¿Quién es el modelo para el pescador de Homero Bais?

por Eduardo Vernazza

Suplemento dominical Huecograbado del Diario El Día

Montevideo, 28 de junio de 1964

Este texto, al día 2 de junio de 2022 está inédito en Internet. 

Fue escaneado texto e imágenes por el editor de Letras Uruguay

Si alguien lo incluye en otro lado agradezco que hagan mención de donde lo tomaron.

El sol del atardecer pone escamas rojas en la superficie moviente del mar. Reflejos dorados suman su luz en el crepúsculo. La bruma azul comenzará ya a envolverlo todo. Aún se hamaca en las aguas la réplica de los pescadores, que junto a los viejos postes parecen seres de un mundo de raros ademanes..‘‘Muelle de pescadores”. Mientras tanto en “el Galpón”, se estira la tarde en reuniones de “lobos de mar”. La noche es la esfera en que ruedan los comentarios, y pronto será la partida en busca de la pesca.

Eran entonces tiempos bravos. No se tomaban todavía los datos de quienes se alejaban en las madrugadas hundiendo con las velas la inmensidad oscura. En esas ruedas de amigos fuertes, hermanos de lucha, se comentaban los sinsabores y ¡as alegrías: se hacían promesas para saborear la condimentada comida en las mesas rústicas, y lo que es más... se hacían bromas y nacían los motes...

Fue posiblemente en un rato de solaz de éstos, cuando saltó como un pez plateado la idea de calzarle el justo “alias" a Victoriano Zeinz, querido pescador callado y pensativo...

Sus rudas manos habían sufrido el curtido bautizo del sol y del mar. Los años pusieron en ellas el gasto del tiempo en la piel, que se quebraba a! calor y el salitre devoraba. Con un movimiento igual al del cuchillo cuando limpia el pescado, la uña del índice levantaba en entretenido vaivén la piel seca... Y entre risas y chacota quedaría, estirando el recuerdo después de los años, la figura de “ESCAMITA".

Su barca tenía la imagen como mascarón de proa, de esa serena valentía del hombre que afrontaba los peligros: “El Despacito” se llamaba. El pagó también su cuota de dolor en el viejo muelle. Allí, en un accidente, murieron sus dos hermanos: “el colorado” y “el tamberita”. . .

Un joven... casi un niño, con vocación de artista, vagaba por los puertos dibujando todo ese universo de preciosa vitalidad y de rugosa y cambiante pátina. Su mundo fue desde entonces el viejo muelle de pescadores.

Buscando las figuras rudas y de carácter típico, se topó con “Escamita”, en la cual veía los rasgos inconfundibles del hombre surcado por huellas que envejecen temprano. Tenía entonces la soledad en su vida interior, aue trasuntaba con el cansancio de su boca entreabierta al volver de las faenas. El alcohol vitalizaba por momentos su mirada escondida casi entre los párpados hinchados, y la barba siempre cortada, calcaba a la luz la imagen de un cristo del mar. Le cobró cariño. Tal vez porque la vida ya le apartaba del sendero de la lucha, con ese instinto intangible del destino. Y fue él a quien más dibujó, a “Escamita” al que eligió para una serie casi interminable de proyectos, en los que tentó las técnicas que mejor le representaran su sentir plástico. Trazó de él cantidad de apuntes, los cuales andando el tiempo fueron los temas para desarrollar la técnica del barniz blando, en la cual fue uno de los únicos en nuestro medio, que la trató con el valor y la sincera limpieza que trasunta esta fina y fuerte manifestación.

Homero Bais con el tiempo amplió su expresión. Se hizo escultor; uno de los jóvenes escultores más dotados, mejor intencionados para la evolución personal.. Así nacieron muchas obras que comenzaron humildemente con la copia del natural, y siguieron en la plena vivencia de una formal vocación, elevando al artista hasta lograr un lugar muy destacado en el arte nacional. Los tipos populares comenzaron a rondar su imaginación. El ejemplo de '“Escamita” se alargó en las viejas barriadas, donde en sus orillas los charcos estancados dejaban lugar de agua limpia y las lavanderas se hincaban con sus atados que traían en sus tiesas cabezas. Los niños que jugaban descalzos, los hombres quietos recostados sin saber qué hacer, y los que trabajaban. La mujer madre llamó de inmediato su atención, y la representó muchas veces en sus esculturas y dibujos. Todos estos motivos le dieron a Homero Bais la tónica de una sabiduría, no sólo de la vida que a su alrededor formaba el tema de su arte, sino, también, del descubrimiento de su forma de expresión. Sus trabajos. que culminaron en el Salón Nacional. llevaban su personalidad. Una secuencia simple de planos, que abarcaban lo justo para transformar sin deformar, para expresar sin desvirtuar la escultura. Fue y es moderno, pero en el mejor sentido de la palabra. Su estilización no consumió su dibujo ni el volumen de las formas primordiales de la escultura, sino que por el contrario plasmó concentradamente la estructura en grande. Lo importante, lo plástico, salió de sus manos con un instinto peculiar. Hizo de Bais un escultor original, que traía una palabra nueva a los Salones, y que sus tipos renovaban con la vigorosa faceta de asentados en la tierra.

Pero el recuerdo de "Escamita" no se borraría jamás de su mente ni de sus manos. «¿En cuál de ellos está “Escamita”?* (dice Bais refiriéndose a todos sus dibujos y grabados), “Posiblemente en cada uno de mis estudios de personajes aparezca alguno de sus rasgos característicos. A pesar de trabajar de memoria, y sin modelo fijo, creo que en los personajes que intervienen en mis motivaciones, aparecen los rasgos inconfundibles de aquella figura que a pesar de los años quedó grabada en mi espíritu, jugando un papel importante en mi inspiración creadora".

Entre los tipos que el yeso tallado por Bais marcara con infalible carácter aquella figura, está su "Pescador", realizado por dos veces en distintas actitudes de su faena. La escultura le presenta hincado en la contemplación de una pieza cobrada al mar. Su torso todavía fuerte, se ajusta a ¡as formas que tanto destacaran al escultor, y la expresión, vive una semblanza de contenida alegría triunfal. Alegría modesta, escondida a la sombra de unos ojos huecos y de una boca entreabierta casi. El modelado es pleno, de fuga de volumen en redonda sensación, sensible a la rotación de las formas y palpable a la verdad que desecha detalles y acopla la fortuna de los descubrimientos. En el otro aparece en cuclillas, contemplando el pescado como viejo conocedor de su calidad. Esta figura es tal vez más fuerte y rotunda que la anterior. La pose remueve los volúmenes, y da a Bais un contenido más concreto y de puntos que promueven la eclosión de los planos iluminados.

Por lo demás, reflejan plenamente las virtudes del artista en cuanto a manejarse con esa difícil simplicidad que le es fundamental. Los rasgos están aquí acentuados, y el orgullo nace en el labio inferior destacado, y esta vez apretado ante la visión del símbolo de su faena. Ese vigoroso grupo de volúmenes y planos, de luces y «sombras, dan firmemente un carácter de tipo pocas veces igualado en la escultura nacional moderna.

Ganó con ella en el año 1947 el tercer premio en el Salón Nacional de Bellas Artes. Está representado con sus facciones, sus actitudes y su vestimenta. "Lo que no pude transmitir con mis medios expresivos fue su voz”, dice Bais en su amplia risa bonachona.

“Lo conocí en un viaje que hicimos a la Isla de Flores siendo yo muy joven”.

Dibujo del escultor Homero Bais para el modelo de "El pescador" escaneado por el editor de Letras Uruguay

Le cautivó a Bais el espíritu jovial y jocoso que se le despertaba cuando los elementos trinaban, y aparecía en él la serena y confiada misión del lobo de mar. Entonces “Escamita” ya no era “el de tierra'’. Agrandaban su figura el espíritu de lucha, tallado por los vientos, los fríos, el sol y las lluvias. Era aún una erosión endurecida. Recuerda “la voz gutural y ronca" que no sabe si atribuir al alcohol, o “llevando mí imaginación más allá, si era producida por una adaptación al medio “de la corvina negra".

Entonces, socarrón y riente. se mofaba de lo poco marinero que era el escultor, y aquella figura casi triste y humilde que era “en tierra””, se transformaba, cobrando el poder de un instinto al que no podía renunciar en sus manifestaciones.

El tiempo alejó a! escultor de aquellos parajes. Perdió la pista al pescador, que renace ahora, cuando supo que hacía muchos años había muerto. Agustín de León, el pescador más viejo en la actualidad que deambula por el muelle, habita el cuarto N9 6 del galpón. Siente cierto orgullo de ser el decano de los pescadores. Al nombrar a “Escamita” fluyen recuerdos de anécdotas y hechos, y los últimos datos que permiten seguirlo, salen por boca de este otro lobo de 76 años. “Escamita"’ dejó de pescar —dice— y con sus ahorros compró un café en la calle Florida. “La Recalada” se llamaba; y a él afluían todos sus compañeros al calor del ambiente y de la bebida... Se unió a una morena y adoptaron un niño de color. Parecía que el puerto y la mar calma, eran favorables para echar el ancla, y ‘Escamita'’ soltó su cadena de sentimientos, y amparó a esa mujer y a su hijo. Fue dejando que algunas cuentas de sus amigos subieran en una vertical de números que creció demasiado para sus medios. El mar bramaba cerca, y él no podía evadir “su ley”. Volvió a “salir”, y las madrugadas golpearon su pecho con demasiada furia.

Homero Bais, el escultor que lo encontró cuando su ilusión de artista le envolvía en la poesía brumosa de los muelles, vive su reencuentro con aquel ambiente. al bajar por la calle en busca del muelle, desemboqué en lo que fuera un viejo almacén... Hoy es un depósito, aquello que fuera parada obligada de los pescadores, Sólo queda como un sello marcando una época, la inscripción en una de sus esquinas. en chapa patinada por los años y con forma de blasón: "Construida por Luis Clasala».

Hace mucho que Homero Bais no trabaja. que sus manos han dejado de modelar y de escarbar en el yeso la sensación de su poema popular.

No se te estimuló como debía: se le discutió; y su condición fue aquietándose poco a poco, hasta aparecer como aquellas escamas de luz que sólo al atardecer vibran rojas en los crepúsculos del muelle de pescadores, reflejando los postes, y quebrándolos en movimientos nebulosos e indefinibles que van camino a la profundidad.

 

por Eduardo Vernazza (Especial paras EL DIA)
Suplemento dominical Huecograbado del Diario El Día

Montevideo, 28 de junio de 1964

 

Ver, además:

                    

                    Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

                                                                    Dennis David Doty en Letras Uruguay

 

Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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