Conversación con Eduardo Vemazza

Entrevista de Florencio Vázquez
(Especial para EL DIA)
 

Eduardo Vemazza junto a su cuadro de homenaje a Juana de Ibarbourou

Desde hace muchos años, cuadros suyos integran heterogéneas colecciones privadas y públicas. Por ejemplo, figuran en las pinacotecas de artistas de la talla de Maurice Bejart, Alicia Alonso, Nureyev, Marcel Marceau, y se incluyen en los catálogos y enciclopedias más disímiles. No se puede ignorar que divos de la talla de Vittorio Gassman, entre otros, como también los ya desaparecidos Vivían Leigh y Alfredo Cortot, fueron pintados por su paleta sensible.

Y aquí mismo, en el Montevideo donde nació un 13 de octubre ya distante, cuyos Museos Nacional de Artes Plásticas y Municipal "Juan M. Blanes” también poseen obras de este compatriota, no es difícil toparse, en medio de la abigarrada expectativa de una subasta en la Ciudad Vieja, con voces que pugnan por adquirir algún cuadro suyo —un "candombe” seguramente— ofrecido por la voz metálica y monocorde del rematador de turno.

La obra pictórica de Eduardo Vernazza, efectivamente, está diseminada por todas partes. Y todas partes quiere decir Canadá, EE.UU., Argentina, Paraguay, Holanda, Israel, Alemania. Cuadros de este artista uruguayo están también en el Teatro Stabile de Torino, en el “New York Repertory Theatre” de Nueva York, en la sede del Ballet de Monte Cario; el nombre de Vernazza figura en la Enciclopedia de la editorial barcelonesa Labor, en tanto que sus dibujos son reproducidos periódicamente en diarios y revistas importantes como pueden ser “La Nación" de Buenos Aires o "Sipario", de Italia.

En el atelier de Eduardo Vernazza, ubicado en su propia casa y desde el cual las ventanas conectan con la umbría arboleda de un típico barrio montevideano, en plena mañana primaveral, este cronista conversó largamente con el artista, tratando de capturar el “tiempo perdido”, recordando anécdotas o desgranando algunas reflexiones en tomo a la vida y al arte. Como todo artista genuino, Vernazza es un hombre sencillo, pero profundo; modesto, pero de enorme gallardía espiritual. Ahora sabe que ha sobrepasado el tiempo vital del estío, pero no se arredra ante las galas otoñales, que siempre confieren a la existencia la conciencia de saber que el camino realizado rebosa de dignidad y frutos óptimos.

La Anunciación

—¿Cómo y cuándo llega Eduardo Vernazza al arte, a la pintura?

—Bueno, indudablemente que habría que preguntar cómo y cuándo llegué al dibujo, porque es la base que luego me sirvió pata iniciarme en la pintura. Fue desde niño, a los doce años, yo trabajaba ocho horas por día. en el comercio; llegue a EL DIA por intermedio de Marcelino Buscasso que era un tío mío y quien me guió y descubrió en mí condiciones para el apunte, un género que muy poco o casi nada se estilaba entonces aquí en el Uruguay. Así inicié mi carrera de apuntista, de grabador, porque también hice grabado en madera y en linóleo. conjuntamente con el dibujo. Y pasaron años en los que el deporte y el teatro sobre todo, las escenas de la calle, ferias, pescadores, obreros se constituyeron siempre en temas para llenar mis libretas, las que siempre iban junto conmigo, vagando, por decir así, por el Puerto, y por las callejuelas de la Ciudad Vieja, incluso en la faz nocturna. Muchas veces me gustaba ir por los cafetines y recoger los "tipos”, sobre todo el carácter de los "tipos" asiduos...

—La pregunta mía se dirigía a si usted habla tenido influencias, maestros, gente a la que deseara emular o por la que se sintiera atraído.
—No, desear emular no, porque mi tema ya estaba, vamos a decir así, concretado, en mi mente por ejemplo, que eran las figuras del teatro y sobre todo de la danza, que mucho me llamaba la atención, así como la de los "tipos" característicos de la calle, de los cuales tenia ya cientos de apuntes y que luego se fueron transformando, junto con el paisaje, las playas, en cuadros que llegaron a exposiciones.

—Bueno, entonces, a la vez, crítica e Ilustración en EL DIA ¿no?
—A la vez, de dibujante de EL DIA, en el cual ilustraba cuentos para el Suplemento Dominical, también hacia notas sobre teatro, en páginas amplias, tanto de dibujo como referentes a la crítica de arte, donde desfilaban las obras de salones nacionales, municipales y sobre todo el interior de la República, porque también logré espacio para estimular toda esa actividad que se hallaba un poco dejada, periodísticamente. El que me impulsó a hacer la crítica de arte, fue Don Rafael Batlle Pacheco, que un día me dijo que yo iría a hacer la crítica y le respondí que no estaba capacitado para eso, que no tenía la preparación adecuada, que era muy joven. Entonces él me pidió que hiciera la crónica nomás; y así empecé, pero cuando vi que tenía en mis manos la responsabilidad de destacar la obra de los pintores uruguayos, a la que en aquel tiempo la prensa le dedicaba poco espacio, traté de darle impulso, de estudiar, de ir a las exposiciones y de recoger una impresión que fue transformándose cada vez más, hasta llegar a ser una especie de —yo nunca la llamaría crítica— crónica de arte. Pero que en el ambiente artístico se la denominó crítica.

Marcel Marceau en el Teatro Solís (Montevideo)

Dibujo de Eduardo Vernazza

Diario El Día 25 de junio de 1971

—Así que: candombe, teatro, ferias, escenas de la vida real callejera y tengo entendido que retratista también. ¿No?
—Retratista en sí, no. Sino que me gusta la figura, algún "tipo" que me gusta hacerlo, lo hago; pero no un retratista encasillado en la exigencia del retrato. A eso no me he dedicado mayormente.

—Muy bien. Pero, a la vez docente, aunque primando siempre la vocación del pintor...
—Sí, la docencia fue también un medio de vida y aunque la hice con gusto nunca tuvo la fuerza de vocación verdadera que es la de pintor y de dibujante. Pero lo hice con gusto, repito, porque encontraba en la juventud la alegría y el entusiasmo para llevar a cabo el programa que nos marcaban, porque yo me valía un poco de ese programa para hacer de cada individualidad una expresión.

La misión del arte

—El arte, en su función ¿Implica contenidos sociales?
—El contenido social importa siempre. Mejor dicho, el arte importa siempre. Ya puede ser en la contemplación de la belleza naturalista y figurativa o en su función de interpretación expresionista que invade las más encontradas características o, de lo contrario, en sus formas abstractas, de orden estudiado, medido, cuestionado al ritmo y al movimiento, o al constructivo; lo esencial es que el arte plástico en la sociedad influye en su sentido de comunicación, al despertar la sensibilidad de los pueblos, al percibir esta su mensaje, que puede ser tan variado como lo siente la visión interior y exterior receptiva de cada ser.

Plástica del Ballet Nacional de Senegal - Yaredale es la danza de la fecundidad

Teatro Solís (Montevideo)

Dibujo de Eduardo Vernazza

Diario El Día 17 de junio de 1971

—El artista, en su caso, al margen de su actividad. en materia de música, de literatura, en fin, de autores, ¿a quiénes les dispensa su favoritismo? ¿Quiénes lo impactan, quiénes son sus artistas de cabecera?
—Bueno, pienso que casi todos los artistas plásticos gustan por supuesto de la música y la literatura. En lo que a mi caso respecta, aparte de haber leído mucho, hace ya años que no lo hago asiduamente. Va que cuando los años invaden uno se dedica enteramente a lo que supone su verdadera vocación. Pero siempre la lectura es un descanso y un aprendizaje tremendo. Le diré que en la cabecera de mi cama están mis libros preferidos, que son las obras completas de Shakespeare, las obras completas de Cervantes, de Oscar Wilde, de Moreau; está la biografía de Horacio Quiroga, la de Delmira Agustini, Juana de Ibarbourou, en fin. Y en música, Beethoven me sacude verdaderamente, puedo decir que es un estímulo, que da fuerza para trabajar, para sentir, así como Wagner supone para mí una nube que va vagando por el cielo y que se hace siempre inalcanzable, una música que se persigue pero que no la vemos concretar definitivamente dentro de nosotros mismos.

—Vernazza, el arte, y esto tiene algo que ver con una reciente pregunta, es un camino que parecería no tener fin jamás, siempre hay nuevas etapas. ¿Piensa a esta altura que ha concluido su ciclo, o todavía entre sus proyectos hay caminos nuevos? ¿O se trata solamente de volver a transitar los caminos recorridos?
—Bueno, no... Lo que pasa es que pienso que cada pintor siempre tiene planeado, o la vida misma o la vocación misma, le planean sus argumentos, sus temas, su temática mejor dicho. Yo tengo la mía, que es, como le dije al principio la visión de la vida que me rodea, en todo su sentir, pero que se concreta más en el tema del teatro y de la danza, sobre todo de la danza moderna, también del ballet, a los que he dedicado gran parte de mi obra y a los que sigo dedicándola, porque sobre todo en la danza moderna, que todavía está experimentando, cada vez experimenta nuevas etapas, yo voy, por decir así, "coreografiando” esas etapas y saco mi parte para hacer mi composición y mis cuadros.

—En el transcurso de su actividad, ha tenido oportunidad de convivir seguramente con importantes figuras del arte. ¿A quiénes recuerda con más emoción, digamos con más expectativa?
—Cuando estuve en París, en 1949, como presidente de la Sección Nacional de Críticos de Arte, dependiente de la UNESCO, fui invitado al Segundo Congreso Internacional que se celebró allí y entonces conocí a grandes críticos de arte, como Cognan, el francés, y tuve la suerte de que mi ponencia se publicara en el diario "ARS” de París y que se grabara un disco para América Latina y para Europa, con conceptos míos sobre el arte nacional y sobre la impresión que me había causado el Congreso. En teatro he conocido mucho. Tuve la suerte de tratar a Toscaníni, a Pablo Casals, que firmaron mis apuntes, a Antonia Mercó "La Argentinita", a Margot Fonteyn, Barrault, Marceau, sobre el cual hace dos años edité un álbum y cantidad de artistas que ahora sería muy largo enumerar... Vivían Lelgh...

—Vernazza, otra cosa que el mundo del arte no hubiera sido su vida. Otra cosa que el mundo del arte no hubiera sido su mundo. Cree en la vocación... Pero, ¿existe verdaderamente la vocación?
—Existe la vocación. Existe la vocación, porque cuando uno piensa en todo lo que tuvo que luchar para poder realizar modestamente esta obra, no se la puede concebir si no es con una fuerza vocacional tremenda. De lo contrario hubiera sido imposible luchar contra enfermedades, contra situaciones económicas críticas, desechar puestos gratificados, para poder seguir la línea que uno se trazara en ¡a vida, o que, mejor dicho, le trazó la vocación. Y todas esas renuncias tuvieron, por suerte, un eco que me dio muchas satisfacciones; por ejemplo, la aceptación de mis dibujos y de mis pinturas, el reconocimiento de la gente, de los galeristas, las exposiciones y los salones donde logré destacadas distinciones.

La conversación ha concluido. La proximidad de un mediodía casi estival ya, arroja lenguas calientes sobre las calles por suerte umbrías por la arboleda. Aquí, en el atelier de Vernazza, nos contemplan cientos de cuadros e infinidad de bocetos. El artista me confiesa que ha debido alquilar dos habitaciones más, en una casa de la misma zona, para albergar otras telas. Y me voy pensando que Vernazza parece a veces un hombre parco, lacónico, diríase. A quien se le enciende la mirada cuando, aunque sea obligado, se pone a hablar del arcano artístico.

 

Entrevista de Florencio Vázquez
(Especial para EL DIA) 
 

Publicado, originalmente, en: Crónicas Culturales - Suplemento dominical del diario El Día

Año LV Nº 2819 - Montevideo, 31 de enero de 1988

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

Link del texto: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/54437

 

Ver el blog

Catálogo pinturas y dibujos del artista de Uruguay Eduardo Vernazza por el cineasta Dennis Doty (Irlanda/Estados Unidos)

 

Ver Dennis David Doty en Letras Uruguay

 

Ver Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

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