Personajes del Mercado del Puerto

El de las acuarelas:

Álvaro Saralegui Rosé

Hemos comenzado una sección destinada a narrar historias y describir personajes del Mercado del Puerto. Como todo entorno ciudadano que congrega gente, los mercados de productos alimenticios suelen ser un emporio de situaciones y actividades humanas donde se entremezclan el trabajo, el comercio, el arte y la gastronomía.

La rica historia mercatina amerita que pongamos el ojo en algunos de sus personajes habituales, de esos que por tenerlos delante no reparamos en ellos. Pero que, una vez enfocados, investigados y preguntados, se convierten en mojones y referencias del lugar. Entre ellos resaltan artistas del pincel, músicos que templan sus guitarras y sus voces, artesanos que exhiben el producto de sus manos y anticuarios que dan brillo y acomodo a antiguos objetos sobre mesas improvisadas. También nos interesan los comerciantes que apuestan desde hace años por el desarrollo de este centro turístico tan especial y los clientes habitúes de copas y picadas, de parrillas y restaurantes, de "finitos" y pescados a la plancha y otras tantas tradiciones que existieron y que apenas quedan, pero que es bueno que se mantengan porque forman parte de nuestra identidad. Hay dos maneras de acercarse a los personajes del mercado. Una, desde el punto de vista de los que trabajan en él, es decir los de presencia cotidiana. Otra es reparar en aquellos que aparecen cada tanto, que vienen y van pero que complementan el entorno pintoresco y terminan por significar una referencia para los visitantes y turistas. De ambos casos nos ocuparemos. Hoy vamos a hablar de un pintor conocido en el mundo del mercado como EL DE LAS ACUARELAS.

Álvaro Saralegui Rosé nació en Montevideo en el invierno de 1948. Muchas veces lo hemos visto sentado bajo una sombrilla, si el clima lo demanda, acompañado del atril que sostiene una gran variedad de pinturas a la acuarela. Se trata de variadas escenas montevideanas: la avenida 18 de Julio, la calle Sarandi, esquinas de la Ciudad Vieja, edificios típicos y de valor patrimonial, motivos de playa y costa, etc. Conocimos a Álvaro un sábado de mañana después que una nube de turistas desembarcados de un crucero le llevara muchos de sus cuadros y le preguntara infinidad de cuestiones sobre los temas pintados. Nos sorprendió el entusiasmo del pintor en describir nuestras calles y edificios, como si la tela pintada no fuera más que una prolongación de su amor por la ciudad.

Largo rato quedamos conversando. Realmente tuvo el privilegio de que su infancia se viera influida por la personalidad de su abuelo don Manuel Rosé, una de las grandes figuras de la pintura nacional.

Desde niño Alvaro manifestó habilidad y predisposición por el dibujo y la pintura, vocación que fue canalizada en un temprano curso en el Instituto de Artes Aplicadas, de donde recuerda a los profesores Nelson Ramos y Alceu Ribeiro. Elegida la especialización de dibujo publicitario, reconoce que su práctica lo adiestró en el trazo rápido, la técnica incisiva y la captación inmediata del tema.

Desde entonces ha practicado todos los motivos y todos los estilos. La selección de temas ciudadanos lo llevó a recorrer y caminar por Montevideo, mirando tanto a nivel de las calles y veredas como hacia los frisos y pisos elevados, orientando su temática a la visión costumbrista, la captación del rincón ciudadano, el ángulo más característico. Se define como figurativo y, aunque practicó y domina la técnica del óleo, en los últimos tiempos ha apostado por la acuarela, técnica que tiene la suprema virtud de la TRASPARENCIA. Claro que tiene un grave problema: una sola pincelada errónea puede dañar un cuadro. Con el óleo, en cambio, se puede corregir y modificar cuantas veces se quiera.

Luego pasamos al tema del Mercado el Puerto. Su tono se enciende mientras me exhibe varias acuarelas, de distintos tamaños, que captan diferentes rincones del mercado. Lo define como uno de los lugares más típicos y pintorescos de Montevideo. Para un artista se trata de un entorno tan vital como estimulante e inspirador.

Tal vez, con los años, la zona termine transformándose en un inmenso mercado de arte y espectáculos.

Para Saralegui Rosé el Mercado significa mucho más que la venta de cuadros porque le permite conocer a mucha gente diferente. Muchos montevideanos y otros tantos turistas que durante la visita muestran una actitud abierta y receptiva. Recuerda todavía la conversación que tuvo con Marta Gularte y el jocoso encuentro con Don Verídico, poco tiempo atrás. También tuvo oportunidad de conocer políticos y deportistas famosos y varios personajes del extranjero que van al mercado con actitud distendida.

Pero el mundo del Mercado tiene sus reglas. Como todo hay que ser muy respetuoso con los que trabajan habitualmente pero también hay que serlo con los visitantes, los comensales y los turistas.

Para Álvaro el Mercado es casi una escuela de convivencia, donde uno debe aprender a vivir, a compartir y a trabajar todos juntos.

Juan Antonio Varese
Revista Raíces - Los barrios y su gente - Nº 38
Diciembre 2003

 

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