Galería Gugelmeier

Alpuy; panorama pictórico con raíces de un fuego primitivo...

por Eduardo Vernazza

Diario El Día (Montevideo, jueves 12 de junio de 1980, pág. 25)

El texto publicado en el diario carece de imágenes

Las incluidas aquí se tomaron del Catalogo de la Exp Homenaje a Julio Alpuy (1919-2009) MNAV - Fund Julio Alpuy

Julio Alpuy Génesis A, 1968 Relieve en madera, tinta y óleo, 80 × 88 cm

Colección privada, Montevideo

Alpuy, uno de los discípulos de Torres García que tuviera relevante trayectoria en cuanto a proyectar en sus telas las teorías del Maestro, exhibe sus obras en la Galería Gugelmeier.

Ya en su pasada muestra en “Losada”, a su vuelta de Nueva York donde radica, hallamos sus composiciones orientadas hacia una pintura que, si bien mantenía los atributos básicos de sus primeros contactos con el Taller, no por ello dejaban de filtrar a través de una temática muy especial, los lineamentos de una decidida búsqueda hacia los orígenes universales.

Como toda obra con motivaciones tiene sus principios y desenvolvimiento plástico no lograba congeniar armónicamente en todas sus etapas.

Esta nueva muestra, con la amplitud debida a la Galería, y colgada con un criterio selectivo y bien dispuesto, hace que veamos las nuevas telas de Alpuy con una gran fuerza espiritual, sosteniendo aquella tesis temática con amplitud en el aspecto de sus planes, en los que deja espacios de notable sentencia tonal, que se convierten en una aureola que necesita la agrupación de sus figuras para sostener el símbolo con que están signadas por el artista.

Símbolo que se hace menester destacar, pues se convierte en el motivo de toda la serie.

El reencuentro primitivo que orienta su disposición, las figuras y sus elementos naturales, aprovechados por el pintor para fortalecer la estructura de su composición, se convierten en un mundo propio creado por Alpuy en esta serie en la que su talento verifica ya, con el desarrollo total, los primeros momentos en que se volcaba una frontal visión, que desde luego, tiene sus raíces en su básica formación Torresgarciana.

Por otra parte, el color y su trato, dan una tónica y carácter que a primera vista se contactan con el tapiz.

La manualidad de su trazo, la pincelada suelta y fluida, la esencia que deja correr e¡ color, se opone a la más consistente materia con que trabaja las figuras y otros retazos del cuadro.

Este hacer, que no tiene por cierto la prolijidad que reclaman otras nuevas formas de expresión, como la pintura geométrica y otros planistas de hoy, es necesario asimilarla en su espontánea vivencia y en la variada sensación creativa.

La aparente vitalidad y soltura de algunos espacios, la estrecha y concreta materia de otros, se alternan para dar esa evaporada y policromada superficie, elaborada con la segura puesta de su efecto visual, al tiempo que manteniendo su valoración en una paleta equilibrada sin exaltaciones, sino conjugando el cromatismo en su total aspecto plástico.

El tema, repetimos, parecería hurgar en el primitivismo, y comenzar a deslindar ordenadamente, con su fórmula frontal, las etapas donde la figura se sobrepone como elemento dinámico por su vida, pero estático por su actitud. Aunque algunas logren desprenderse con un movimiento, siempre el grupo, el conjunto, atiende a tal intención del artista, que prefiere la solidez total de la obra, al detalle estudiado.

Queda superado ese sentido, y hasta queda repetido en sus carnaciones el rojizo rasgo que es atemperado siempre por el circuito que se manifiesta con una sensible aportación poética.

Los cuadros poseen amplia dimensión, como para calibrar el valor ya importante en obra de Alpuy.

Julio Alpuy El sexto día, 1963 Relieve en madera y óleo, 115 × 66 cm Colección privada, Montevideo

Sus perfiles coloristas, dejan asomar la luz y el reflejo, como contornos de los elementos. Y este factor tan simple y aparentemente fácil en sus manos, dan esa impresión que el pintor desea, ofreciendo dentro del todo grisáceo, los puntos de apoyo para destacar un centro de llamas rojas, o un primer plano superior.

Porque el pintor trata sus obras, a veces en dos y hasta tres planos, liberado del circuito de una disposición constructiva. ceñida por la medida a espacios determinados Es el pintor el que los determina ahora con suelta y amplia imagen. Porque no está exenta de imaginación y fantasía su pintura.

Y siempre que el artista da el expresionismo de sus conceptos a idear, deja en parte de lado la técnica visible para sustentar y ofrecer la motivación que le inspira.

De allí que surjan los vacíos que son en realidad complemento de auténtica factura pictórica, sin que por ello se llegue a un pincelar cuidadoso, a un tono, sino que es el total del tema y el impulso de realizarlo lo que en primera instancia cuenta.

 

por Eduardo Vernazza
Diario El Día (Montevideo, Uruguay) El texto publicado en el diario carece de imágenes.
Jueves 12 de junio de 1980, pág. 25

 

Ver, además:

 

                     Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

                                                                        Dennis David Doty en Letras Uruguay

 

Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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