Giorgio de Chirico

La personalidad de un gran pintor

por Eduardo Vernazza

Suplemento dominical Huecograbado del Diario El Día

Montevideo, 25 de octubre de 1970

Giorgio de Chirico - Autorretrato

Este texto, al día 14 de junio de 2022 está inédito en Internet. 

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Si alguien lo incluye en otro lado agradezco que hagan mención de donde lo tomaron.

GIORGIO De Chirico es uno de los más grandes pintores modernos. Su rara como difícil conformación estética, brinda conceptos para discutir muchas de sus ideas plásticas.

Pero toda su obra está tan plena de fuerza y convicción, que se impone por la sola presencia, de sus valores.

La imaginación de De Chirico y su fantasía, se pliegan hacia un principio realista. O si se quiere, dentro de las formas humanas.

Si bien tal sentido impera en sus pinturas, no es menos cierto que las teorías nuevas bifurcaron su obra. Que hoy se presenta en la vida de la pintura moderna con toda la visión esquemática y metafísica, o con una pasmante realidad superada.

Los retratos, especialmente el de la madre y los del propio De Chirico ,que los realizó por cantidad, así como los que junto a la autora de sus días creó generalmente junto a una ventana, dejan la impresionante realidad de su vivencia pictórica. Realidad que alterna con la figuración que crea sus leyendas y mitológicas escenas. El “Centauro moribundo” y “La batalla entre Lapitas y Centauros”, conforman ejemplo de la realidad fantasiosa que encaja ya en el expresionismo.

En 1910, De Chirico formula el deseo que después culminará en su autorretrato “en traje del seis cientos” (1959), de investirse como personaje de alguna historia, o simplemente como pretexto para realizar, según el talante, una obra original. A partir de su “Figura de mujer metafísica” aplaca su dinamismo, y aquella versión de abundante materia expresionista, queda más aquietada en la “Serenata” (1910). En su obra “El enigma de la hora” (1911), ya entra decididamente a la versión metafísica. La desolación tiene por única mención de cambio, un reloj y una figura blanca detenida que ofrece junto a la solución de la luz y sombra, esa aureola disecada que tendrá luego una más neta aseveración cuando las figuras sean ya casi maniquíes, y la realidad entre a ser más tarde surrealismo.

En 1913 repite con “La torre” el mismo concepto. Mantiene la estructura; y en “Plaza de Italia” (1913), agrega a la arquitectura, la figura estatuaria en primer plano, dejando a lo lejos la realidad visible. En sus obras de 1914 comienza a ubicar personajes totalmente creados. En pedestales que no quieren todavía apartarse de un resquemor clásico, o ya sin cara, con el sector oval, que será desde entonces el mito misterioso de sus composiciones metafísicas. Toma elementos reales pequeños, y compone con más libertad. No obedece ya a las reglas verticales, sino que ubica primeros planos oblicuos, y detalles como esferas, caracolas, panes, etc., que alternan con la firme estructura anterior. Los años 1916-17 son de creación culminante de lo meta físico. Los maniquíes cobran expresiones humanas dentro de sus conformaciones geométricas y surrealistas. La limpieza de su ejecución es de extraordinaria vigencia, pero no deja de hacer sentir ventanas a la realidad o a su sentido clásico, que parece no querer abandonarle. En ‘'El gran metafísico”, su cuadro crea un monumento en tal escuela. Mientras tanto, en 1919 y 1921, vuelve a la realidad, y sus pinturas, autorretratos y naturalezas muertas, son de tal fuerza y síntesis, que llegan empero a recostarse en ciertos motivos y detalles primitivos. Su San Georgio y Lucrezia anuncian la venida de una figuración sobria, neta de formas. Su cuadro “Plaza de Italia” ya anuncia su entrada en el mundo de ese barroquismo que creará en seguida sus caballos crinados, y que serán motivos de los más cotizados en su pintura.

Héctor y Andrómaca
Giorgio De Chirico
Estilo: CUBISMO
Fecha: 1917
Tamaño: 90 x 60 cm
Museo: Central Square (New York, United States)
Técnica: aceite;óleo sobre lienzo

El corcel fue detalle precioso en sus telas “Villa Romana” (1922) y “Villa Romana con Caballeros” (1921). En 1922 al 54 pinta autorretratos de distintos caracteres agregándose con “Senefonte”, en uno, y con la cabeza de Mercurio en otro.

Sumamente inquieto, maneja sus teorías con la más rara y misteriosa riqueza de invención. A la metafísica figura maniquí, la compone con otras vestidas en forma clásica, y las hace partícipes del motivo del tema.

Asimismo, en “Los arqueólogos” y “La lectura", inserta sólo la cabeza ciega, y entra a detallar en composiciones estrafalarias la misma vivencia surrealista, pero más definida. Mientras tanto, De Chirico crea cuadros mitológicos buscando el volumen y la forma, o simplemente el contraste total. Y entre naturalezas muertas que no olvida, paisajes y composiciones, son los caballos con sus crines al viento los que que galoparán en ciertas telas o formará parte en el “Trofeo (1926) o en escenas mitológicas y de gladiadores. O en otras tal vez más complementadas con la figura en conjuntos como "La Victoria", Desnudos notables, cuadros de frutas. Y en 1943 un autorretrato desnudo y el retrato de la "dama con abrigo de leopardo”; o el hermoso cuadro de "Las tres Gracias”, insistiendo con el autorretrato con coraza y un paisaje maravilloso de Venecia. De 1958 hasta 1964, aquellos caballos arrastran sus crines crespas por playas o paisajes y campos.

En 1967 es cuando comienza una marcada evolución en De Chirico. Pero que como toda su obra se continúa. Porque nunca deja nada que haya conquistado, sino que agrega, repetimos, y compone o descompone, destruye o construye a su antojo, ubicando las más florecientes y coloristas figuras sicodélicas actuales.

Canto de amor obra de Giorgio De Chirico
Museo: MoMA, Nueva York (Estados Unidos)
Técnica: Óleo (73 × 59.1 cm.
)

Lo metafísico, el naturalismo, y una dosis decorativa casi sicodélica traducen la última modalidad de De Chirico. Ampliada si se quiere en su total vigencia de un respiro surrealista.

Esta condensación de las teorías que alentaron su obra disímil y cambiante, reúne todas las inquietudes pasadas del gran pintor italiano.

Sus títulos clásicos: '‘Edipo y la esfinge’’, "El retorno de Ulises”, al que coloca en un mar imaginado como la alfombra de un salón, conmueve como una inverosími tesis de sus más audaces expresiones

En su “Serenata antigua”, una rara égloga rodea a una figura que con Prometeo alado es el centro de atención de un guerrero, una musa y un leñador El paisaje con la colina de fondo tiene un templete. Esta visión retrospectiva del tema, se verifica con más agudeza e imaginación en “Regreso al castillo". Es el caballero plumado con una erizada técnica que le presenta en silueta, que cruza el puente, recortado en la luz lunar entre las torres de un viejo castillo feudal. Esta misma teoría de la silueta '‘picada", la emplea en el “Retomo de Orestes” (69) y en la “Batalla sobre el puente”. Quizás todas las búsquedas que vienense sumando desde sus distintas épocas, encuentre cierto sentido de autodefinición admirativa en el autorretrato que ya nombramos, vestido con ropas del seiscientos y que su simbolismo de libertad no sea una repetida alegoría del gorro frigio, sino que traduzca en las crines al viento, el enlace a las nubes de sus briosos caballos que pintara con tanta fuerza y sugestión.

Diríamos que De Chirico es un pintor que se permite lo inverosímil. El simbolismo, lo metafísico, el realismo y surrealismo, su hacer en parte barroco y su facultad de adosar elementos, anídense hondamente en la expresión, compenetrándose en tales posiciones, que se concretan en su última manera.

En esta forma se van poblando sus figuras, paisajes o todos sus motivos, de elementos que sustentan anotaciones diversas, ya en el detalle arquitectónico o atingente a la visión naturalista y realista, (no es extraño que a una cabeza netamente geométrica coloque cuello y corbata netamente naturalistas). Esta contradicción de ideas y teorías, maneja su pintura de hoy. Y si mucho antes se insinuaban como complemento y detalle, surgen ahora avasallantes, formando parte integrante e importante del cuadro. La geometría vuelve a sentirse como faceta decorativa. Lo sicodélico de sus detalles y conformaciones de composición, suman a sus ya conocidos motivos los nuevos aportes de la última obra de este pintor universal.

por Eduardo Vernazza
Diario El Día (Montevideo, Uruguay)
Montevideo, 25 de octubre de 1970

 

Ver, además:

 

                     Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

                                                                        Dennis David Doty en Letras Uruguay

 

Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

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