"Los Fauves"

Una tempestad en el mundo de la pintura

por Eduardo Vernazza

Diario El Día (Montevideo) 25 de julio de 1976

                                                     "Carteles de Trouville" 1906

Rooul Dufy. Aunque aparece en un orden 'lógico", está lejos aún de la manera que le haría

famoso en la historia de! arte moderno. La soltura de sus cuadros, y la gracia sutil de los

elementos que trata. Sin embargo, hay indicios firmes del movimiento y el trazo que serían

su eterna vigencia.

Las evoluciones o movimiento« de la pintura moderna tienen ecos de rebeldía muy propia del impulso juvenil.

Cuando después del impresionismo la pintura quedó en una “impasse”, y sólo se expresó por la fuerza individual, surgió un grito poco menos que de guerra, que quebraba toda la lógica del color, para que éste se manifestara hasta si se quiere, arbitrariamente.

La exageración, como todo extremo, fue uno de los puntos candentes del alarido que pedía “quemar los Museos”, en sus ansias de renovación. Por suerte nadie, escuchó tal consejo. De lo contrario, las obras que hoy suponen una representación de dicha Escuela, llegado el turnó habrían desaparecido.

Este grupo lo formaron artistas que alcanzaron fama universal. En su madurez serenaron sus ímpetus, y equilibraron sus valores, dispersándose y creando para la Historia del Arte, cuadros que marcan su talento.

Así siguieron en principio los lineamientos de la fórmula de Van Gogh, pero con menos orden y conciencia de la yuxtaposición. Los colores violentos anticipaban una libertad que funcionaba de acuerdo al instinto que dejaba escapar imprevistos, siempre dentro de la exaltación cromática más inverosímil.

Sin embargo sabían su oficio.

En el momento de su aparición, los “Fauves" lograron este "título”, como lo fue también del “impresionismo”. El crítico del Arte Louis Vauxcelles observó una imagen que le recordó a Donatello (realizada por Marquet) que exhibía en el mismo salón, y se dice que exclamó: “Donatello en medio de las fieras”.

Pero el tiempo moderno corría ya sin nada que pudiera desviar su cauce. Como las vías de una gran estación, ese entrecruce que parecía a la vista del profano algo Increíblemente ordenado, lo era en la realidad de su función plástica. Porque fue un momento en la .pintura. Necesario, si se quiere, para aquel grupo que después supo equilibrarse, dejando la huella de un pasaje de conquista libre en cuanto a nuevas investigaciones del color interpretado y no imitado.

No es la historia de tal Arte lo que deseamos en esta nota, sino explicar el fenómeno que fue en su tiempo, y que se prolongó tardíamente en otros países. Aún hoy reverdece en algunas individualidades que lo toman para luego incursionar en sus propias revelaciones, intimas de artista. Puede que alguno haya tomado coraje al soltarse, y comprendido también la lección grande de que sin base —como la que poseían aquello« “cruzados”— no existe arte y menos pintura.

"El ídolo" de Henrl Matisse. Algo de simbolismo poseía ei "fauvismo" a pesar de sus valores dinámicos. Esta imagen de célebre pintor francés, representa ya, con cierta influencia japonesa (que admiraban), la rica coloración
y los trazos de inventiva que supieron de una calidez única.

Derain, Vlamink, Dufy, Marquet, Van Dongen...

Léanse sus nombres. Lo que representan en la Historia del Arte Moderno. Lo que son en la realidad de la pintura eterna. Todos habían comenzado estudiando en Academias Todos la dejaron con la misma idea de redención. Todos encarrilaron sus fuerzas y talento hacia un mismo descubrimiento. Pero supieron aplicar la base de sus estudios, sobre todo de su dibujo y estructura, para liberarse y poder decir su nueva teoría.

Es cierto que el principio fue arrasante, sin explicaciones. Imponiéndose sólo con su obra y sus ideas. Sin escuchar, como no escuchan generalmente los jóvenes años.

El concepto fijo de tratar la nueva expresión, soltó, sus cauces en la más extrema búsqueda del color. Árboles rojos, ríos o mares de efervescentes y cálidos e intensos cromatismos...

Era lógico que no se les entendiera, aunque pusieran en sus obras que hoy, con los nuevos y más avanzados movimientos, aparecen casi como clásicas en este nervioso mundo cambiante.

Ellos aprovecharon el divisionismo del color, en parte su orden de yuxtaposición, pero liberaron su contenido conocido, para ir más lejos, mucho más que los ahora tímidos impresionistas.

Se codea con el expresionismo que surge...

De tal conquista, tal vez paralelamente el expresionismo, que tomó la figura con mejor suerte, ya tenía en uno de los más acérrimos “fauves” un representante: Van Dongen. Este holandés, que se unió al grupo, fue quien mejor interpretó esta transfiguración de la pintura en sus retratos de damas de sociedad. Enormes cuadros con estrafalarias agudezas y exaltaciones coloristas, fueron sus imágenes, ya encarriladas hacia la nueva fórmula. Derain, con base y espíritu clásicos, se desprendió después de un tiempo del conjunto “indomable”, para realizar su obra, que fuera de este pasaje que le completa en su itinerario, cubrió con maravillosas pinturas de fuerte y sobrio contenido.

Marquet, que iniciara sus paisajes de puertos con la rojiza y vehemente riqueza y calidad de todos sus compañeros, se volcó con la experiencia hacia una grisácea y húmeda, cuan neblinada pintura de los puentes de París que le dio fama universal. Dufy, ensayó con los “fauves”, y luego radicó su experiencia en la ágil y característica única de la pintura moderna, de su transparente y sencilla visión del mundo.

Vlaminck, tal vez junto a Van Dongen, abanderados basta el fin, fue el rebelde pictórico, que montado en su bicicleta recorrió los caminos, y no abandonó su alucinante fuerza de tempestad, que parecía tratar sus telas a pincelazos como relámpagos de fuego o de blancas apariciones.

Derain "fauve". Cuando en 1905 pintó "Coucher de soleil a Londres". Un poco a regañadientes transitó por este camino, que lo vincula al divisionismo (en parte), y al efecto Impresionista por otra. Nada tiene que ver cuando retoma los hilos de su potente dibujo, y realiza una obra de tremenda fuerza.

El Sena en Chatou de Maurice De Vlaminck. Se vislumbra en el cuadro del Sena del avasallador Vlaminck, su ímpestuosa ejecución, que sería, luego, una  visión dramática, encerrada en cielos blancos y en caminos de nieve, o de rústicas huellas trazadas con una firmeza desconocida.

Rouault, que rompió la mitad de su obra, quedó en la Historia del Arte como ese gran expresionista que es, y no lo hubiera sido, tal vez nunca, si no pasaba por su época de “fauve”.

Entiéndase que dicha rebeldía la tratamos solamente como partícipe de las ansias de renovación plástica,

"El ídolo" den Henri Matisse. Algo de simbolismo poseía e! "fauvismo" a pesar de sus valores dinámicos. Esta imagen del célebre pintor francés, representa ya, con cierta Influencia japonesa muchas veces confundida y aprovechada; por otras vías que nada tienen que ver con los aspectos artísticos y las experiencias propias de los que desean o sienten la evolución.

Hasta Matisse, el delicado pintor que se nos aparece en sus mujeres de leyenda, fue un “fauve” en su tiempo. La soltura, la seguridad del color y sus calidades nuevas, no podían de ninguna manera, como en sus compañeros, florecer en medio de un ámbito anticuado. Debieron, a su tiempo, apartarse. Pero estuvieron aprendiendo en ellos hasta que necesitaron aprender .. Allí cunde la diferencia entre tantos nuevos apóstoles que nada desean saber.

El instinto fue parte primordial inculcada en la obra de los “fauves'’. Lo escucharon y soltaron sus amarras hasta que debían trabajar y ordenar en ese aparente desorden.

En aquellos tiempos rompían con lo hecho. El holandés genial del “'autorretrato con la oreja cortada”, señaló el camino, fustigando la geometría ancestral, buceando en el espacio como en la intimidad de los personajes toda una enseñanza del nuevo color. Los “fauves” supieron aprovechar el ejemplo. Othon Friesz, otro de los incursionados en sus filas, tiene como los demás el registro de su genio. Dominaba el dibujo dinámico de curvas, la composición y la figuración del cuadro clásico traído a esa escuela. Y Braqué, en los pininos del cubismo en 1906, nos deja obras de su momento estelar de “fauve”. Mirado hoy a través de su estructural cubismo que le puso junto a Picasso y Gris en la médula y a la cabeza de la nueva tendencia, sorprende por su orden, por su proporción, por el dibujo ia composición y color...

Y sin embargo miraban la naturaleza

Ciertamente que observaban “il vero”, como decís el inolvidable Borella en nuestro pequeño círculo montevideano, cuando todas estas formas llegaban muy tarde a querer convencer a los apoltronados en el neoimpresionismo, luminismo, etc.... de los que los sacudió la aparición arrasante de Torres García.

Miraban el natural, repetimos, con otros ojos, con otro espíritu con distinta teoría, y con el instinto abierto a las emociones espontáneas, inminentes, ricas en efectos, pero rimando el dibujo y la forma, y sobre todo, la línea, que marcaba los contornos con azules, violetas, rojos, verdes, sin discriminar la verdad objetiva, sino la exaltada de su versión.

"¿Qué fue el ‘fauvismo’ en Arte sino un despiadado auto de fe purificador?”, dice René Huyghe.

Despiadado, diríamos, porque quitó de la vista común, el color conocido y ubicó aquellos que respondían a sus temperamentales afanes, que reclamaban el lugar de una entrega total hacia nuevos rumbos como lo hicieron antes los impresionistas, luego los cubistas y expresionistas ... y después, el mundo avasallante de los “ismos”.

 

por Eduardo Vernazza
Diario El Día (Montevideo, Uruguay)
25 de julio de 1976

 

Ver, además:

 

                     Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

                                                                        Dennis David Doty en Letras Uruguay

 

Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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