La piel del tiempo, poema de Clara Silva (Uruguay)

AH!, no esperes de mí
la maravilla de tu obra,
el vuelo de cenizas
en el que debo alzarme
de la cruz de la tierra
semejante a ti en hermosura.

Cómo decirte que he frustrado tu esperanza
y que el tumulto ciego de mi sangre
te lleva a morir de nuevo
de mi muerte, incomprendido!

Tú me has dado la magnitud del viento
pero yo me encierro en lo oscuro de mis días,
con mi corazón de carne,
distraída.

Y me abrazo a una cara de sombra,
mientras dejo la tuya, de diamante,
como un libro olvidado.

No te preguntaré por qué me nombras,
no te diré que desfallezco en tu desierto;
pero el último día de tus párpados
es demasiado grande para mis huesos,
como la piel del tiempo.

Apenas puedo, en mí, sobrellevarme
y soy responsable de tu gloria.
Tiemblo por el combate que me has dado
y la herencia del niño que me toca.

Pero saco de la espesura tu diadema.
Y como David
invento para ti instrumentos de canciones.


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