Génesis de Salto
Víctor H. Silveira

Hubo   hace   mucho tiempo, un génesis

de flavescentes girasoles en este suelo.

Fue   en   un   verano,   quizás en  enero

y con cascadas de sol sobre la tierra.

El cielo desplegándose como la corola

de un  traslúcido lirio  añil-celeste...

Desde el cenit,  Febo contendría

su luminoso deslumbramiento:

Vería el Aguador  vertiendo

sus cántaros, desde la Constelación.

Y acá, en las orillas del Río Uruguay,

las aguas platearían los negros basaltos.

                             II

Después, un salto en las clepsidras del tiempo

y  nacería -como otra flor-  el Salto.

Bajo ese cielo-cúpula transparente y azul,

era  otro lirio abriéndose en la aurora.

Sobre el oscuro feldespato de las rocas

el río entonaba su canción de cuna.

Y ya otras aguas, tibias y argentadas,

recorrían los meandros del subsuelo,

en luminosos cauces, ocultos acuíferos,

buscando las raíces, los tallos y la flor...

Para tornarse girasol, trigo, naranjo y azahar:

eran  todos los dones, y todas las señales.

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