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Requiem a la hora del lobo [1]
(Teatro-danza en un acto)
Víctor H. Silveira
victorsilveira@adinet.com.uy 

 
 
 
 

“La hora del lobo es el momento entre la noche y el alba. Es la hora en que mucha gente muere. En que el sueño es más profundo. En que las pesadillas son más palpables. Es la hora en que los insomnes y los desvelados son perseguidos por sus ansiedades más agudas y en que se ciernen sobre ellos sus fantasmas y sus demonios.”  I. Bergman

 

                PERSONAJES:  el Dramaturgo ó Narrador

                                    el  Mimo ó Performer

 

(Se oyen los acordes de la “Barcarola” de Tchaikovsky. Aparece el Dramaturgo por la izquierda. Lleva un texto escrito, el cual abrirá y colocará sobre un atril. A la derecha habrá una tarima o similar, donde  se ve un gran vaso de caprichosa forma. También se verán partituras musicales alfombrando desordenadamente la tarima, desbordándola hasta una parte del escenario, y cada tanto caerá alguna más desde arriba o los costados. Foco cenital sobre el Dramaturgo. Baja el volumen de la música.)

DRAMATURGO.- (Citando el Tao Te King)                                        “Treinta rayos convergen

                                                                                              hacia el centro de la rueda,

                                                                                              pero es el vacío del centro

                                                                                              el que hace útil la rueda.

                                                                                              Con arcilla se moldea un recipiente,

                                                                                              pero es precisamente el espacio

                                                                                              que no tiene arcilla

                                                                                              el  que usamos como recipiente.

                                                                                              Abrimos puertas y ventanas de una casa,

                                                                                              pero es por sus espacios vacíos

                                                                                              que podemos utilizarla.

                                                                                              Así  de la existencia

                                                                                              provienen las cosas

                                                                                              y  de la no-existencia, su utilidad.”

MIMO.- (Como tal convenientemente caracterizado y maquillado, aparece al principio del recitado. Con adecuada y libre expresión corporal, podrá hacer mímica de: dibujar una rueda con su círculo y sus rayos; moldear un recipiente de barro; abrir puertas y ventanas, según  el texto del Tao. Cuando sea necesario, podrá quedar estático, ya de pie, ya sentado en la tarima ó agachado en forma de estatua.)

DRAMATURGO.- (Al público) Tales eran las palabras de Lao Tsé. La existencia, el Ser, el No- Ser, lo ilusorio y lo verdadero… La música que oíamos era –inconfundible- de Peter Ilich Tchaikovsly. Este compositor también se planteó, en más de una ocasión, qué era lo ilusorio y qué lo verdadero. ¿Y sería acaso coincidencia que compusiera “Nada más que un desolado corazón”, en el tramo de su vida más sombrío y solitario? ¿Será la casualidad sólo el contraste  entre luz y sombra, bien y mal, amor y odio?  ¡El Yin y el Yang de los orientales que antes citábamos!  Pero como dos espejos enfrentados, que se reflejarán hasta lo infinito, donde la causalidad y la casualidad dibujarán sus extraños, a veces crueles arabescos.

MIMO.- (Mira al Dramaturgo)

DRAMATURGO.- (Mira al Mimo)

MIMO.- (Inicia la frase de Bernard Shaw) “Los espejos se usan para verse el rostro…”

DRAMATURGO.- (Concluyéndola)   …”el arte para verse el alma.”   Esto que dijo Bernard Shaw, vale también para la Música: Tchaikovsky, en una carta fechada el 15 de diciembre de 1877, le escribía a su hermano: “La Música no es una ilusión, sino más bien revelación. Su fuerza avasalladora reside en el hecho de revelarnos bellezas  que en ninguna otra parte encontraremos y cuya percepción no es transitoria, sino perpetua reconciliación con la vida.”

(Luces cenitales sobre el Mimo. Se oye el Tema del Concierto Número 1. El Mimo puede ejecutar danza, o libre expresión corporal.)

DRAMATURGO.- (Al concluir música y danza.) Eran tiempos del cólera. Su madre había muerto en 1854 de esa enfermedad. El, habría de morir muchos años después, de la misma  manera. (Breve pausa) Lo único que podía mitigar en el joven Tchaikovsky tal pérdida, fue entregarse de lleno a lo que sería su destino. La Música.

MIMO.- (en la semipenumbra y sin música, toma las partituras, las mira, las tira al aire, las vuelve a recoger, toca un piano imaginario, luego, queda estático.)

DRAMATURGO.- Comenzó a ir a la Opera, al Teatro y a los Conciertos, pero también a estudiar intensamente. A colmar ese vaso o recipiente que le fuera otorgado. Cierta vez, su padre le preguntó al Profesor, si convenía que Peter Ilich se dedicara a la música. El profesor le respondió: “Su hijo no es ningún genio”. Esto lo resolvía todo: el padre decidió que estudiara Jurisprudencia, para ubicarlo así, en un modesto empleo burocrático en el Ministerio de Justicia. Otro padre, el de Franz Kafka, posteriormente, habría aplaudido con aprobación. Oh, Humanidad…

MIMO.- (Se oye ahora el Adagio de “La Patética”. Los movimientos del Mimo se harán más lentos y graves, expresando un soterrado dramatismo.)

DRAMATURGO.-…Pero cuando se sintió plenamente convencido de sus posibilidades, tomó una determinación que sellaría  su suerte: abandonó el Ministerio de Justicia para dedicarse de lleno a la  composición musical. Al poco tiempo de esto, no podrá recordar siquiera, cuál había sido su trabajo allí, ni sus sueldos. Poco después le decía a Alejandra Davidova: “Tú sabes que soy débil, tan pronto tengo algún dinero, lo tiro en diversiones. Esto es vulgar, idiota, lo sé. Pero parece que lo llevo dentro. ¿A dónde me conducirá? ¿Qué puedo esperar? Me espanta el pensarlo. Sé que llegará un día en que no tendré fuerzas ya para luchar contra las dificultades de la vida.”

MIMO.- (Luz cenital. Se descorre un lienzo, y frente a un gran espejo hará mímica que evocarán la conflictiva homosexualidad de Tchaikovsky.)         

DRAMATURGO.- ¡Las dificultades de la vida! Los apremios económicos. Las nefastas críticas de los músicos rivales u oficialistas. Sus amores, sus desamores…su otro drama, más desgarrador, represivo y cruel. Como dos cocheros que viajaran unidos y  a la vez en coches paralelos…

MIMO.- (Por instantes deja su mímica frente al espejo,  se miran cara a cara con el Dramaturgo.)        

DRAMATURGO Y MIMO.- (A dúo) “Nada más triste que un titán que llora

                                           Hombre montaña encadenado a un lirio.”

MIMO.- (Prosigue su creación personal, según lo que oye)

DRAMATURGO.- ¿Pero cómo un titán de la Música puede sentirse atado de tal modo a las cotidianas  miserias humanas, y a sus pasiones? ¿En qué punto fue que ese vaso recipiente se colmó de un veneno invisible?

MIMO.- (Hace extrañas figuras geométricas con el vaso en el aire y frente al espejo)

DRAMATURGO.- (Se oye fragmento del Ballet “La Bella Durmiente”)  La Física moderna, la Física quántica de Capra y otros sabios, han descubiertos paralelismos entre esta ciencia y el Tao. Según Fritjof Capra todo es música y movimiento. Una especie de danza universal. Desde las olas del océano a la respiración de los seres vivos. Como uno de esos magníficos Ballets de Tchaikovsky, y todo en  unidad indivisible y armónica. Desde el más pequeño átomo hasta las volutas de la Galaxia del Cisne, a millones de años luz de distancia…

MIMO.- (Doble juego de luces cenitales siguiendo sus movimientos que sugerirán tiempo, distancia, caducidad, eternidad, finito e infinito.)

DRAMATURGO.- (Prosigue)…entonces, algunos captan la música de las esferas, como los compositores. Otros los colores y las formas, como los pintores. Y otros las palabras, como los poetas.

MIMO.- (Cesa súbitamente sus movimientos, al oír decir “poesía”. Mira  al Dramaturgo y recita este brevísimo poema que escribió Tchaikovsky.)  “El pajarito duerme/bajo la tierra fría. /Nadie se acuerda/donde yace el pajarito/pero Dios se acuerda.”

DRAMATURGO.- Usando las propias palabras de Tchaikovsky, en verdad si no fuera por la Música, habría más razones para volverse loco. (Pausa, va decreciendo gradualmente la luz.)

MIMO.- (En lo que sigue hará todo un cuadro de la dramática muerte del compositor. Antes, hace el gesto de beber del vaso. Después lo deja, el cual en lo posible, rodará desde la tarima hacia el escenario.)

DRAMATURGO.- (Sin música.) En las primeras horas de la mañana del 6 de noviembre de 1893, un grupo sombrío y receloso se congregaba frente al lecho del compositor. En un momento dado, entre las tres y las cinco, pasó por su rostro algo que a su hermano le pareció de lúcido conocimiento. Duró solo un instante. Tchaikovsky había muerto. Había vivido 53 años y seis meses. (Pausa)

MIMO.- (Queda estático sobre la tarima.)

DRAMATURGO.- Dice la historia, o la leyenda, que bebió a sabiendas un vaso de agua del río Neva, contaminada por el cólera. ¿Verdad? ¿Mentira?  Otro dualismo. Pero no queremos concluir con nuevos dualismos ni supuestos. Elegimos la  poesía: otro gran músico, Mozart, decía que  la Poesía es la hija obediente de la Música.

MIMO.- (Mirando al público, dirá el título del poema que recitará el  Dramaturgo. Baja de la tarima, preparándose para una Danza Circular final.)   “Nada más que un desolado corazón.”

DRAMATURGO.- (Recita)                               “Tchaikovsky, resonando a la medianoche,

                                                               tras la arboleda, en la noche de luna.

                                                               Desde este patio azulado, pienso

                                                               que en el año mil ochocientos ochenta,

                                                               ese sutil repiqueteo nacía

                                                               en la helada Rusia

                                                               sobre un níveo teclado,

                                                               elevándose después en alas

                                                               contradicciones varias,

                                                               amores desamores

                                                               y amor rabia muerte

                                                               final.

                                                               Y finalmente

                                                               todos sus sones introducidos

                                                               en un mínimo ataúd plateado,

                                                               para decodificarse con luz láser

                                                               allí en el caserón

                                                               de  vitrales iluminados.

                                                               De nuevo renacen sus corcheas

                                                               y bemoles,

                                                               en  epiras  atemporales,

                                                               esos huesitos esplendentes

                                                               como aquel corazón

                                                               definitivamente quieto

                                                               pero resonando

                                                               eterno

                                                               su desolación.”

 

(Al terminar el poema se oye la Apoteosis  -o Gran Final- de “El Lago de los Cisnes”. El Dramaturgo cierra su carpeta y sale. El Mimo, hará una especie de Danza Circular, mientras caerán más partituras de papeles muy leves, algunos transparentes, sobre él y todo el escenario. Al concluir la música:

 

                                                                  (Cortina de luces)

 

 

VÍCTOR H. SILVEIRA

[1] Esta obra de Teatro-Danza, obtuvo el Primer Premio en la VI Bienal de Artes Plásticas y Visuales de 1996 (Categoría: Predominio del Ser Humano).  Fue estrenada en setiembre de ese año en el Teatro Larrañaga de Salto.

Víctor H. Silveira
victorsilveira@adinet.com.uy


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