La alergia de las manos y mis noches
Doris Summer

nunca sería contentarte

te respondería para evitarte

hasta el Oráculo de Delfos,

 

pero, mientras mi corazón contigo estuvo

no pude dormir ninguna medianoche

obsesionada por miles de archivos, registros y tubos,

partidas perdidas y peones de reproches en trasnoches

¿podré esta madrugada y las que vienen no ver tu cara
sumergida en el fondo de mi espejo?
lo rompo, me lastima tu hielo de mampara
y logro cortarme hasta que sangra añejo
pude perder la memoria y ser más mascadaverina
desconectada que juega al filo, adivina
que juega en sangre de múltiples pantallas de bencina
la del mediodía es la peor luz para la cocainomanía
vuelvo a romper el espejo para paliar
la alergia de las manos; mientras tanto,
sigue corriendo, de a poco, la sangre bipolar
y me vuelvo blanco más fácil del quebranto
gracias a su entrenamiento en bélicas tácticas, 
no puedo sentir más que agonía 
ni hay ojos ni asombro de trampas galácticas
ni miradas de hielo, ni condescendencia, ni amnistía 
ni promesas lejanas ni acrobacias acuáticas

la peor luz siempre es del mediodía

no habrá nunca sitio para mí 
en tu residencia de cielo en la frontera.
¿cómo haré ahora para sobrevivir así, 
para olvidarme de mí misma, sin que ardiera?

Sobre imagen: “Lobo Hambriento de Pesadillas” de Allison Theus.

Doris Summer

Ir a página inicio

Ir a índice de poesía

Ir a índice de Summer, Doris

Ir a mapa del sitio