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Ruben Tani

Haloperidol 

“Mi vieja crió un idiota de corazón lunático” (Redondos)

1. La mansión Usher, ahora Chinatow delirante instaurado por la máquina burocrática mediocrizadora que exterminó a los poetas, es decir, el Uruguay como episodio fabulativo senil, surgió de un diálogo turístico: ¿Qué te parece vieja si nos llevamos esta postal suiza? ¿Te parece, viejo? Los viejales olvidaban un pequeño detalle catastrófico, Suiza era un Federación a prueba de misiles y balotazos. Como todos sabemos la traducción o transplante creole resultó ser una Troya Blanda (Apud Amir Hamed) transnapoleónica y camaleónica.

Haloperidol para el delirio que sustituye el principio de realidad por la clonación replicante de ciudadanos que tienen la cabeza hecha con un modelo europeo de museo y sus nietos colgados en Internet. El truco para mantener la comarca durmiente y bella, dejó de funcionar cuando aparecieron los primeros satélites y luego el tiempo real. Tiempo Real en una comarca de clones subvencionados por préstamos dulces que siempre cae de alguna organización que protege al tercermundismo. En definitiva, el lema siempre fue: los últimos serán los primeros. (Figari)

Milagro, albricias, por vez primera en la historia de la humanidad, podemos dar cuenta de un fenómeno sociológico alucinante, en Uruguay existen generaciones. Del ‘85 al ‘95 se comprimieron como “piojos en costura o sardina en lata”, varias generaciones que ya no se entendían.

Ni el presidente más ilustrado, ni un supertraductor de la ONU, podrían traducir las cabezas de los mutantes. Después de todo, descubriremos que el Uruguay es un país, y que no está pintado en el planisferio por descuido o generosidad.

Si aceptamos la hipótesis de que en este bendito país existen generaciones no previstas por el ojo metafísico del político sabihondo y el jurista, en fin, Oh Laserazul, el manicomio napoleónico se engancha en la superautopista del Saber.   

2. TANGO & CASH 

Hemos querido lector, descubierto que el Uruguay ya es un país, y que se está conectando en todas las interfaces hiperespaciales de la galaxia gutemberg. La imagen ya fue, el PC ya fue ...

Le propongo dibujar un panorama gentilicio de los tipos sociales que adornan con su silueta las cuidadas calles de Montevideo, capital del Tango & Cash.

A) Carcamales

Los ancianos que nacieron, es decir, que abrieron sus ojazos al pampero (que te acaricia) antes del cine parlante y la TV, son como momias que dialogan con agitados transicionales (tutores), con los jóvenes del 2000. Confieso que yo tampoco entiendo lo suficiente.

Las momias olvidaron el despertador de cuarzo que mide el tiempo real, y les hablan a los jovenzuelos de ciertos estereotipos, o peor dicen cosas tales como: “la tía Margarita festeja su cumpleaños...”, “tenés que ahorrar en el Hipotecario...”, etc.

Ellos son optimistas, vivieron la Bonanza Tropical del Mambo y creen en la super-previsión estatificada del Patriarca. Pero, aún existen carcamales que frisan los ‘70 años (y más) que mantienen una lucidez envidiable.  

B) Epígonos

Los epígonos son una pequeña raza de humanoides hiperactivos cuyas edades varían entre 40 y 60 añitos, herederos de la Mampostería monumental, que aquella raza de gigantes (los carcamales) había sabido elevar hasta herir el cielo.

Los epígonos ya perdieron el porte compadrito, buscavidas y portentoso de los carcamales del 900, la burrocracia los ha reducido de tamaño (¡Querida, encogí a los niños!). El enorme peso del mármol y toda la mampostería escolar (Mis Trabajos) los ha transformado en ladrillos criollos, en una enorme pared, en nuestro Muro de Merlín ...

Esta tipología o generación híbrida sacó de circulación dos conceptos que tenían valor en el 900: inteligente y burro.

Magos del papo y del abrazo (“Mozo, por favor, otra vuelta”), supieron maracanear y frenar el impulso de expansión megalítica hasta la ley de los repartidos. El Balotazo es un nuevo entretenimiento colorado que opera en sustitución del Maracanazo, para engancharte en el juego de la representación obligan a votar diciendo que es una magnífica fiesta de entretenimiento democrático.  

Los reyes del papo del demos supieron nivelar al talentoso con el burro, al paranoico kafkiano con el sensato, y con el mayor genio genético lograron borrar todo rastro de generación.

Naturalmente, eliminaron con astucia el Test de Inteligencia que debería ser aplicado obligatoriamente a todo ciudadano ilustrado. Hicieron desaparecer el famoso y útil Mataburros, aquella máquina radical que juna al toque-de-buffer y pone en el radar el identikit del asno.  

3) Mutantes

Esta, digamos nueva raza de emergentes sin ancestros, navega en boliches intergalácticos, obsenos y de sospechoso futuro. Se les acabó el tiempo de mármol. Generaciones que pasaron por la dictadura y la restauración y desaguan en los ‘90. Sin diferencia de clase o cabeza están, como dicen los Redondos, “en naufragar” y la pregunta es ¿quién se va a comer su dolor?. En los lejanos ‘80 la gente agitó el destape, la pornografía y el sexo. Simultáneamente la generación mutante agitaba la obscenidad de Baudrillard. No creen en los estereotipos atávicos pero, se las ingenian para sobrevivir entre los carcamales y los epígonos. Nada se destruye, todo se transmuta.

Se calcula que en Italia después del 2019 nadie pondrá más huevos. La taza de nacimientos llegará a cero. Acá el Hipotecario hace niditos de amor.

Lic. Ruben Tani

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