Aquí no ha muerto nadie

De espaldas en la calle con mi hermano
para arreglar las puertas y pestillos:
aquí no ha muerto nadie de gusano
a los hombres con hambre mis anillos.

Una vez para siempre más cercano
(con gran economía de pocillos)
entre las sillas verdes un enano
la mesa está rodeada de cuchillos...

He sido muy ajena a mis parientes:
hay sábanas pintadas con venenos
y párpados caídos en las fuentes.

Adelanta la mano bajo cera;
los cielos más profundos sin terrenos
y el acolchado rosa sin manera.

Al oído del hombre
Concepción Silva Bélinzon
Editorial Letras - Montevideo, 1970

Ir a página inicio

Ir a índice de poesía

Ir a índice de Silva Bélinzon, Concepción

Ir a mapa del sitio