Cuando sea grande |
Había una vez un granito de arena que quería progresar, ser útil y valioso. Pero no era fácil, porque había miles de millones iguales a él y estaban allí, amontonados, en montañas de arena que no importaban a nadie. Y el granito se ponía triste. Un día vino un tractor y lo subió a un camión, y lo bajó en un baldío y un señor lo cargó en una pala, y lo mojaron, lo mezclaron y lo revolvieron, y otra vez en una pala, y finalmente lo pusieron en una obra en construcción. Y hoy, aunque es sólo un granito de arena, él dice: "soy una catedral". |
Michel Visillac
Cuentos viajeros
Selección: Sylvia Puentes de Oyenard
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