Helena y el rapsoda ciego
Victor H. Silveira

La más bella de las mujeres,

la más desdichada.

Destinada a morir sin remedio

y sin que una vida feliz

la aguardase más allá

de la tumba.

 

Fue consciente a su pesar

del carácter ultraterreno

de la Poesía

y Homero le daría la eternidad

que sus mezquinos dioses

le negaban.

 

Helena:- “ Zeus  me ha otorgado

la desgracia a mí y a Paris

a fin de que a los venideros

les sirvamos de asunto

para sus cantos.”

 

El destino heroico

es el destino poético.

Puso Homero, sobrevolando

por sobre el tiempo,

en labios de Helena de Troya

las únicas palabras

que aludían a sí mismo:

el poeta ciego

profetizaba su destino

a través del personaje.

(Ni los hombres felices

ni los pueblos dichosos forman la Historia.)

He ahí el don de la poesía:

tras las sombras de la ceguera

se  gestaría una rapsodia eterna,

desde la sala hipóstila

aquel escriba-guionista y poeta ciego

vería  y  viviría

sobre los siglos y los milenios.

Victor H. Silveira
De "Mientras Homero y Whitman rugían en los Pinos"

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