Ingeborg Ringe

Reyes y Princesas

por Eduardo Vernazza

Suplemento Familiar El Día

Montevideo, 26 de marzo de 1970

Las posibilidades de la cerámica, cuando traspasan su carácter de pura artesanía, y se convierten en obras en las que se implica la imaginación, toman aspectos de finísima realización, que supone la pieza creada en su total vigencia de expresión.

Como todo arte, tal valor lleva al simple oficio, a la ejecutoria calificada. Y no solamente puede ser el resultado de una artesanía aplicable, sino también, como en el caso que nos ocupa, tratar ¡a fundamental virtud de la decoración, aunada a la más importante y valorativa de la expresión decorativa-fantasía..

Porque las cerámicas de la artista radicada en Argentina, Ingeborg Ringe, invaden, por así decirlo, cualidades desusadas en el tratamiento, modelado y cocido de las piezas. Nos adelantamos a verificar que su temática, y sus motivos que afloran en la composición de ¡os elementos que la injertan, sostienen una fuente creativa de indudable acierto en su concepto moderno. La audacia de la ceramista, se complementa con una moderación y equilibrio en la aplicación de metales al cocido. Tal aplicación afiligranada en su encaje decorativo, nos trae una reminiscencia de vivencia musical adosada a la singular leyenda de castillos y reyes de antaño.

Pero este motivo que obsesiona a la artesana, y que en sus manos posee ese “duende” misterioso que tiene aveces la vida silenciosa de las estatuas, es munido de variadas secuencias. En detalles, búsquedas gráficas muy elocuentes, que no escapan por fortuna al carácter en que quiere fijarlos la sensibilidad expresiva del color tonal, v de la sustancia misma influida por ese poema de inocente cuento de hadas..

Labra en estas figuras sugestivas, plenas de especial atracción, una red de cocidas puntuaciones como el bordado que la princesa de un castillo imaginativo pudiera realizar en su bastidor.

No sería demasiado osado, recalcar que el Pop Art, puede integrar, en la forma de un desviamiento del elemento puro de la cerámica, estas obras de Ringe.

Pero lleva su mano de artífice un perfecto sentido de la pureza de tal injerto. Provoca una solución variada más acorde a la simple decoración, en la misma tierra cocida o pintada.

Ya no se trata de la sencilla punzada que va rielando el barro y construyendo una estructura decorativa del tema, ya sea primitivo o creado en una libre expresividad. Es un encuentro de aspectos que se avienen al oficio, buscando en sus materiales una más rica versión. El romántico cuento, marcado en las guardas de época, o en el cabello frondoso de hilos laminados. En el ensortijado tejido de un fino estilo que se acompaña y armoniza en sus distintos procedimientos.

“Reyecitos y Princesas” con ofrendas en sus manos, montados en camellos o en el elefante tradicional. Cortados en su pie de base con certera disposición. Flores aplicadas como detalle frondoso que anima en el color el admirable gusto del tono en rosas y celeste, atenuados por una finísima realidad cromática que el horno y la sutil mano de la artista saben quemar, como si una varita mágica manejara las rojas piezas, y su contacto con el aire suspendiera en el preciso momento en que toman el cariz de su calidad.

Las princesas y reyecitos cuentan de tal manera ese lejano y etéreo fulgor que nace en la adolescencia y renace en el arte de obras maestras, que se detiene la mirada y la admiración en sus expresiones escondidas casi entre un policromado violeta o rosa, azul o verde, tan suaves, como el gesto que pertenece a un mundo fijo que no ha tomado ya cuenta del tiempo.

Imágenes de países desconocidos. Da Oriente y desiertos, de castillos y mezquitas» de faraónicas rigideces o de fasto señorial.

Todo puede caber en las figuras de Ingeborg Ringe cuando se tiene encendido aún el libro de la leyenda leída en la niñez.

Todavía aún, cuando en los tiempos modernos esa detención del juego infantil o de la serena vitalidad de la estilización, cuenta su poema, en un espíritu sensible y tierno como parece ser el de esta delicada artista.

Y luego la profundidad y ía variedad de recursos en el oficio. Su nueva y acertada inclusión de los metales engarzados en la aspereza de una terminación rugosa o escamada por detalles oue contrastan con la liviana sensación de su transformación al carácter de la cerámica.

Un rico y bello hallazgo que invade en la artesanía, conquistas que fueron hasta hace poco aplicadas fuera de este ambiente propicio que nace de la imaginación. Que agrega y seduce con soluciones puestas sin cargas temperamentales y descontroladas.

Trabajos que poseen ia medida concreta que interpreta el tema con la evolución de las nuevas artes aplicadas para el adorno.

Un adorno por lo demás llevadero, no sólo en su centro decorativo, sino y es más importante, en la fluidez que emana de un inamovible ídolo.

por Eduardo Vernazza
Suplemento Familiar El Día
Montevideo, 26 de marzo de 1970

 

Ver, además:

                    

                    Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

                                                                    Dennis David Doty en Letras Uruguay

 

Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

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