963 debió clausurarse y con ella desaparecieron las federaciones, sindicatos y ligas campesinas afiliadas. En tales circunstancias, los dirigentes sindicales delinearon una política orientada a tomar la dirección de la Unión de Trabajadores de Golfito (UTG). Ésta, creada en setiembre de 1950 para contrarrestar el sindicalismo dirigido por los comunistas (Selligson M., 1980-105) se vio involucrada en el proceso de unidad de acción antipatronal que remató en la huelga por el aguinaldo de 1959 y en la Asamblea General del 19 de marzo de 1960 su Junta Directiva quedó integrada por 8 miembro de la FOBA y 6 de la FETRABA, adhiriéndose paulatinamente a la línea nacional e internacional del sindicalismo clasista. Así, ante la negativa del gobierno de inscribir a la FUTRA, la UTG se convirtió a partir de 1964 en el principal organismo sindical bananero del Pacífico Sur. Además persistieron otros sindicatos minoritarios; pero, en general el movimiento sindical del nuevo enclave bananero entró en fase de estancamiento. Las causas del retroceso fueron: la reorganización de las actividades productivas por parte del monopolio, los programas estatales de extensión de las relaciones capitalistas en la región mediante estímulos a la producción de ganado y granos básicos. La United, asimismo, inició la sustitución del banano por la palma africana en Parrita, Cortés y Quepos. El Partido Comunista priorizó la organización sindical en las nuevas plantaciones del Atlántico activadas por la Standard Fruit Co en el Valle de la Estrella y políticamente privilegió el economismo y la desmovilización del movimiento obrero en aras de conseguir la legalidad electoral. El abandono del banano en el Pacífico Central entre 1954 y 1963 redujo el área cultivada de banano en 4.000 hectáreas y en casi 20.000 Has en todos los cultivos. (Núñez S., O. 1976; Carcanholo R., 1986:182) En 1954 la empresa negoció otro contrato con el Presidente Figueres Ferrer para entregar unas 6.000 hectáreas abandonadas y destinarlas a programas de colonización para estimular la producción de subsistencia y los cultivos comerciales como arroz, frijoles, maíz y ganadería de carne. El cambio redujo la población laboral proletaria, a tal punto que el número de trabajadores ocupados por la frutera se redujo de 19.891 en 1953 a 8.860 en 1963. (Carcanholo R., 1986: 182) Los desplazados reivindicaron la posesión de tierras en forma individual, arrendataria, en esquilme, en precario o en cooperativas. Se articularon de manera dependiente al latifundio bananero y ganadero o a los proyectos reformistas de asentamientos campesinos de los gobiernos. Así, en el conjunto de los cantones de Osa, Aguirre y Golfito entre 1955 y 1963, creció en un 57% el número de explotaciones censadas como propiedad individual y en un 37.4% el área en manzanas incorporadas a la producción privada. DGEC. Censos Agropecuarios de 1955 y 1963). La tendencia anterior fue impulsada a partir de 1960, “año que puede ser considerado el del inicio del nuevo patrón de reproducción capitalista en el país, expresado a través de una expansión industrial de nuevo tipo, y cuyo contenido social consiste en la alianza burguesa que venía progresivamente imponiendo su hegemonía, con el capital extranjero”, esta vez con la incursión de la Standard Fruit Co. en la región del Valle de la Estrella y el Atlántico Huetar. Además, la nueva estrategia de acumulación imperialista coincide con el Programa de la Alianza para El Progreso y sus medidas de diversificación del agro con miras al fortalecimiento de los sectores medios y la ampliación del mercado interno como estímulo a las empresas transnacionales dedicadas a la industrialización de ensamble para la sustitución de importaciones. A principios de 1960, la UFCo mantuvo todavía un control monopólico sobre la producción, transporte, comercialización, tecnología y comercio interno. No obstante, la aparición de otras empresas bananeras, la expropiación de sus instalaciones azucareras y bananeras en Cuba, y el proyecto de libre comercio centroamericano e industrialización, favoreció su tendencia a diversificar inversiones en el agro, la agroindustria, el transporte terrestre inter centroamericano y el comercio regional. En Costa Rica, comienza esas inversiones industriales hacia 1965, año en que adquiere la mayor parte de las acciones de la Compañía Numar S.A., instala en la región tres plantas de Polymer Internacional S.A. para la producción de plásticos, abre en 1966 dos plantas para la producción de puré de banano, introduce las fábricas de cartón, monta la empresa de transportes GASH, la panadería Smith, agencias de publicidad, hoteles, compañías navieras y dos pequeñas fundiciones. (Torres R., E. 1979:187) En el campo de la producción bananera, el período 1960-18970 muestra que, hasta 1972 aumentó el volumen exportado en un 27.6% debido a la ampliación del área en cultivo, en un 15.2%, y la introducción de nuevas técnicas como el sistema de doble empaque, aumento de las semillas sembradas por hectárea y otras innovaciones mecánicas. Con ello logró un aumento en la productividad, la cual pasó de 0.86 a 1.42 miles de racimos por hectárea. (Merton H. y otros. 1977:14). B. Crece el malestar por las relaciones de explotación El origen de las luchas reivindicativas del proletariado bananero, está determinado por la explotación salarial y el carácter de las relaciones sociales de producción. Un estudio de 616 quejas y denuncias contra la UFCo en las fincas del Pacífico y el Atlántico divisiones de Sixaola, Osa y Golfito entre 1952 y 1959, permite la siguiente clasificación. El 32.6% de las protestas refieren a deficiencias en los servicios de salud, vivida, agua, higiene, transporte y recreo. El 24.7% debido a reducción en las remuneraciones y menoscabo del salario mínimo. El 18.3% ocasionado por cambios en los horarios y en las tareas establecidas en el contrato laboral. El 6.7% a causa del mal trato de jefes, capataces y mandadores. El 7.6% por violaciones al derecho de organización y libertad sindical. El 6.8% por despidos o amenazas de cesantía a uno o varios empleados, con o sin prestaciones. El 3.1% a causa de deficiencias en el comisariato y por especulación. (Abarca V., 1978:29) Las federaciones, FOBA, FETRABA fusionadas en la FUTRA; y la UTG, posteriormente, asumieron la defensa de los intereses de los obreros bananeros enfrentando el antagonismo patronal derivado de las condiciones de trabajo que surgieron con las transformaciones técnicas introducidas por el monopolio a partir de 1960. En efecto, a partir de ese año la frutera ejecutó un programa de reducción de costos para resarcir las erogaciones por el pago parcial del aguinaldo y obstaculizar el proceso de unidad sindical de la FUTRA. En los años siguientes introdujo nuevos métodos de trabajo, otros sistemas de contratación y nuevas técnicas productivas que no contemplaban sus efectos en las relaciones de trabajo y creaban nuevas causas objetivas de descontento entre los obreros y otros trabajadores. B.1 El cambio en las condiciones técnicas de trabajo La empresa suprimió la labor de los portadores de manguas, ayudantes del regador de caldo bordelés, así como las de conchero, pasador y amarre en la corta de fruta. Los trabajos de limpia y deshija de bananales; chapeas de fincas, cuadras y alrededores; limpieza de zanjas y canales se omitía por varios meses para ser entregadas mediante contratos a destajo, en sustitución de las cuadrillas de peones. La labor de “cocaleca” que consistía en sacar del monte el alambre viejo para apuntar la mata, y la faena de cargar el recipiente de la formalina o cuchumbo para desinfectar los macheres, fueron eliminadas y recargadas a un mismo obrero. En las empacadoras se redujo la semana laboral a sólo tres días. El sistema de acarreo de frutas por medio de cables y andariveles –usado desde 1955- presentaba constantes quejas a falta de engrase y mantenimiento. Se introdujeron las escaleras de tubo y los ganchos metálicos en las labores de amarre, las cuales aumentaban la propensión a accidentes. En 1962 la compañía introdujo el método de “las parcelas” o fajinas. Fue una forma de contratación a destajo que recibía un obrero y se le permitía emplear la mano de obra familiar: los hijos menores en las chapeas y deshijas, la mujer en el embolsado de frutas, alistado de amarras y de bolsas. El cumplimiento del contrato requería jornadas de hasta 10 horas diarias. Por su parte, los mandadores daban estas “parcelas” a amigos sin trabajo llamados arrimados, discriminando a los trabajadores permanentes y a los obreros sindicalizados. En la tarea de hacer las cajas de cartón y transportarlas cargadas a los vagones del ferrocarril, se redujo el número de hombre de 5 a 3, con recargo de trabajo y por el mismo sueldo. De igual forma, en las empacadoras los obreros reivindicaban el pago por salarios carros llenos, y no por horas trabajadas. En 1966 la UFCO comenzó a usar el sistema de doble embolsado de fruta para protegerla contra picaduras de insectos. Esto redujo los rendimientos de los trabajadores en dos tercios y con ello, los salarios en igual proporción. El cambio en el sistema lo acompañó con la práctica de “no pago de quitada de la placenta”. En el control de enfermedades, como la sigatoka y el mal de Panamá o moko, continuó con el uso de sustancias altamente tóxicas: “ditamo” “widon” y “dupont” como herbicidas, fungicidas, nematicidas y desinfectantes que producían alergias y manchas blancas en la piel. Se carecía de protectores para cargar las bombas de riego, provocando magullones y heridas leves en la espalda de los portadores. En 1967 se introdujo experimentalmente el uso de pequeños tractores para sustituir el trabajo el carrero, en las fincas de Palmar Sur. La medida provocó malestar por el desempleo que generaba el uso del micro chapulín. Desde ese año, la empresa recurrió a la práctica de no pagar los racimos cortados, cuando estaban a punto de madurar; tarea que era imprescindible, pero que no reconocía en el salario puesto que la fruta no llegaba a la empacadora. En 1968 la compañía comenzó a sustituir la siembra de semillas por una nueva variedad de banano para prevenir el moko y la sigatoka. Las fincas se resembraron con mayor densidad de semillas y se aumentó el número de matas, hasta 1.600 por hectárea. La medida provocó molestias, puesto que no se ajustaron las tareas de rodaja y deshija, las cuales se intensificaron. Asimismo, los mandadores separaron las tareas de apuntar y embolsar, exigiendo el doble puntal y doble embolse. B.2 El sistema de empleo y salarios Si observamos el sistema de salarios y empleo, se concluye que la reducción en el número de trabajadores era una amenaza constante por la tecnificación, la diversificación de cultivos, el aumento de la producción de palma y la persecución sindical. La producción de palma ocupa un 67% menos de trabajadores por Ha que el banano, aproximadamente 475 obreros menos. La demanda de trabajadores bajo también porque los terrenos ya estaban preparados para la siembra de palma. Entre un 7 un 12% de los obreros contratados se encuentran en situación de inestabilidad permanente, mediante el sistema de contratación por períodos de prueba, lo que le permite a la empresa debilitar la organización sindical y eludir el servicio de vivienda y las obligaciones laborales. Además la frutera contrata a mucho trabajador soltero que usa la plantación como enganche de transición mientras se ubica en las zonas urbanas del país o en la actividad comercial. La movilidad de la fuerza de trabajo en los bananales es del 12% anual. De los obreros permanentes, entre un 20 y 35% son mujeres o personas menores de 18 años. A las mujeres no hay que proveerles vivienda y favorecen la estadía del obrero soltero. (Merton y otros. 1977:32) El régimen de salarios fue una de las causas prioritarias de las protestas y luchas sindicales. Entre 1964 y 1975 el salario real fue de sólo un 4.35 %. Entre 1964 y 1967 los salarios se congelaron, en parte como consecuencia de la contracción de las ganancias de un sector del capital nacional afectado por la depresión económica. También, debido a la firma de Arreglos Directos al margen de la organización sindical, los cuales reconocían aumentos salariales por períodos de dos años. En 1971 estalló la huelga por la primera convención colectiva, y trajo un aumento sustancial, pero se mantuvo congelado hasta 1974 y se vio deteriorado por el proceso inflacionario de 1970-71 y las devaluaciones monetarias a raíz del comienzo de la crisis de 1973-1975. A la par del deterioro en el salario real, el trabajador bananero era víctima permanente de variedad de arbitrariedades de los mandadores, contratistas y capataces para reducir el salario nominal. “Uno de los más graves problemas que afrontan los trabajadores de la UFCo es la diferencia en los contratos de trabajo que existen en la zona. Hay trabajadores que reciben su salario por horas; otros por contratos por hectáreas; otros por cuadrillas…finalmente pueden ocurrir combinaciones de formas de trabajo que alteran esas relaciones”. (Libertad 28-11-70:6). Finalmente, los obreros y trabajadores eran víctimas de las reducciones arbitrarias de precios en algunas tareas. Se usaba con frecuencia, a veces por error y la mayoría de las veces por simple cálculo mercantil. Ocurrían en la limpieza de zanjas y canales; en la carga y descarga de cajas; en la labor de esparcía que se pagabas al mismo precio que la deshija; en la limpieza del talud de las zanjas y se incluía en el precio de las chapeas; en el no pago de desmanar y salvar los mecates de apuntalar; por retraso en los ciclos de corta y deshija que ampliaban la jornada; en el no pago de quitar la placenta y de la corta de racimos con alguna madurez; al calcular con error los metros cúbicos de limpieza de terrenos y zanjas; al eludir el pago de limpiar los boquetes de las mangueras usadas en el riego de caldo bordelés, etc. Finalmente, en el escamoteo de las horas extraordinarias, vacaciones, incapacidades, aguinaldo en el cálculo mismo del salario semanal. B.3 Vivienda y salud Estos servicios dependían originalmente de la empresa frutera, pero paulatinamente fueron tomados por el Estado y en ambos casos eran también objeto de reivindicaciones de los trabajadores y ciudadanos. Desde la huelga de 1953 la UFCo había adquirido el compromiso de otorgar vivienda a los obreros. Por mucho tiempo utilizó los barracones y luego fue introduciendo las casas unifamiliares. Los barracones carecían de mantenimiento y se iban deteriorando. El planché de los lavaderos de ropa se rompían y causaban estancamientos de aguas insalubres; las pilas se carcomían y amenazaban con derrumbarse; la ausencia de desagües y zanjas de drenaje entre las casas hacía pozos de aguas llovidas y de las de uso interior. Los picaportes de puertas de dormitorios, baños y servicios sanitarios no se reparaban y lo mismo ocurría con los aleros, marcos de puertas y ventanas. Simbólicamente, los obreros bautizaron los barracotes con los nombre de San Lucas y La Peni, mostrando que más servían para alojar a delincuentes –si es que estas personas merecían esos tratos- que a los trabajadores. En las viviendas unifamiliares la empresa impuso un reglamento de uso que atentaba contra la privacidad de individuos y parejas. Procedió a clausurar aposentos o a cerrar llaves de cañería, y a racionar el uso de bombillos eléctricos, limitándolo sólo a un tomacorriente. El Dr. Guillermo Bonilla Rojas observó en un viaje a la zona bananera que en los servicios sanitarios y viviendas había propensión a la contaminación venérea, hongos, carates, cólera y otras enfermedades provocadas por el hacinamiento. El mismo médico constató la escasez de de dispensarios y de doctores. En Coto 47 tres galenos daban a tenci8ón diaria a más de 200 pacientes y realizaban además labores de parto y visitar a otros dispensarios. Denunció que las labores de parto eran muy costosas, hasta de 1.000. Un estudio de enfermedades, desnutrición, causas de mortalidad y otros indicadores de salud no haría más que confirmar el pésimo estado de salud y la mala calidad de la atención médica. A partir de 1965 se inició el proyecto de trasladar a la CCSS los dispensarios médicos de la empresa. Los sindicatos defendieron el proyecto por considerarlo un rescate de la autonomía del Estado, pero al mismo tiempo demandaron que los trabajadores con salarios inferiores a 600 colones mensuales quedaran exentos de la cuota obrera, tomando en cuenta que otras luchas precedentes habían logrado la atención médica gratuita. Esta conquista fue reafirmada en las Convenciones Colectivas de 1971 y 1974, incluyendo a los obreros que ganaban menos de 1.000 colones. B. 4 La labor de la Unión de Trabajadores de Golfito Entre 1960 y 1965 la UTG tuvo a cargo la laboriosa tarea de desarrollar un intenso programa de organización, propaganda, agitación y educación sindical entre los trabajadores bananeros del Pacífico Sur. Creó Comités Seccionales en Palmar Sur, Coto, Puerto Conzález Víquez y Golfito con sus directorios y comités de base por finca, taller y centro de trabajo. En setiembre de 1960 participó en una campaña conjunta con la FUTRA y la CGTC, en oposición a un proyecto de reformas al Código de Trabajo que mutilaba derechos sindicales mínimos. (Abarca V., 1978:89) Apoyaron el proyecto de reforma agraria que presentó el Partido Acción Democrática Popular, coalición de izquierda que se presentó a las elecciones como la única alternativa electoral en defensa de los intereses de los trabajadores. Asimismo, enfrentaron la ofensiva ideológica antisindical de la Embajada de Estados Unidos y el Partido Liberación Nacional que, a través de Luis Alberto Monge Álvarez organizaban la creación de una Federación Democrática de Trabajadores Bananeros. Hacia 1962 la UTG tenía una afiliación de al menos 1.600 obreros y representaba el 22.8% de la fuerza de trabajo empleada por la UFCo. Puso en práctica un plan de emulación sindical para elevar la afiliación en 700 trabajadores por año, activar los comités sindicales y de fincas y talleres, bloqueados por las represalias de la empresa y sus capataces. En la Asamblea Extraordinaria de setiembre de 1962 se discutió la meta de obligar a la frutera a suscribir una convención colectiva de trabajo y levantar un censo de desempleo a causa de la tecnificación, sustitución y abandono de las fincas de banano por las siembras de palma. El 13 de noviembre de 1965 la UTG celebró el Primer Congreso de Sindicatos de Trabajadores Bananeros. Aprobaron acciones para enfrentar la ausencia de libertades sindicales, idear métodos de recolección de las cuotas, pues la empresa se negó a deducirla, denunciar el despido de afiliados y dirigentes de base ante el Ministerio de Trabajo, y elevar a la Asamblea Legislativa un proyecto de Ley de Fuero Sindical. Se reconoció que la ausencia de un partido de la clase obrera y popular exigía luchas por la abolición del segundo párrafo del Art. 98 de la Constitución Política. Por último, se acordó editar el boletín sindical La Rula que comenzó a circular a partir de 1966 y hasta 1977. Se abordaron otros temas como la oposición a la creación de un Banco Popular bajo el sistema de ahorro obligatorio; y publicar pronunciamientos contra la intervención de los Estados Unidos en la Guerra de Viet Nam. Nombraron una comisión para participar en la Marcha Nacional por la Paz que se realizaría entre el 22 y el 26 de febrero. C. La huelga por la primera convención colectiva |
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C.1 El acontecimiento Uno de los objetivos principales de las luchas de la UTG consistió en presentarle a la UFCo una convención colectiva de trabajo. Esta figura jurídica y su proceso, fue regulado en el Código Laboral de 1943 pero tenía limitaciones para ejecutarse. Por un lado debido a que la consecución del derecho de huelga en las plantaciones sólo se contempló en el Contrato Bananero de 1954; además por las dificultades prácticas emanadas de la ausencia de fuero sindical y la existencia de los sindicatos creados y avalados por la frutera. En 1953, 1954 y 1955 hubo tres huelgas generales en las plantaciones del Pacífico Sur, y muchos intentos de llegar a ese proceso por la había de la firma de Arreglos Directos. En 1955 se logró la primera huelga legal, la cual fue resultado de un convenio laboral con intervención del gobierno de José Figueres, impuesto en un clima de represión patronal contra los sindicatos afiliados a la FETRABA y la FOBA. Esta huelga se originó en la firma de un convenio colectivo que el Poder Ejecutivo obligó a la Compañía a acatarlo. Pero en los años siguientes, otros factores obstaculizaron la liberad de acción sindical: la persecución patronal con apoyo del Resguardo Fiscal, la dispersión y descomposición del proletariado por efectos de los cambios agrarios y asentamiento de las instituciones públicas en la zona, la reducción del empleo y la emigración a las nuevas plantaciones de la zona Huetar Atlántica por parte de la Standard Fruit Co. A pesar de eso, entre 1967 y 1972 se asiste a un repunte en la producción de banano en el Pacífico Sur con base en la modernización de los métodos de trabajo, tecnificación y aumento de los cultivos por hectárea. El proceso fue acompañado de un aumento en la tasa de explotación, circunstancia que avivó la lucha por la libertad de organización sindical y el proyecto de convención colectiva, figura que se introdujo en el Código de Trabajo mediante reforma del año 1964. Entre 1960 y 1963 los sindicatos bananeros del sur presentaros tres conflictos colectivos de carácter económico-social. En 1965 apoyaron enfáticamente los proyectos de ley de fuero sindical que propusieron a la Asamblea los diputados Guillermo Villalobos Arce y Jorge Luis Villanueva Badilla. Al no ser aprobados, el movimiento sindical volvió a la discusión legal de los Conflictos Colectivos Económico Sociales. Esas negociones aumentaron a partir de 1966 en las empresas del Mercado Común del Área Metropolitana. En el Pacífico, al término de un Arreglo Directo impuesto por la UFCo mediante un grupo de “gestores de empresa”, la UTG inició el trámite judicial de un Conflicto Colectivo y en ese proceso se desencadenó la huelga de 1971. Un año antes, el sindicalismo clasista había logrado también obligar a la Standard Fruit a firmar una Convención en el Valle de la Estrella. Durante 1969, los sindicatos “democráticos” SITRASUR y SITRAQDIQUE presentaron tres convenios colectivos que la frutera se negó a negociar. En junio más de 1.500 obreros de la palma, de Quepos hicieron un conato de huelga por retención de salarios. En represalia, la empresa despidió a unos 200 trabajadores. De nuevo en noviembre, el “sindicato democrático” afiliado a la CTRN presentó otro conflicto colectivo. Los trabajadores formaron un Comité de Huelga ante la negativa de la empresa a negociar. Pero no lograron conseguir la firma del 60% de sus afiliados como requisito para ir a la huelga legal. Entonces la gerencia firmó un Arreglo Directo con SITRADIQUE y neutralizó la protesta legal. Con miras al vencimiento de ese Arreglo Directo, la UTG inició en noviembre de 1970 la discusión de un pliego de demandas, acompañado de una activa propaganda en los medios estudiantiles, la Asamblea Legislativa y en las comunidades por medio de las Juntas Progresistas y los Centros Obreros. El Presidente Figueres Ferrer, el Ministro Jiménez Veiga y el Viceministro Morales Hernández, asistieron a un mitin convocado por la UTG en Villa Neilly, el 6 de noviembre. Pero en los tres meses siguientes la frutera desató la represión. Hubo saboteo de reuniones y asambleas sindicales, despido de cerca de 300 obreros, boicot a la recolección de firmas del pliego de peticiones. El 14 de noviembre un piquete policial detuvo al Vicepresidente de la Municipalidad de Golfito, Jorque Conejo Peñaranda, regidor del Partido Socialista (PASO), nombre electoral del Partido Vanguardia Popular. Esos hechos crearon un clima de repudio y favorecieron la lucha sindical La resistencia a la represión sindical aglutinó un compacto movimiento popular de carácter antiimperialista que venía formándose desde principios de la década del 60, y cuya expresión más lúcida fue el repudio a los contratos con la Aluminium Co of América (ALCOA) en la gran jornada nacionalista del 24 de abril de 1970. Este movimiento de repercusión política, se puso del lado del proletariado bananero. La Asamblea Legislativa nombró una comisión investigadora sobre la ausencia de libertades sindicales en la zona sur, la cual, a finales de marzo de 1971 rindió informe favorable al movimiento sindical, y avivó la solidaridad con alcance nacional. En enero de 1971 la UTG volvió a presentar el proyecto de convención colectiva. La Compañía provocó el estallido de la huelga de hecho, con rebajas arbitrarias de salarios, traslado masivo de obreros de una finca o división a otras, adiestramiento militar a los empleados de confianza y la organización del sindicato SITRABUNI, adscrito a la CCTD. En concierto, militantes diestros en manejo de armas y terrorismo pertenecientes al Movimiento Costa Rica Libre creado en la década del 50, provocaban a la guardia civil y coreaban la consigna de “huelga no” para desconcertar a los trabajadores y al movimiento de solidaridad. En respuesta, el movimiento obrero impulsó la solidaridad estudiantil, comunal, campesina y obrera. El 2 de febrero se constituyó el Comité Nacional de Solidaridad integrado por 11 organizaciones juveniles universitarias. Una delegación de la UCR visitó la zona bananera; el tema de la libertad sindical se discutió en foros académicos; se organizaron jornadas de “pintas” y “pegas” en el área metropolitana y un piquete obrero-campesino se apostó por varias horas en las afueras de Radio Monumental. El 5 de febrero otro piquete de estudiantes, de la Alianza de Mujeres Costarricenses, y militantes del PVP hicieron recorridos por las calles de Barrio Cristo Rey y Los Ángeles explicando la lucha de los obreros, exhortando a la solidaridad y la ayuda material. El conflicto colectivo de la UTG se discutió en los Tribunales entre enero y mayo de 1971. El 8 de marzo, después de sucesivos rechazos por parte de los jueces quienes alegaban ausencia del número legal de firmas para declarar la huelga legal; así como por la indeterminación acerca del lugar de trabajo, finca, distrito o división de cobertura de las demandas, el Tribunal Superior de Trabajo revocó los alegatos de los jueces. El fallo agotó la fase de conciliación, dada la negativa de la frutera a negociar, y los trabajadores iniciaron la recolección de las firmas para pedir la huelga legal. Excepcionalmente en la historia judicial del país, hubo necesidad de realizar un plebiscito para determinar el apoyo del 60% de los obreros; y a pesar de que faltaron unas cuantas firmas, los obreros se fueron a la huelga de hecho, el 24 de mayo de 1971. La huelga se extendió del 24 de mayo al 11 de junio. Duró 18 días e involucró a 5.000 obreros y trabajadores de fincas, empacadoras y talleres de las divisiones de Golfito y Puerto González Víquez. Al día siguiente de la huelga estalló la represión. Miembros del Comando Sur de Paso Canoas detuvieron a más de 100 obreros y disolvieron con gases lacrimógenos las manifestaciones, mítines y piquetes en fincas 6 y 10. El 26 de mayo, una manifestación de más de 1.500 obreros que presionaban la paralización de los talleres mecánicos, generó un enfrentamiento con la policía con saldo de varios heridos. El Comité de huelga explicó que los trabajadores, cubiertos con pañuelos, recogían las bombas en el aire y las devolvían a los guardias. Después de dos días de violencia, la UTG logró un pacto con la policía. Se liberaría a los obreros encarcelados y los trabajadores no ejercerían represalias contra los rompehuelgas y la policía. El clima de violencia se redujo en los días siguientes. La solidaridad sindical, estudiantil, comunal, de organizaciones cristianas y partidos políticos tanto de origen nacional como internacional, correspondió en abundancia con el éxito de la protesta y la neutralización de la represión. La expresaron por escrito al menos 18 entidades sindicales y políticas, 10 sindicatos internacionales y agrupaciones religiosas de 35 países de América Latina y Estados Unidos. Los trabajadores de la Chiriquí Land Co. de Panamá y los sindicatos bananeros de Bocas del Toro y de fincas de productores independientes de Dibalá enviaron documentos de apoyo. A pesar de eso, el 1 de junio un desfile obrero y estudiantil organizado por la UTG, la CGT y la FEUCR, infiltrado en apariencia por elementos del Movimiento Costa Rica Libre, generó un disturbio que produjo apedreas en las oficinas de la Compañía Bananera, con saldo de un centenar de heridos leves, lesionados y encarcelados. La huelga se levantó el 11 de junio tras varias mediaciones del Presidente Figueres y el Ministro de Trabajo, su yerno Danilo Jiménez Veiga. El acuerdo que puso fin a la protesta reconoció a la UTG como sindicato mayoritario de la UFCo en el Pacífico Sur. La frutera adquirió el compromiso de respetar la libertad sindical, no ejercer represalias, reconocer un 15% de aumento salarial, pago de los salarios caídos, y firmar la convención colectiva. El nuevo instrumento legal entró en vigencia a partir del 27 de agosto de 1971. C.2 Ubicación histórica del movimiento El sindicalismo bananero de la década 60-70 se ubica en proceso ascendente de lucha social cuyo rasgo sobresaliente es la consolidación de los nuevos grupos de burguesía nacional vencedores en la Guerra Civil de 1948. Como tales, con capacidad y poder político e institucional para adecuar la estructura del Estado a sus propias necesidades de acumulación y reproducción del capital. No obstante, en cuanto la burguesía oligárquica mantuvo el control de la propiedad de la tierra, el comercio exterior y el capital usurario (en 1956 el financiamiento de la actividad cafetalera estaba controlado en un 30% por los beneficiadores exportadores) en esencia estrecha alianza con el capital norteamericano; el sector burgués emergente se fortaleció sobre todo con las inversiones de capital extranjero en ofensiva sobre el mercado latinoamericano en el marco de la Alianza para el Progreso (la deuda externa pasó de 4093.504.000 en 1950 a 1.589.0000 en 1981); la captación de dinero capital de otros sectores sociales ahorrantes y de la acumulación de plusvalía derivada de la diversificación agropecuaria especialmente en ganado, granos, azúcar, maderas y productos para el mercado interno. El proyecto original de ese mismo sector burgués, encaminado a impulsar un proceso de “sustitución de importaciones” tendiente a la expansión del sector manufacturero y fabril, tuvo alguna autonomía en la década del 50. Creció el número de establecimientos industriales, la fuerza de trabajo obrera y su aporte a la producción de consumo interno. No obstante, el proceso fue incorporado al proyecto mayor de dominación imperialista por la vía del Mercado Común Centroamericano, en el cual, las transnacionales del banano serían unas de las principales usufructuarias, entre ellas la UFCo, dado el estancamiento de la producción de fruta desde 1954 y la aparición de la competencia de otras empresas fruteras. La UFCo participó en el ese proceso a partir de 1965 a través de la concentración horizontal de sus inversiones. Utilizó grandes extensiones de tierra en la producción de materias primas para sus industrias complementarias de productos alimenticios; trasladó gran parte de capital a la producción de alimentos, transporte, plásticos, aceites y maderas, y amplió su control sobre la comercialización terrestre, aérea y marítima de sus productos. En cuanto “empresa integrada al MCCA”, se benefició de las nuevas regalías otorgadas al capital imperialista en los tratados de integración y redujo sus obligaciones tributarias, ampliando así la succión y transferencia de ganancias a su casa matriz. El proceso creó una nueva inserción de los intereses imperiales en la sociedad nacional y centroamericana. Esta vez, por medio de los nuevos grupos burgueses imbricados a las fracciones de las burguesías agrarias tradicionales y a los modernos empresarios de la industria y las finanzas; algunos de ellos como los productores nacionales de banano, íntimamente dependientes de las trasnacionales fruteras. En esa perspectiva, la lucha de los trabajadores de las regiones bananeras, del movimiento precarista campesino, de las comunidades periféricas y en particular de los obreros de la palma, los ferrocarriles y el banano expresan con claridad la esencia antiimperialista de sus reivindicaciones y su carácter de aliados potenciales a los procesos de transformación anticapitalistas. No obstante, el descenso de las inversiones en el cultivo del banano y la aparición de nuevas formas productivas para las cuales la oferta de asalariados era imprescindible fuera del control de la frutera, como en la agricultura comercial familiar, además de las nuevas tecnologías bananeras, redujo el número de trabajadores del enclave y aumentó la sobre explotación, a tal grado que en 1963 el 42% de la fuerza de trabajo de Osa, Aguirre y Golfito no recibía salarios en efectivo. En esa perspectiva de proletarización, las luchas por la tierra y por la libertad de organización sindical pasaron a primer plano, en cuanto se trataba de contener la ofensiva antiobrera y reformista de los gobiernos, en particular de Liberación Nacional. Asimismo, esas reivindicaciones quedaron necesariamente ligadas a la lucha por la libertad de organización política, es decir, por la eliminación del Art. 98 de la Constitución de 1949, en cuanto obstáculo para la autonomía del movimiento obrero y popular. El carácter económico y social de la primera convención colectiva a la UFCo. surgió del aumento en la tasa de explotación que acompañó la modernización del enclave, ante el cual, la legalización de las luchas sindicales era la forma más viable de defensa de los intereses de los trabajadores y de la soberanía del Estado sobre el monopolio frutero. Estas luchas se circunscribieron al nivel antipatronal, pues no podía ser de otra forma, en el marco legal del sindicalismo. La huelga de 1971 tuvo alguna vinculación con el conjunto del movimiento sindical dirigido por la CGTC y por la CTRN; con las luchas electorales del Partido Vanguardia Popular e incluso con el despertar de la solidaridad en algunos diputados y políticos no comunistas. Se hicieron sentir en las solidaridades de las Juntas Progresistas y las Asociaciones de Desarrollo Comunal creadas desde 1967, en el movimiento estudiantil y con los movimientos de liberación anticolonial y antiimperialista, particularmente con la Revolución Cubana. Finalmente, la huelga de 1971 fortaleció la tendencia hacia la unidad sindical auspiciada desde 1968 por el Comité de Unidad Sindical (CUS) con miras a la coordinación de las luchas de los obreros agrícolas, del sector de empleados públicos y en la elaboración de un programa electoral de orientación desarrollista, con participación interventora del Estado en reformas sociales, y con algún aliento nacionalista de clases medias y burguesas. |
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El presente material se edita en Rebanadas por gentileza de El Socialista Centroamericano / Web |
por Carlos A. Abarca Vásquez
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