¿Quién fue el modelo? Ramón Lobato y el «Viejo Vizcacha» de José Zorrilla de San Martín Crónica de Eduardo Vernazza (Especial para EL DIA) Suplemento dominical del Diario El Día Año XXXIII Nº 1625 (Montevideo, 8 de marzo de 1964)
“Viejo Vizcacha” |
Corrían los años 1922 al... 25. El Paris artístico revivía con las luces de claras inteligencias. De todas partes del mundo afluían espíritus ávidos de aprender, y de conllevar esa vida bohemia que transitaba en miles de características diversas, y que aún conforman el clásico don romántico de una época que se estira y no quiere fenecer. . Allí estaba también José Luis Zorrilla de San Martín, el escultor uruguayo, que dirigía los trabajos de la estatua "Al Gaucho", en su tamaño original y en la fundición en bronce. Para alejar la nostalgia del Uruguay tenia el “Martín Fierro” |
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Leyendo los consejos del "Viejo Vizcacha", fue que nació la primera idea de inmortalizar este personaje. Le seducía el concepto de aquel viejo tosco, sentado en una cabeza de vacuno. Veía la silueta inesperada de la figura drapeada en cuclillas, casi a ras del suelo, y flanqueada por las dos enormes guampas del animal primitivo de las Pampas. . "era un carácter gauchesco inconfundible", nos señala Zorrilla. Realizó en París el primer boceto que trajo consigo a Montevideo con la idea de llevarlo a cabo en grande. Las cosas se desarrollaron de acuerdo a un plan establecido por la Comisión que tenia que ver con el monumento al “Gaucho”, donde un sobrante de dinero facilitó la ejecución de la obra que tanto interesara al escultor. Los bocetos que tenia Zorrilla ya planeaban la composición de la escultura en su total agrupación. Faltaba, sin embargo, el modelo que le diera verdad absoluta, que certificara el vuelo del artista con documentación humana, dentro del carácter esencial que necesitaba para expresarse totalmente. Fue entonces cuando, visitando en Punta Ballena a Don Antonio Lussich, ese visionario que plantó los montes que hoy vemos en esa prodigiosa naturaleza, entró en contacto con el que iba a ser el MODELO medido para el Vizcacha. Don Ramón Lobato, el hombre aindiado, de bombacha gaucha, tenia un parecido increíble con la creación mental que en la distancia imaginaba el artista, y que se agregaba a la realidad con ribetes únicos para el fin propuesto. Era un paisano que vivía entre el bosque, protegido de Don Antonio Lussich. "Lo que podría llamarse un gaucho de costa marina” acota Zorrilla... “un gaucho pescador”. Vivía en un rancho de paja y terrón sobre una pequeña colina con algunos perros ... (Y el poema de Hernández refiriéndose al Vizcacha decía: "Vivía rodeado de perros"). Allí fue donde el escultor tomó de él una serie de croquis y dibujos del natural los cuales ofrecemos ilustrando esta nota. Con ellos, modeló en su taller de Punta Carreta la estatua. Llamó la atención a Zorrilla, el personaje en si, mas la estructura craneana y las facciones de profunda seguridad étnica. Don Ramón Lobato era alto, imponente, derecho; un solitario que cuando hablaba era sentencioso y amigo del refranero criollo. * |
Viendo estos dibujos del escultor, se aprecia el proceso, la creación de la obra magnifica que dentro de una característica especial, supo inducir los elementos hacia una forma rotunda en la estructura de un ritmo de rara efectividad plástica. El elemento cultural, si bien le da la confrontación verdadera del personaje, se somete al estilo del artista, a su libertad creada por una sustancia intelectual de astuto filósofo gaucho. Aquella figura con el atuendo típico, despertó en el artista la facultad de hallarse en la segura senda por donde había de transitar su idea. |
Todo ese material noble, auténtico, rico de elementos nativos, y esa fisonomía adusta y penetrante del hombre hecho a la naturaleza del campo y de la vida, campeaban en el alma creadora de Zorrilla para dibujar las facetas hondas y acordes al personaje. A ese huraño del mundo, que se complace en la contemplación de los hombres por fuera y por dentro. Al sentencioso que predica una estabilidad que prefiere a cualquier cambio, basta que le ofrezca la tranquila seguridad de que nada cambia, de que todo se maneja según sus consejos y de sus ventajistas reservas de la realidad, de las cuales es portador y vividor, ubicando a cada hombre en su lugar; en el lugar de la conveniencia sin lucha... Torneado personaje que aunque feliz en el dibujo, resalta con aristas de imponente visión interior dotado de un conjunto de atributos, en los cuales se percibe el socarrón zumbido que no deja de escarbar el oído, haciendo dar un paso atrás y claudicar, a quien no es lo suficientemente audaz para vencerlo. Esta experiencia, llevada al extremo en la cautela, en el consejo, experiencia vivaz de “animal en la cueva", es un concentrado de molicie sabia, que se pronuncia en el más gracioso léxico, que mira la vida para adentro y de reojo, hundiendo la cabeza en el pecho para mirar arriba sin ser visto. * Don Ramón Lobato, fue el perfecto modelo para este personaje en las cuevas de Punta Ballena, su solitaria vida, ya vimos que no desestimo el refranero y la sentencia. La soledad sabe hacer comprender al hombre muchas cosas, de las cuales fácil se hace luego concretarlas en la frase indicadora. La nostalgia del paisaje atardecer, y la aurora, ponen sabia poesía aun al más rudo, y Lobato tenia la suya. Si no en verso, si en el musical aullido del viento. Solía colocar en el alambrado que circundaba su rancho, latas de aceite vacías atadas a los potes. Cuando el pampero soplaba, las latas, como notas de un lejano xilofón, golpeadas por el dios del viento, hamacaban su sueño con raras percusiones. Como todo hombre solitario, Lobato, encerrado en sí mismo, no tenía noción del tiempo ni de las realidades mas urgentes. Pero si físicamente, y en algunos contornos, tenía en su haber alguna tendencias "Vizcachinas". Don Ramón Lobato en un gaucho de íntegro y derecho proceder. Se recuerda al caso una anécdota: El entonces joven político Don César Batlle Pacheco, admirador de la obra de Don Antonio Lussich se hallaba en Punta Ballena junto a este. Don Ramón Lobato se acercó o fue llamado por el dueño de casa, que ya parece tenia una socarrona idea. |
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Don Antonio Lussich empezó a hablar de Don José Batlle y Ordóñez, y en cierto momento, al ver que Lobato se inquietaba por “prosear", le dejó la palabra: palabra que en boca del guacho — era blanco — fue cobrando poco a poco violenta réplica. Don Antonio Lussich, seguro ya de que Lobato había entrado al terreno de su juego, le interrumpió para obviar el olvido de no haberle presentado al hijo del gran estadista. Al oír esto Lobato cobró el impulso severo de toda su imponencia. Y levantándose, rápida y solemnemente, se encaró con Don Cesar Batlle y le dijo: "Yo rispeto todas las opiniones, pero no me dismiento", y quedó con los ojos fijos y duros, sosteniendo sus ideas. Tomó su chambergo de ala levantada y se despidió, diciendo: “Bueno, yo me voy, disculpe pero lo dicho, dicho está”. |
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Viendo estos bocetos del escultor se aprecia en los dibujos el proceso de creación del personaje |
La tradición tenia en su ser huellas que cumplían en cada ocasión su cometido impuesto por un respeto de! cual Lobato jamás renegó. Cuando Don Antonio Lussich falleció — nos cuenta Zorrilla — Don Ramón Lobato acompaño sentidamente hasta su última morada, con pañuelo negro rigurosamente atado por el barbijo, a modo de la usanza de las Pampas. Como no podía ser de otra manera, Lobato se convirtió, pasado el tiempo, en un tipo popular en Maldonado. Allí se recuerdan anécdotas graciosas y sencillas, de esas que conforman el personaje en una de sus aristas que diríamos del menudo vivir. El y su caballo formaban un grupo gris. Andaba su camino con prestancia y empaque, envuelto en sus pobres ropas . . Vendía su mercancía —huevos— y dejaba siempre la dádiva en manos del cliente pobre . * Ejemplo de innata generosidad, de displicencia contemplativa, que el paisaje cultivó en su rara persona. Muy anciano y muy pobre terminó sus días Don Ramón Lobato. Sus viejas “pilchas" ya tenía un contorno que en nada parecían las características del gaucho. El tiempo las deshilachaba como a sus largos cabellos y barbas. Dentro de su rancho, casi tapera ya, parecían estalactitas de una gruta más. |
Crónica de Eduardo Vernazza
(Especial para EL DIA)
Suplemento dominical del Diario El Día
Año XXXIII Nº 1625 (Montevideo, 8 de marzo de 1964)
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
José Luis Zorrilla de San Martín en Letras Uruguay
Eduardo Vernazza en Letras Uruguay
Dennis David Doty en Letras Uruguay
Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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