Cómo Vive un Artista

Entre su obra y sus nietos, Zorrilla encuentra la paz

por Eduardo Vernazza

Diario El Día

Montevideo, 13 de julio de 1972

Este texto de Vernazza, al día 23 de junio de 2022, están inédito en Internet. 

Fue escaneado por el editor de Letras Uruguay

Si alguien lo incluye en otro lado agradezco que hagan mención de donde lo tomaron.

Ver vivir a un artista, es el cometido que nos hemos propuesto en una serie de notas que hoy comenzamos con el escultor José Luis Zorrilla de San Martín.

“Llegó Zorrilla, han de ser las siete..."

Despierta con el alba. Va camino a su taller, muchas veces bordeando la rambla costanera. El paso ágil, la tez rosada, pobladas las cejas que entrecierran sus agudos ojos, va fijándose la ruta de la obra que le espera esa mañana, madurando tal vez detalles o sutilizando formas...

Se ha hecho común entre los vecinos, asomarse y decir: “Han de ser las siete, ya llegó Zorrilla”. Cuarenta años que vive en 21 de Setiembre. Cincuenta años que está instalado en este mismo taller de la calle Tabaré.

El ayudante Pablo, un fuerte criollo aindiado, lo espera con el mate.

Actualmente están en proceso varias esculturas. El Artigas para Buenos Aires; San Francisco de Asís, y Batlle, del que ha llegado a crear la mejor estatua, transformando lo estático de poderosa expresión interior, en dinámica actitud.

El Jardín Florentino

No es difícil que en mitad del mate y del trabajo se tome un descanso.

Y visite su jardín Florentino, a los fondos del taller. El plantó esos cipreses que ahora tienen cuarenta años. Posee un optimista olivo y una higuera que no desentona. La fuente, pileta de agua con estilizados pulpos como pilones de piedra, sostienen el arrullo del agu»_s que cae en el silencio de la mañana fresca.

La Bodega, reunión de los amigos

Hace años solíamos visitar en domingos mañaneros el taller de Zorrilla.

Encontrábamos a Eduardo Fablni, nuestro gran músico, al violinista Mora, y a otros amigos que se alternaban en las subterráneas bodegas del estudio. Allí, sentados  ante una mesa de azulejos, gustaban la charla y el vino que el mismo escultor trasegaba. Don Pablo se encarga todavía hoy, del asado. En una mesa de caballetes, y servido en tablitas, se gusta entre el perfume del jardín, en medio de la galería.

Su “Hobby”; la Lectura

Otros días le hallamos en la biblioteca- Hermoso rincón. Sentado ante su escritorio Renacentista, escribiendo una de sus tan solicitadas conferencias. En días de frío, la estufa a leña atesora el fuego, y hace confortable el recogimiento del artista. Libros, cuadros, esculturas, se amontonan en un bohemio desorden. Lo llamaríamos la armonía del espíritu... Su “hobby" es la lectura. Libros que le son familiares y cordiales Tratadistas de arte, belleza y estética.

A las 13 vuelve a su casa. Almuerza sencillamente. En la mesa nunca faltan hijos, nietos, y especialmente biznietos...

Descansa una hora, y vuelve al taller, Generalmente en su viejo auto.

El trabajo se prolonga hasta el encendido de las luces. Vuelve a las 21 a su hogar. El descanso toma otros ribetes estables. El escultor nos dice, que desde no sabe cuántos años...   

Una cuna en su dormitorio

Cuando le preguntamos cuantos nietos tiene, contesta que deben pasar los veinte. Son los biznietos los que le alegran un entusiasmo nuevo; tiene tres.

Mientras toma un ligero refrigerio, juega con ellos. Es el fresco descanso de la tarea seria del día. Se acuesta temprano. Son ochenta años fructíferos. Que todavía le permiten subir los andamio®, y trabajar en obras de metros de altura, que exigen fuerza y aliento físico grandes.

¿Y los domingos?

El mismo prcgrsma. Su vida transcurre en esta rutina, que entrega lo mejor de si. Solo las pequeñas reuniones familiares la cambian. Fiestas sencillas a la tribu infantil. Siempre hay alguien que cumple años. El almanaque es muy importante cuando reclaman los niños su presencia...

Un entretenimiento: los Gatos

Visitando su taller, vemos adormilados entre las esculturas a grandes gatos. Es Pablo el que los introduce y cría. “Estos felinos se han apoderado del taller”. Pero son un entretenimiento. Son vagabundos que vienen desde la rambla. Allí se instalan; cerca de las estufas en invierno, y bajo las obras de mármol, barro y yeso, en verano. Pablo a todos alimenta y protege.

Tuvo en una época dos gallitos canarios. Martín padre y Martín hijo. Nunca pudo ponerlos de acuerdo. Un día llegó a su jardín y encontró a Martín padre muerto, y a Martín hijo cantando sobre él, su triunfo. Allí está enterrado el que osó vivir primero.

Su vida intima: el Taller

Así vive este artista. Tuvo en su larga trayectoria, viajes y trabajos que le alejaron por un tiempo de su oasis. Siempre volvió con más deseo que nunca al recogimiento, en donde está la verdadera esencia de su vocación. Cenas con diplomáticos, y grandes personalidades, le sentaron a su mesa.

Conferencias y actos... Todo ese mundo social, no pudo ni puede con el contraste sencillo que le ofrece la vida y las paredes patinadas de su taller.

El árbol de la guardia

Salimos una mañana templada de otoño. Dejamos detrás una humanidad de mármol, barro y yeso. Zorrilla nos despida al pie del árbol... Ese que tuvo poco menos que un litigio para no arrancarlo de la puerta del “estudio”. Allí parece apretar, como una gran cerradura, la sólida puerta, siempre cerrada y siempre abierta.

Nota del Edit. de Letras Uruguay:

El escultor José Luis Zorrilla de San Martín manifestaba que él era más conocido por ser hijo de Juan Zorrilla de San Martín (Poeta de la Patria) y de ser padre de la inolvidable actriz "China" Zorrilla, que por sus obras.

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