Max Ernst, monstruo sagrado del surrealismo

por Eduardo Vernazza

Diario El Día (Montevideo) domingo 16 de mayo de 1976

Max Ernst "Autorretrato" joven, una combinación de foto-collage,

en la que el artista se adelanta a esta nueva técnica.

Hace poco tiempo se difundió la noticia de la muerte de Max Emst, uno de los pintores más importantes del movimiento surrealista. A los 85 años de edad, y en la ciudad de la que él hizo su patria, París, este pintor, escultor, poeta, y escritor, deja por su carácter, y por la sustentación de aspectos avanzados, y en las que experimentó como en el “frottage”, lenguajes que sirvieron para el desarrollo ulterior de nuevas formas de expresión.

El surrealismo y el manifiesto de Bretón

El pasaje da Ernst por el “Dadaísmo”, y su encuentro posterior con Hans Arp, le llevó en 1922, ya en Paris, a integrar el famoso grupo que en 1924 lanzaba el manifiesto sosteniendo las teorías del surrealismo, y que formaron Bretón a la cabeza, Eduard, Aragón, Soupault, Desnos, Peret, Crevel, Arp, y De Chírico. Es curioso que Ernst los retratara a todos juntos, y agregara a esta tela las figuras de Rafael y Dostoievski. Es quizás Ernst uno de los más íntimos artistas consustanciados con este movimiento, y uno de sus intérpretes mejor dotados técnicamente para dar la expresión extraterrena que suponía enfrentar ese desdoblamiento del tema interior, creado por un reino de formas que se conjugan libremente en el campo de lo ignoto.

El manifiesto de Bretón decía: “El superrealismo en el automatismo psíquico puro por medio del cual nos proponemos expresar, sea por escrito, sea de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es el dictado de la mente, en ausencia de toda fiscalización ejercida por la razón y fuera de toda preocupación de orden estético o moral”.

El surrealismo en la pintura de Ernst

El misterio que incuba la realidad, aún la tangible realidad común, es el nexo constante que los pintores surrealistas, en especial Ernst, trataron de descifrar, modificando las formas, desintegrándolas, para construir un mundo de ensoñación o de pesadilla, cuyos recursos y elementos provenían en parte, de esa realidad a la cual deseaban penetrar con incisivos impulsos, ya instintivos, o retorcidamente supeditados a la imaginación y fantasía de una vida interior por momentos demoníaca, o fríamente establecida por un supuesto orden creado.

"L´ange du foyer" fantasmal visión donde el genio de Ernst toma vuelo y mueva con toda libertad aspectos simultáneos en una estilizada fórmula que admite el contraste y deja la faz nebulosa al fondo del horizonte.
 

Las imágenes de sus obras y su técnica

Lo imaginario, lo inconciente, lo dramático de inquirir una verdad espiritual con normas que la expresen, la experimentación de una estética que transformaría totalmente lo objetivo de las cosas y los seres enlazados o diseminados como en un infierno, revelan el postulado de Ernst con aristas místicas a la “invención desconocida”...

Ernst descubrió en la técnica del “frotamiento" inesperados recursos para interpretar sus obras dentro del estilizado que los materiales le proporcionaban por obra de la naturaleza (maderas y tramas de tejido). Estas le ofrecían un aporte a la portentosa imaginación de su talento. De tal manera, podía elaborar sus “figuras”, creando otro universo, sugiriendo riquezas y variaciones de las cuales sabía utilizar con suma elocuencia misteriosos reflejos...

También el “collage” constituyó parte de su arsenal técnico. Y su estilo, por complicación, sumó el encolado y el recorte.

El arte de Ernst es de alucinantes revelaciones. Su factura pétrea, la pánica fuerza de sus demonios injertan el grotesco sin dejar rastros dominantes. El libre equilibrio de su caótico enlace, no lleva el ritmo geométrico, entra en lo que se aleja del principio cubista (Picasso comienza en esta Escuela a descomponer la figura, a desintegrarla, y a liberarse de su orden). Incluso Picasso tuvo su proceso surrealista, pero no se entregó totalmente a su impulso como lo hiciera Ernst y otros místicos apóstoles unidos por su definido credo.

Busquemos en las obras de Ernst la arbitraria solución, y la más punzante acción de seres amorfos con apariencias monstruosas, en un réquiem de tremenda resonancia poética, en una danza adherida a la ensoñación, a la delirante proyección de un mundo con luces de frondosa imaginación.

El surrealismo, Ernst y Dostoievski

Los cuadros y la teoría sustentada por Max Ernst, nos trae una conexión con Dostoiesvski en sus fases intimas del inconciente. La imaginación, derivada de tu profunda intuición, o mejor, visión retrospectiva, que culminaba en su físico enfermo, y cuyas evasiones asimilaba el encuentro que coincidía con Froid, transitaría en el surrealismo, plasmado por sus cultores entra los que Ernst fuera uno de los grandes.

Mar Ernst viajó, por esos laberintos del alma. Fue de los pintores netamente surrealistas. Expresó con su técnica múltiple ese enjambre de lo ignorado. Lo que aflora a la mente. Supo como pocos tal vez, retener honestamentei, y dar el mundo que creaba su subconciencia. Los seres alucinantes, mecidos en los paisajes donde las perspectivas no existen o se pierden en el espacio. Enredó, trabó, abriendo ventanas con su luz distinta, por la que dejó clarear el alba de un universo dramático, casi profético.

La obsesión encerrada en la confusión del alma o del pensamiento suelta amarras en el surrealismo de Ernst. El razonamiento no existe, pues el pintor, concentrado en la expresión de esos “duendes” que deben ‘protagonizar sus cuadros, no atiende estructuras hechas ni técnicas determinadas; las crea. Se vale de todas y de cada una. Inventa, improvisa, desgarra las formas (luego se verá esto acrecentado por el expresionismo actual), insiste sádicamente en el desdoblamiento y en la doble figura (ya lo adelantaba Picasso), en lo inverosímil de las cosas. Si acusa un tema (el vestido de la novia, ejem.) que llamaríamos terrenal, todo converge dentro de una escena imaginada, con acosamiento de terrores y miedos; con satírica invención que conforma un símbolo encadenado a esa doble faz de la razón liberada... Lo subconsciente, pues, tiene la primera vigencia en esta Escuela.

Sus datos biográficos

"Viejo, mujer y flor", característico de la Escuela Surrealista, expuesto en el Museo de Montevideo en aquella muestra que envío Francia

Max Ernst nació en Bruhl, cerca de Colonia, Alemania, el 2 de abril de 1891. Estudió filosofía en la ciudad de Bonn, de 1909 a 1911. Tuvo acercamiento a la pintura que realizaban Picasso y De Chirico, y también con la. inicial alemana expresionista. Influyó en el Dadaismo. Integró el grupo de Zurich junto con Arp, del que se hizo amigo, y luego de la guerra fundó con otros, el Dadaismo de Colonia. 1922 lo encuentra en París, ya dentro del surrealismo. De 1941 a 1949 estuvo radicado en EE.UU. Entre 1929 y 34, Ernst dio a publicidad sus novelas “Collage”. En EE. UU. se casó con Dorotea Tanning y en 1954, a su regreso a Francia, se le otorga el Gran Premio de pintura en la Bienal de Venecia, cuya aceptación le valió la expulsión de un movimiento surrealista notoriamente incapaz de asimilar el paso del tiempo. En 1958, Ernst se nacionalizó francés. En París realizó amplias exposiciones, de las que se destaca la de 1959 en el Museo de Arte Moderno, y la de 1971, para festejar sus ochenta años en la Orangerie de Las Tullerias. En agosto de 1975 fue la gran muestra retrospectiva en el Grand Palais.

Max Ernst. Conferencia de Guillermo Solana / “Cinco surrealistas”

7 may 2015

Conferencia de Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, dentro del ciclo de conferencias “Cinco surrealistas en las colecciones Thyssen-Bornemisza”, organizado coincidiendo con la exposición temporal “Paul Delvaux: paseo por el amor y la muerte”. → 5 de marzo de 2015, salón de actos del Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid).

 

por Eduardo Vernazza
Diario El Día (Montevideo, Uruguay)
domingo 16 de mayo de 1976

 

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Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

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