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Juicios críticos sobre la obra de Álvaro Miranda Buranelli

 

Sobre POESÍA

 

Sobre Apertura, construcción y cierre. 

 

Alvaro Miranda se ha propuesto una elaboración enjuiciadora de la realidad y una perspectiva desde la cual la reflexión resulte también ingrediente de la labor creadora.”

 

“...esta nueva publicación debe ser recibida como saludable ejercicio de apertura hacia un decir que se vigila, que persiste en su propia búsqueda, que no teme presentar aquellos textos en los que el comentario, el tono irónico, la conceptualización, despistarán a muchos. Apertura, construcción y cierre es el número uno de una serie llamada “Poesía Crítica”. Desearíamos que Miranda progresase en esta dirección, que amplificase su voz y que llevase adelante una tarea exigente y necesaria. Por lo expuesto, está dotado para hacerlo.”

 

Alejandro Paternain, Opinar. - 18 de diciembre de 1980.

 

 

Sobre La vida en sintaxis.

“Alvaro Miranda se mostró particularmente activo y tras un auspicioso cambio en Apertura, construcción y cierre publicó La vida en sintaxis, cuyo acento reflexivo y su voluntad de consagración a la labor cultural se conjugan en textos que auspician un camino fructífero.”

 

Alejandro Paternain, Opción. - 29 de diciembre de 1981.

 

 

Sobre Escalas- escal(er)as. Poemas para ascender y descender.

 

 

“(...) Tu libro se apoya en dos tradiciones: la de la exploración semántica de una sintaxis susceptible de más de una lectura (que pasa por Mallarmé) y la “tradición de los tópicos románticos”: la búsqueda, la crisis, el Renacimiento. Así: de la beocia Friné a Isadora Duncan, la lección de los mayores. Y el espejo que se repite (claro) y se repite en el libro podría dar todavía una dimensión más exacta que la escalera a los poemas. Los poemas – espejo. Espejo barroco, esmerilado, estetizante. Marca concluyente sino por lo que tiene de bello. Es poesía manierista. Así: es poesía. Porque no existe la poesía sin maneras. Tu poesía entendió y asumió esto: tu poesía lo refleja y ella permanece inasible – y pura. Y hablo de tus maneras más bellas.”

 

Alfredo Fressia. - Carta del 12 de junio de 1983.

 

“Miranda nos ofrece en sus Escalas una nueva “síntesis sintáctica”. La construcción hermética y simple a la vez donde la mínima significación está valorizada en su potencialidad y la mínima inflexión, estirada y dada vuelta al máximo de su flexibilidad, propone la participación activa del lector.(...) Las estructuras, si reversibles, tienden sus lineamientos con afinada y sólida precisión. Dentro de su variante programada prefiero los ascensos a los descensos. (...) me parecen contener las reflexiones más originales, los hallazgos más poéticos. Vaya, a vía de cierre, un ejemplo:

                  

                  “piensa / que / poner un nombre / es / marcar /

                  un destino / dar / hoces o / ases /es / dar / una vida /

                  la única / la única.”

 

Y ahora, ascenso:

 

                  “la única / la única / una vida / dar / es / ases / hoces o /

                  dar / un destino / marcar / es / poner un nombre / que /

                  piensa.”

 

Diego Pérez Pintos. Correo de los viernes. - 19 de agosto de 1983.

 

Sobre Inducción completa.

 

El autor, además de ser un empecinado  y casi solitario editor de poesía de nivel en Montevideo, es un poeta que merece atención. Su búsqueda viene transitando – en varios conjuntos poemáticos anteriores -  dos caminos definidos: la preocupación formal, la tentativa de volcar a través del texto un concepto válido que no interfiera lo poético en sí. Estas dos líneas, que ya venían aunándose, aquí confluyen, dando lugar a una propuesta estimulante, que se sostiene en fondo y forma, que deriva con autenticidad y verdad hacia la preocupación social en varios casos.”

 

Alejandro Michelena. Convicción. - 22 de marzo de 1984.

 

Sobre ¿Qué está pasando?.

 

“Se trata de una nueva entrega de un autor que ha incursionado en la poesía lírica con indudable empeño de renovación...”.

 

Alejandro Paternain. Aquí. 1984.

 

Sobre Dejaré los signos precipitados.

 

 

“Aquí, el despliegue permite una evaluación seguramente más integral de un modo personal de encarar la poesía, cuya unicidad prueba ser capaz de absorber las variantes de una década de experimentación rigurosa y las variables ya asumidas como rasgos de estilo. (...) el libro permite apreciar manifestaciones  de una actitud estética que Miranda ha cultivado durante una década y que, dentro y fuera de la poesía, puede definirse como activamente crítica en relación con nuestro medio. De ahí lo de modo personal, condición esencial de textos en que la reflexión (sobre la condición humana, sobre el arte, sobre la escritura) adelgaza su generalidad en términos de lenguaje: la forma se hace, pues, responsable de la concreción que escenifica choques de ideas a modo de instantáneas (...) esa información corre por cuenta de la cultura. El conocimiento de la obra de un artista (De Chirico, Vallejo, Cortázar, Keats, Welles, entre otros) hace las veces de átomo de significación expandido y presentificado a las dos luces simultáneas de la idea-base y de la configuración de una escritura que sólo depende de la escritura. (...) de ahí la importancia del armado de esas instantáneas (variante “límpida” de estilo enunciativo puro: ejemplo, Muerte de Christopher Marlowe) y de las acumulaciones de términos entrecomados (variante “respirada”, en que el impulso va más allá del tema, desborda la referencia propuesta por un crecimiento múltiple del discurso: ejemplo. La palabra fija en la palabra móvil). En ambos casos, la fijación de imágenes o la prolongación de períodos, se trata de dar un relieve propio a la escritura, sutil (por medio de alusiones) o explícitamente (por medio del metalenguaje activo) reforzado, y revelando, de paso, una aguda percepción del efecto sonoro de la redundancia.

 

A partir de estos datos, puede identificarse actitud crítica con modernidad; si lo experimental no bastara en sí mismo, ahí están los ejemplos de utilización de la cultura y lo verbal como masas manejables a distancia, como datos a priori que sólo la lectura (y la escritura como ejercicio posterior) puede vivificar. El sentimiento trágico-irónico de la vida, del papel del creador en la sociedad, está presente como constante temática invisible sin ese trabajo formal: el objetivo de Miranda, como el de todo artista de esta época que intente hacer de la escritura un oficio serio y digno, es validar la poesía como correlato de la vida, acercar la opacidad del lenguaje (mediante el énfasis, la soltura, la búsqueda, la concreción de símiles) a los modos (múltiples, pero también cotidianos) de procesarlo. Ahí está el mayor mérito de este libro, compartido por ahora con pocos poetas de nuestro medio: después de una década de trabajo incesante, no es poco saber que se ocupa un sector intransferible de lo posible poético y de lo posible moderno con el pleno derecho que otorgan el dominio del oficio y la búsqueda de una escritura personal.”

 

Roberto Appratto, “Forma viva del razonamiento” en Jaque No. 185. 15 de julio de 1987.

 

“Leí el libro con gran interés, y me ha parecido una agudización significativa de tu trabajo de poesía “crítica” de los años pasados. Hay en él originalidad, y un particular encare de la reflexión poética no común por aquí (que no deja de lado el lirismo, la dimensión lúdica). Se trata de la madurez de tu propuesta, evidentemente.”

 

Alejandro Michelena, carta al autor.

 

“El autor concibió el libro (...) como unidad orgánica. (...) El amor como una empresa condenada a fracasar, el desaliento de la erosión cotidiana, la presencia de una muerte que permanece como un ojo fijo, frases y poemas de otros escritores, la poesía como instrumento y como objeto poético son las aristas en las que el libro se mueve con mayor frecuencia en medio de una escritura que busca más la precisión que el preciosismo, sin que la sequedad se confunda con falta de imaginación.

 

Si es cierto que “el hombre / que salta / sobre la roca / se estrella / contra / el guijarro” como asegura el escritor en el primer poema, estos trabajos, resultado de una búsqueda poética y vital, se proyectan con la seguridad de un discurso conducido con firmeza y sin vacilaciones.”

 

Jorge Castro Vega. Búsqueda.  27 de agosto de 1987.

 

Sobre Pánico púnico de Arno Malvadari y La cochera de Fairbanks de M. Olivar Aranda.

 

“Las Ediciones del Mirador hace casi una década que aparecieron en el panorama literario nacional. Dedicado el sello fundamentalmente a la poesía, se acerca ya a la veintena el número de títulos que ha publicado. Su estilo ha sido el de la persistencia, la regularidad y la sobriedad unidas. Sin espectacularidad ni apelando a nombres “taquilleros”, sin planes rimbombantes (que luego en general no se cumplen) ni pretensiones desmedidas Del Mirador ha continuado en los 80 la brega esforzada en pro de la poesía nacional que en los tiempos más duros de la dictadura le cupo a Ediciones de la Balanza.

 

En general, la apresurada reseña periodística no ha reparado, en el mérito que por sí solo cabe a la aventura de editar poesía de manera continua durante años en Montevideo. Si agregamos que en catálogo de Del Mirador figuran poetas cuyo talento y calidad de trabajo son unánimemente reconocidos por la crítica – como Faget, Marcelo Pareja y Roberto Appratto - sobran entonces argumentos para llamar la atención sobre este aporte cultural.

         

Ahora Ediciones del Mirador acaba de lanzar al mercado – vale recordar que uno de sus rasgos distintivos es la distribución, acertada y persistente – dos nuevos títulos de sus características plaquettes: Pánico púnico de Arno Malvadari y La cochera de Fairbanks de M. Olivar Aranda. Malvadari ya había dado a la estampa, también a través de Del Mirador, Las fibras conductoras (1985) y M. Olivar Aranda cuenta en su haber con el conjunto de poemas El mundo no es como uno lo usa (1982).

        

Más epigramático, irónico y desenfadado (...) más exultante y epicúreo resulta Malvadari. Más torrencial en su verso, más dramático y grave en su tono, más introspectivo incluso, es Olivar Aranda. Cosmopolita este último – en alusiones, referencias y lenguaje utilizado – y en apariencia más afincado en el “aquí y ahora” el primero (...) resultan tener, a pesar de sus ostensibles diferencias, acercamientos sutiles, casi ligazones subterráneas de parentesco o familiaridad.

         

Alguien trajo a colación alguna vez, en relación a estos autores, a Fernando Pessoa; nosotros no entraremos en ese laberinto de hipótesis posibles, sino que nos limitaremos a sugerir la lectura de estos tan eficaces como poco conocidos poetas uruguayos.”

 

Daniel Bastarrica. La hora.   24 de enero de 1990.

 

“ (...) o deleitarse con el eterno jugar de Alvaro Miranda que, además de ser partero de buenos poetas desde sus Ediciones del Mirador, juguetonamente se desdobla en el  Pánico púnico de los cuarenta años de Arno Malvadari con su desencanto encantado de la vida y la poesía y la suntuosa sensualidad hollywoodense del satírico quevedesco que gusta llamarse Olivar Aranda y titular su último libro: La cochera de Fairbanks...”

 

Carlos Marchesi. “Los poetas” en Jaque No.319. 21 de febrero de 1990.

 

“ Pánico púnico de Arno Malvadari. Se trata del segundo libro de Malvadari, uno de los heterónimos con los que Alvaro Miranda ha ido estructurando una atendible obra poética a lo largo de una década larga. (...) El humor y la sencillez campean en estos poemas de Malvadari, acarreando un aire distendido e impúdico a la poesía uruguaya, tan afecta(da) a la solemnidad.”

 

Elder Silva. La hora. 13 de agosto de 1990.

 

Sobre Los lentos remeros sobre espesas aguas.

 

“La poesía de Alvaro Miranda logra de inmediato convidar al lector a seguirle el paso y el tono. En sus poemas va esbozando una ceremonia de despojamiento que lleva al interlocutor, tanto por los guiños culturales (...) como por los sensoriales, pues siempre hay un lugar para la participación: en el eco de una larga frase musical, en la pintura última de un paisaje. Este es uno de los libros más importantes y maduros de su generación.

 

Ruben Loza Aguerrebere. El País de los domingos. 24 de diciembre de 1995.

 

 

“Miranda culmina su obra en un tono reconocible: ese tono, que pasa por encima del uso de técnicas diversas en las que aplica su amplitud de registro (espaciamiento, blancos, versos cortos, aliteraciones, estrofas de dos o tres versos, etc.) es el de una reflexión explícita, mostrada en el mismo proceso. Las dos caras de ese fenómeno (reflexión y proceso) son trabajadas aquí, probablemente, con una radicalidad mayor que en su “gemelo” (Dejaré...) pero siguen siendo las marcas personales y más valiosas de la poesía de Miranda.

   

Para empezar, la reflexión: una idea, amparada en referentes culturales (...) o no, funciona en la poesía de Miranda como el punto de arranque de una profundización. Ese es un signo e identidad de Miranda como poeta y como ensayista, que consiste aquí en la invención de una fábula que deja ver la idea al trasluz, pero la desborda,  es decir: impone al lector un pensamiento, que es también una lectura, de la idea. Menos cautivo de la significación que en libros anteriores, usa su máquina estilística  para producir algo que va más allá de la paradoja o la ironía inteligentes (...)

  

(...) Hay algo que se puede llamar sedimento cultural, específicamente literario, importante cuando se trata de alguien con la trayectoria de Miranda, y que se verifica en la escritura de modos muy diversos: eso que queda de haber leído mucho, de haber sido un ávido consumidor de literatura y toda forma de arte, obliga a políticas personales del escritor: exhibir, atesorar, esgrimir o procurar un acriollamiento con formas expresivas propias, desde adentro, a lo largo de un tiempo que varía con características personales y del medio. (...) Las múltiples influencias, gustos, contagios, amores y hasta homenajes explícitos al mundo y al estilo de otros creadores, quedan traducidos a una conversación interna del texto con los materiales elegidos. De ahí el ritmo, perceptible sobre todo en los poemas más largos, con que se atraen frases o palabras para cambiar el ángulo y cortar el verso con exactitud. Ese movimiento termina por importar, a veces, más que lo que se dice: Miranda se juega por una forma y una forma propia.

           

(...) Es el talento ejercido en calma, como un aporte valioso a la poesía, lo que debe reconocerse en este libro y en ese gesto.”

 

Roberto Appratto.” Los lentos remeros sobre  espesas aguas”. El País Cultural, No.321, 29 de diciembre de 1995.  

 

"El tono del libro se expresa en un lenguaje depurado, gobernado por la primacía de la palabra como bien preciado, poesía que sabe defender el poder y el pudor de la lengua y que nace nutrida de referencias culturales diversas, abundantes.  Casi destinada a lectores capaces de navegar la espesas aguas de la intertextualidad que clara u ocultamente no cesa de remitir a Eliot, Pound, Rilke o Pessoa, aunque no menos a Kubrick o Welles.

 

(...) Un libro que trasunta sabiduría, tranquilo en su formulación sin trascendencias proclamadas pero sutilmente construido como una suma de la sensibilidad. La muerte y lo fugaz que sobrenadan estas “espesas aguas” terminan por otorgarle una gravedad que la limpidez de la escritura permite saborear mejor al releerla.”

 

Hugo García Robles. “Madurez de la obra de Alvaro Miranda”. En El estante, No.26, setiembre de 1997

 

Del Prólogo a la Antología crítica de la Poesía Uruguaya (1900-1985).

de Roberto Appratto.

 

“(...) M. Olivar Aranda (heterónimo-anagrama de Alvaro Miranda) expone otra posibilidad de ruptura: la correspondiente a la fabulación anecdótica, cuyo crecimiento y diversificación por imágenes se hacen paralelos a la generación de un ritmo unificador: la actitud crítica está  en ese extrañamiento  de la linealidad  producido por la unión de desborde y ritmo.”

 

Sobre Cámara profunda.  

Cámara profunda es uno de los mejores libros salidos en tu parte del mundo este fin de siglo.”

 

Julio Ortega. Brown University, Providence, USA. Carta de marzo 1999.

 

(...) una diversidad centrándose y proclamando alta poesía”.

 

José Kozer. Málaga, España. Carta de diciembre 1998.

 

Cámara profunda es una carga de profundidad (...) La frontera es una serie impresionante, de verdad.”

 

Jorge Rodríguez Padrón. Madrid, España. Carta de diciembre de 1998.

 

 

Por varias razones Alvaro Miranda representa una personalidad con neto perfil propio dentro de la poesía uruguaya actual. (...) desde 1978 ha desarrollado una obra poética que se escalona hasta  Cámara profunda (...)  

Ya habíamos señalado la madurez de Los lentos remeros sobre espesas aguas, un libro de serena belleza, certero y sobrio en su lenguaje. Ahora la trayectoria de Alvaro Miranda da otro paso sustancial con Cámara profunda.

Se divide en tres partes  con títulos que aluden a la contradicción y acuerdo de lo oscuro y lo profundo. Las palabras inglesas “dark” y “deep”, conciliadas y opuestas y hasta superpuestas en un recurso gráfico que, una vez más, no es un artificio exterior, sino signo de una búsqueda expresiva en profundidad.

         

(...) Las zonas sensibles, lo fugitivo, imágenes, a los que la poesía de Alvaro Miranda extrae un zumo nuevo 

 

(...)Sin concesiones, con doloroso rigor, el poeta mira el entorno  y lo desnuda (...)nutriendo una trama rica de alusiones  a las que aseveraciones ponen una clave transparente y dura.

 

En otros momentos, Miranda construye de un modo casi elusivo el poema, asaltando su conclusión desde un ángulo inesperado, que lo corona explicándolo, justificándolo. Un poco como el Montale de L´angüila y que, en 

 

Ningún gato de  Cámara profunda encuentra un ejemplo verdaderamente magistral.

         

Cámara profunda es la mirada , el ojo del poeta y el objetivo de la cámara , como quería Orson Welles, que contempla y registra. (...) Una mirada dinámica y cambiante que todo lo anota, pero lo entrega vestido con la sólida y sustancial, no adjetiva, poesía.”

Hugo García Robles. Revista Tres. No.223, noviembre 2000.

 

“Aunque solicitado por la crítica literaria y una vocación firme de animador cultural que lo ha conducido por los caminos diversos del editor y el periodismo radiofónico, Alvaro Miranda es básicamente un poeta. En Cámara profunda redondea una obra que en su título anterior  Los lentos remeros sobre espesas aguas había conquistado ya una madurez notoria.

Poeta que conoce la poesía anglosajona (...) sus guiños hacia el cine (...)visten su obra como un resonador de muchas latitudes culturales. Lejos de toda vana erudición, vibran con la vigencia de lo incorporado y viviente.”

 

Hugo García Robles. “Constancia de la razón poética” en Cuadernos Hispanoamericanos,                        No.632, Madrid, febrero 2003.

Sobre CRÍTICA y ENSAYO

Sobre el ensayo  La muerte en París

“Alvaro Miranda ha escrito en su buena prosa habitual, ágil al par que medulosa, sobre los tres escritores de fuste desaparecidos, en breve lapso, en París: Sartre, Barthes, Carpentier.”

Julio Garet Mas, en Tribuna Salteña.  15 de junio de 1980. 

Sobre Walt Whitman. Estudio preliminar y Antología de Hojas de hierba

“Aunque concebido específicamente para estudiantes de enseñanza media, el trabajo de Miranda es algo más que un buen auxiliar didáctico: maneja una excelente información y se atreve a decir cosas profundas en un lenguaje sencillo.”

Jorge Albistur, La semana de El Día. 30 de mayo de 1981.   

Sobre Los sufrimientos del joven Werther de Johann W. von Goethe.

“...Con un criterio efectivamente didáctico, Miranda ordena las diversas instancias histórico-culturales que rodean la obra de Goethe y procede a útiles lecturas comentadas del texto.”

Wilfredo Penco. Correo de los viernes. 23 de diciembre de 1981. 

Werther bien comentado. (...) Miranda fue co-redactor de la revista Foro literario y colaborador destacado de la página literaria de Tribuna Salteña.

Su labor no se ha limitado, además, a la crítica. Nacimiento habitado y Apertura, construcción y cierre son los títulos de su obra lírica hasta ahora édita. El trabajo sobre Werther se inscribe en la modalidad adoptada en el estudio de Miranda sobre Walt Whitman, publicado por la editorial Kappa en su serie de Literatura.”

Jorge Albistur. La semana de El Día. 26 de diciembre de 1981.

Sobre La poesía uruguaya de la Generación de la Resistencia

“Acaba de aparecer un número especial de La revista del sur totalmente dedicado a la poesía uruguaya de hoy. Incluye una muestra de cuarenta y cinco poetas que van de la Generación del 45 hasta la que comienza a publicar bajo la dictadura (...) Incluye también una sección de “opiniones y comentarios” con testimonios de 15 poetas y críticos entre los que destacan (...) y el de Alvaro Miranda porque realiza la necesaria tarea informativa, dando nombres y ordenando tentativamente las promociones y tendencias poéticas...

Ana Inés Larre Borges. Brecha. 27 de noviembre de 1987.

Sobre Atomismos y calcinaciones.

“Alvaro Miranda ha ido trazando, con empeño y decisión, un múltiple perfil.

Ensayista, crítico, poeta y editor, ha apelado a diversos seudónimos para compartimentar sectores de su actividad. Impulsor de Ediciones del Mirador y de la revista  Poética (...) El paso y el peso de los años  lo han llevado a una valorizadora decantación, advertible tanto en su poética como en sus trabajos teóricos. Este volumen  reúne una colección de ensayos, originales algunos, otros aparecidos en distintos medios. Si una carencia hay, hoy y aquí, es la ausencia de ensayos y ensayistas. Vale la pena tomar contacto con uno de los escasos intentos de conceptualizar sobre literatura que se han dado en estos años.”

Elbio Rodríguez Barilari. Guía del ocio. 9 de abril de 1990.

“Textos breves y prosa ágil caracterizan estos textos que aportan un interesante acercamiento a una vasta zona del mundo literario.”

Guambia No.117. Abril de 1990.

Sobre La poética del espacio.

“Un bello título da nombre al libro, quizá artilugio del autor para introducir al lector suavemente por el áspero territorio de la historia y del análisis literario, en este caso de la llamada “Ciencia  Ficción o ficción científica”.

(...) La Cronología está pensada y diagramada  de una forma muy interesante ya que simultáneamente es dable visualizar los hechos históricos y su literatura de ciencia ficción correspondiente, a partir del Cantar de Gilgamesh y la Biblia hasta el cercano 1990, con la virtud agregada de proporcionar información sobre el autor y otras circunstancias de la obra.

En el espacio de Análisis Literario se procura una delimitación del concepto de ciencia ficción, su evolución histórica, clasificación temática hasta detenerse en la consideración  de numerosos autores de los que, naturalmente, Bradbury es especialmente tratado.

Y finalmente, en esa tercera parte – Excursus – se analiza la obra de ciencia ficción que ha abordado el cine, dedicando un capítulo a 2001, Odisea del espacio, “uno de los mejores films de todos los tiempos”.

Last but not least es la importante bibliografía con que se documenta este estudio que se volverá material obligado para docentes y estudiantes pero también para cualquier lector que podrá navegar cómodamente entre sus páginas.”

G. B. “Un libro que hacía falta”. Revista Graffiti, No.44, agosto 1994.

“El libro de Alvaro Miranda La poética del espacio, no está destinado solo a estudiantes, si bien su lectura puede serles de mucho provecho. Miranda encara el tema de manera a la vez pausada y exhaustiva: un trabajo de años de recopilación y ordenación de materiales que se presenta al lector, inicialmente, como una obra extensa y ambiciosa, (...)

Si algo marca a La poética del espacio es la intención, a la vez didáctica y filosófica, de incorporar la ciencia ficción a la categoría de saber contemporáneo. (...) Miranda se juega a dos líneas: la de la exhaustividad y la del criterio de inclusión de acontecimientos y nombres.

El punto de vista teórico y el docente están articulados por la férrea objetividad de Miranda. Puede discutirse el lugar que ocupan algunas figuras del cine y la literatura, o la línea que siguen algunos comentarios críticos, pero no la seriedad general del trabajo y la fuerza expansiva del planteo, que arrastra datos, consideraciones inmediatas y analogías violentas sin perder la calma. Miranda encara la ciencia ficción de frente, integrando y sincronizando una vasta y heteróclita bibliografía (...) La poética del espacio opta por una visión totalizadora que simula, a efectos didácticos, ser la primera. De ahí la posibilidad de sumar y emparejar lo diverso en torno de una categoría estética, así como la de servir de guía (invalorable) para el estudio del tema.

Ambos objetivos se cumplen también en la segunda y tercera parte, donde se manifiesta el perfil ensayístico del autor. (...) el tono dominante es el de la claridad expositiva, pero también la flexibilidad para incluir ejemplos literarios y cinematográficos o la fineza para advertir grados de significación. (...) Los ensayos finales (sobre Fahrenheit 451, Blade runner o 2001 confrontada con La Divina Comedia) son sí el “espejo fiel” de un método de trabajo que hace sentir la fuerza de la ciencia ficción como discurso: el entrecruzamiento de datos y observaciones, el desarrollo inteligente y ambicioso de equivalencias entre textos, hacen de La poética del espacio una obra creativa, bastante alejada de la categoría de manual-sobre-un-tema que abunda en las librerías para estudiantes. (...) la erudición coincide con el disfrute: el libro puede leerse con el mismo placer que una novela del género.”

Roberto Appratto. “La estética del cosmos” (sobre La poética del espacio). El País Cultural, No.254.  

Sobre Piedra de toque.

“En los años recientes, la crítica cultural y, en particular, la literaria, perdió el nivel que había tenido antes entre nosotros. (...) la aparición –más reciente- de una promoción de comentaristas culturales demasiado prendados de su facilidad “de pluma” (de “ordenador” deberíamos decir, pues sería más estricto para el caso), pero en el fondo marcados por una tendencia al facilismo y poco afectos al estudio y menos a la autocrítica. En este panorama no demasiado estimulante, la aparición de un libro como Piedra de toque de Alvaro Miranda, reconforta. En él se recopilan conferencias dictadas en diferentes momentos de la década de los noventa , que el autor rescribió para el volumen y que transitan por el análisis de la obra de autores tan diversos como Jorge Guillén, T.S. Eliot, Fernando Pessoa, Jorge Luis Borges, y los uruguayos Enrique Amorim, Emilio Oribe y Alvaro Figueredo.

Miranda ya había logrado un lugar destacado en el panorama de la crítica, tanto por su fecundo desempeño en la página literaria del semanario Jaque, como en sus ensayos de la revista Poética y así también en sus trabajos dedicados a los estudiantes. Pero es en Piedra de toque donde se percibe en plenitud la variedad de intereses, el rigor técnico y precisión para los abordajes analíticos, la claridad expositiva, el vuelo estilístico y la profundidad conceptual que lo caracterizan.

Algo especialmente destacable es la perspectiva nada pretenciosa que adopta Alvaro Miranda en estos ensayos, donde se dejan de lado las perspectivas demasiado abarcantes para – con valorable humildad – tomar de los escritores estudiados ángulos y perfiles pasibles de ser desarrollados  seriamente en pocas páginas. Gracias a esta prudencia, Miranda alcanza momentos de originalidad que no suelen ser comunes en este tipo de trabajos.

Recomendamos este libro, que nos reconcilia con la auténtica crítica literaria en tiempos de discursos demasiado “light” e insustanciales.”

Alejandro Michelena. “Buena crítica literaria”. En Latitud 30/35, 1 de febrero de 2001. 

“Alvaro Miranda ha recogido en Piedra de toque siete conferencias magistrales: cuatro sobre escritores extranjeros (...) y tres sobre autores nacionales (...). Las características de los trabajos son la gran erudición, la interpretación personal de algunos aspectos – son ensayos en el sentido propio del término -, la fina penetración en el meollo de lo que realmente importa y la capacidad de vincular las visiones, actitudes o destinos de diferentes creadores. (...) Aún dentro de la densidad  del texto, sobresalen las páginas dedicadas al análisis poético-lingüístico-filosófico del poema de apenas cinco versos  Los jardines de Guillén; lo que dice, en relación a varios autores, sobre la unión de intelecto y emoción o ensayo y poesía, que rastrea  desde Henry James y Pound hasta Borges y Paz o el estudio del juego de los heterónimos pessoanos, que funciona “como una catedral de transtextualidad”. Para los amantes de la literatura que quieran descubrir nuevas sendas de percepción y sensibilidad.”

 Tomás Stefanovics. En Hispanorama, mayo de 2002.                                  

 

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